El blog de Mariano Jos¨¦ de Larra, 5
Ni anticipaci¨®n ni respuesta
La prensa tiene adem¨¢s un motivo adicional para sentirse especialmente afectada por esta crisis. No supo contar su llegada, como le ha sucedido a los economistas, los pol¨ªticos y al resto de los medios de comunicaci¨®n, ni ha sabido tampoco tranquilizar a los ciudadanos ni evitar los alarmismos a la hora de desatar los efectos perversos del p¨¢nico. Es suya toda entera. Nuestra, de los periodistas. Esta crisis es m¨ªa, como periodista veterano que soy, con experiencia en la traves¨ªa de tantas crisis e iniciado en el oficio con la del petr¨®leo, la primera de grandes dimensiones que afect¨® a los peri¨®dicos.
Aunque no hayamos practicado la ceguera voluntaria, el negacionismo o el quietismo como han hecho muchos pol¨ªticos, en Espa?a y fuera de ella, los periodistas formamos parte del conjunto de instituciones que no hemos olido la que se nos ven¨ªa encima, a pesar de que ven¨ªamos hablando de la transici¨®n digital y de la desaparici¨®n de la prensa en papel desde hace muchos a?os.
No se trata de pedir capacidades prof¨¦ticas: meramente la de utilizar los ojos no s¨®lo para mirar sino para ver, y la cabeza para luego contar e interpretar. Nada de esto se ha hecho en esta crisis; al contrario, se dir¨ªa que hemos mirado sin ver y s¨®lo hemos contado los acontecimientos mucho despu¨¦s de que hubieran sucedido. Las novedades no han estado en nuestras manos. Las noticias han dejado de ser cosa nuestra, para nuestra desgracia.
Una buena muestra de lo que digo es la desproporci¨®n de p¨¢ginas de peri¨®dico y de minutaje radiof¨®nico y televisivo, esfuerzos e inversiones que dedican nuestros medios de comunicaci¨®n al entretenimiento, a la informaci¨®n rosa y al deporte y los que dedican a la cobertura de la econom¨ªa y de la pol¨ªtica internacional. No ha cesado de crecer el cap¨ªtulo de gastos en lo primero y de decrecer en el segundo.
No es extra?o que los goles en la cancha de la econom¨ªa internacional no hayan sido retransmitidos desde las cabinas de los medios y hayamos tenido que contentarnos con repetir lo que ya se sab¨ªa o anunciar el crash cuando la bolsa ya se hab¨ªa hundido o la recesi¨®n estaba en marcha.
En realidad, es una incapacidad para saber lo que nos est¨¢ sucediendo a nosotros mismos. Es profunda e inquietante la correlaci¨®n e incluso la sincron¨ªa entre la crisis global, que ha adquirido ya la forma de una recesi¨®n mundial, y la crisis de los medios. Y hay que decir que no tiene nada de mec¨¢nica esta correspondencia, a pesar del drenaje que toda recesi¨®n produce sobre el consumo y por ende sobre los ingresos publicitarios y la compra misma del peri¨®dico de pago.
La prensa y los medios de comunicaci¨®n en general hemos contado con una globalizaci¨®n econ¨®mica y tecnol¨®gica que ha jugado a nuestro favor y ha propulsado la actividad de forma muy innovadora en la historia del periodismo: nunca hab¨ªamos tenido, gracias a los avances tecnol¨®gicos, m¨¢s medios, m¨¢s facilidades, m¨¢s acceso a fuentes y a documentos e incluso a acontecimientos en directo. Esta misma globalizaci¨®n econ¨®mica y tecnol¨®gica est¨¢ actuando en sentido contrario, al igual que ha sucedido con la globalizaci¨®n en general: internet se est¨¢ comiendo los medios de comunicaci¨®n tradicionales. Ha sido ben¨¦fica hasta la crisis financiera y de pronto se ha convertido en fuente de todas las crisis y de todos los males.
Como en la banca financiera, los periodistas nos hemos encontrado de pronto con unos valores, las noticias del d¨ªa, que ve¨ªan caer su precio hasta su total desaparici¨®n, convertidas en bienes mostrencos en manos de todos. En la ¨¦poca anterior nada era m¨¢s viejo que el diario del d¨ªa anterior, pero en la nueva tenemos que combatir para que los titulares del diario del d¨ªa incluyan novedades: con frecuencia excesiva el diario del d¨ªa ya es del d¨ªa anterior cuando llega al quiosco. Y en cuanto a activos t¨®xicos, a m¨ª me parece que tambi¨¦n los tenemos: cada uno puede hacer el ejercicio mental para imaginarlos. Uno de los mayores problemas de los periodistas, que nos acercan de forma inquietante a la banca financiera arruinada en Manhattan el pasado septiembre, es la p¨¦rdida de credibilidad que se deriva de la toxicidad de muchos de nuestros valores cotizados hasta ahora en nuestra peculiar bolsa period¨ªstica.
(Este texto es la quinta entrega que publico en el blog del art¨ªculo que aparece en el actual n¨²mero de julio-agosto de la revista Claves de la Raz¨®n Pr¨¢ctica. Se trata de la adaptaci¨®n de la conferencia pronunciada en ?vila. el 25 de mayo de 2009, dentro del ciclo ¡°Los medios de comunicaci¨®n al servicio del siglo XXI¡±, con motivo de los actos del bicentenario de Mariano Jos¨¦ de Larra).
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