Correlaci¨®n de corrupciones
La correlaci¨®n de fuerzas fue sustituida por la correlaci¨®n de debilidades. No estaba nada mal. Se trataba de resistir, evitar los errores, anular los riesgos, jugar al quietismo a la espera de que el contrincante fuera quien se la pegara. El resultado, obvio, es catastr¨®fico: nos mecemos todos en un oc¨¦ano de conservadurismo, donde s¨®lo cuenta mantener las cosas tal como est¨¢n. Si a los comentaristas les da por la vena l¨ªrica, incluso es posible que este dulce balanceo se vea acompa?ado de las nanas sobre el consenso, la estabilidad, el reparto del poder en c¨®modas cuotas, la excelencia de las pol¨ªticas previsibles, e incluso la seriedad de los gobernantes y de esa oposici¨®n empe?ada en seguir viviendo estupendamente en la oposici¨®n.
Pero ahora hemos visto que esta correlaci¨®n ocultaba a otra, que bajo la superficie tersa de este oc¨¦ano tranquilo bulle un submundo donde pululan los peores bichos y se expanden plagas e infecciones. Es la correlaci¨®n de corrupciones, el cuadro que determinar¨¢ en los pr¨®ximos meses el desarrollo de los combates pol¨ªticos y electorales hisp¨¢nicos. Quien no se halle infectado, los m¨¢s peque?os y marginales, recibir¨¢n su peque?a pi?ata electoral. Ser¨¢ suficiente para asustar, pero ser¨¢ un susto inocente, como los que se dan para quitar el hipo. Los grandes sufrir¨¢n: faltar¨ªa m¨¢s; se lo han ganado a pulso. Aunque probablemente en grado mucho menor de lo que se merecen. Aumentar¨¢ de forma brutal el voto de protesta, los nulos y la abstenci¨®n. Y la campa?as se jugar¨¢n como se est¨¢ jugando ya ahora, atiz¨¢ndose unos a otros con el ¡®y t¨² m¨¢s¡¯.
No podemos todav¨ªa adelantar tesis alguna. No hay suficientes elementos como para dar por sentado que la corrupci¨®n de la derecha no pasa factura y que s¨®lo se castiga a la izquierda. El problema ser¨¢, quiz¨¢s, el grado de desgaste que tendr¨¢ en cada uno de los partidos. Pero lo que debe preocupar, si tenemos la cabeza en la experiencia italiana, es que no aparezca alguien capaz de convertir la podredumbre en petr¨®leo como hizo Berlusconi en Italia. Este s¨ª ser¨ªa un susto de a¨²pa. No hay que olvidar que si opt¨® por pasar a la pol¨ªtica y presentarse a las elecciones fue precisamente para evitar la c¨¢rcel que le esperaba inexorablemente en caso de seguir siendo un civil de a pie. El corrupt¨ªsimo Caim¨¢n es el hijo directo de la correlaci¨®n de corrupciones que se ocultaba bajo la correlaci¨®n de debilidades italiana. As¨ª vemos como quienes est¨¢n en la oposici¨®n ponen todo su empe?o en seguir manteni¨¦ndose en esa oposici¨®n dorada donde tan bien se vive y triunfa.
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