Fotos de aniversario
Las celebraciones son el momento de las fotos, las im¨¢genes fijas que congelan el fluir de los acontecimientos. Hace un a?o Barack Obama venc¨ªa en las elecciones presidenciales m¨¢s emocionantes del ¨²ltimo medio siglo, despu¨¦s de unas primarias dem¨®cratas y de una campa?a electoral deslumbrantes. Hace 20 a?os ca¨ªa el muro de Berl¨ªn y empezaba el desmoronamiento del bloque comunista, que abr¨ªa las puertas a una organizaci¨®n del planeta radicalmente distinta, regida por la globalizaci¨®n y la multipolaridad.
Ambas celebraciones se juntan estos d¨ªas con otras im¨¢genes y nos ofrecen como en un mosaico la nueva configuraci¨®n del mundo que Fareed Zakaria ha llamado posamericano. Las elecciones de Virginia y Nueva Jersey reconfortan al deprimido Partido Republicano y recuerdan las dificultades de Obama para traducir en hechos sus maravillosas palabras. Angela Merkel, la canciller alemana reci¨¦n reelegida, habla en sesi¨®n especial al Congreso para agradecer a Washington su aportaci¨®n a la libertad de los europeos. General Motors anuncia la anulaci¨®n de la venta de Opel a un consorcio ruso-canadiense, poniendo en peligro millares de puestos de trabajo en la industria automovil¨ªstica europea. El cazurro presidente checo V¨¢clav Klaus firma finalmente el Tratado de Lisboa. La c¨²spide institucional de la Uni¨®n Europea -el premier sueco y presidente en ejercicio Fredrik Reinfeldt, el presidente de la Comisi¨®n, Jose Manuel Dur?o Barroso, y el alto representante para Pol¨ªtica Exterior, Javier Solana- se re¨²nen en la Casa Blanca con Obama y su equipo en la rutinaria cumbre semestral transatl¨¢ntica, despertando como casi siempre la misma escasa atenci¨®n de la prensa internacional.
Es una buena agenda semanal para revisar los 20 a?os de retraso que lleva Europa. De aquella noche berlinesa del 9 de noviembre de 1989 surgieron las tareas que deb¨ªan emprender los europeos: unificar el continente, darle una moneda com¨²n y proporcionarle una identidad pol¨ªtica exterior. S¨®lo la mitad del programa entonces esbozado ha sido cumplido, aunque arrastrando los pies y con un retraso tal que cabe preguntarse a estas horas si se llega a tiempo. No se quiso hacer en Maastricht (1992). Tampoco se consigui¨® en las revisiones de Amsterdam (1997) y, menos a¨²n, de Niza (2001), aunque nunca se fren¨® la ampliaci¨®n de la UE, primero a 15, luego a 25 y finalmente a 27. Lo que estaba en los prop¨®sitos iniciales se ha conseguido al fin con el Tratado de Lisboa, revisi¨®n a la baja de la fracasada Constituci¨®n Europea, cuya ratificaci¨®n y r¨²brica se ha conseguido esta misma semana.
El comensal llega tarde al convite internacional y sin haberse enfundado y acomodado todav¨ªa a su nuevo traje. Cuando en Berl¨ªn empez¨® todo, el mundo giraba sobre el eje transatl¨¢ntico, esa relaci¨®n especial construida durante el siglo XX en dos guerras mundiales y en la guerra fr¨ªa. Ahora mismo, cuando los europeos nos disponemos a sentarnos aparentemente con una sola voz en la mesa de los negocios internacionales, el eje del mundo se ha desplazado del Atl¨¢ntico al Pac¨ªfico y la resoluci¨®n de los grandes problemas -la recuperaci¨®n econ¨®mica, el desarme nuclear o el calentamiento global- ya no pasan por las canciller¨ªas europeas sino por la Casa Blanca y el complejo pequin¨¦s de Zhongnanhai.
Obama y los dem¨®cratas tienen sus propias preocupaciones a un a?o de la victoria electoral. Pero las preocupaciones de los Gobiernos europeos, a 20 a?os de la ca¨ªda del Muro, deber¨ªan ser todav¨ªa m¨¢s serias, respecto a su papel en el mundo y respecto a sus relaciones con Estados Unidos. Jeremy Shapiro y Nick Witney, dos especialistas en las relaciones transatl¨¢nticas, lo explican con precisi¨®n en su trabajo Hacia una Europa posamericana, elaborado por encargo del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores. Los Gobiernos europeos tienen una actitud fetichista e infantil hacia Washington. Piensan todav¨ªa en t¨¦rminos de guerra fr¨ªa, como si la seguridad de Europa dependiera de Estados Unidos. Muchos tienen una fijaci¨®n en la relaci¨®n especial de cada uno por separado con la superpotencia. Conciben la relaci¨®n transatl¨¢ntica como un bien superior en s¨ª mismo y act¨²an como si la UE y EE UU compartieran exactamente los mismos intereses. Shapiro y Witney propugnan una UE m¨¢s pragm¨¢tica y menos sentimental, que tome m¨¢s responsabilidades en la guerra de Afganist¨¢n, las relaciones con Rusia o la paz en Oriente Pr¨®ximo. Se?alan, en cambio, que sobran cumbres, foros y di¨¢logos. Su 'paper', en la semana de las fotos conmemorativas, es un jarro de agua fr¨ªa que debiera despertar a los dormidos Gobiernos europeos.
(Enlace con el portal del European Council on Foreign Relations, donde se puede leer el 'paper' en cuesti¨®n)
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