Obama pacta con el Senado los ¨²ltimos detalles de la reforma sanitaria
El acuerdo se perfila en torno a la versi¨®n m¨¢s moderada de la propuesta
Barack Obama y los 60 senadores dem¨®cratas en cuyas manos est¨¢ la suerte de la reforma sanitaria han pactado este martes los ¨²ltimos detalles de una ley trascendental que parece ya lista para su aprobaci¨®n. El presidente ha exhortado a los congresistas a no perder esta oportunidad ¨²nica de hacer historia, ahora que parece estar a cent¨ªmetros de distancia la meta que muchos pol¨ªticos durante varias generaciones pretendieron sin ¨¦xito en el pasado.
El acuerdo final podr¨ªa producirse en torno a la versi¨®n m¨¢s modesta de la reforma sanitaria, que satisface las principales exigencias de los dem¨®cratas m¨¢s conservadores, pero, al fin y al cabo, la ¨²nica posible y el ¨²nico modo de ofrecer cobertura sanitaria a los 30 millones de estadounidenses que actualmente carecen de ella.
No habr¨¢ en la ley ni un sistema p¨²blico de salud ni la extensi¨®n hasta los 55 a?os de los beneficios del sistema de cobertura sanitaria para los pensionistas (Medicare) que ahora s¨®lo afecta a los mayores de 65 a?os. El ala progresista del partido y la Casa Blanca han tenido que renunciar a ambas propuestas en aras de un consenso que, de otra forma, se hac¨ªa imposible.
El resultado puede frustrar a muchos entre la izquierda que habr¨ªan deseado una transformaci¨®n m¨¢s profunda del modelo de salud norteamericano. Pero, probablemente, esta reforma, en su modestia, representa mejor la voluntad de la media de los ciudadanos de este pa¨ªs.
El sistema de salud estadounidense, con sus millones de personas desatendidas, escandaliza al resto del mundo, pero no tanto a los propios norteamericanos. En todo caso, no escandaliza tanto como para pagar el precio, en t¨¦rminos de coste e intervenci¨®n estatal, que una reforma m¨¢s profunda exig¨ªa.
La Casa Blanca perdi¨® hace tiempo la batalla de la comunicaci¨®n en este asunto. El debate sobre la reforma qued¨® establecido en los ¨²ltimos meses no en relaci¨®n a las ventajas sociales obvias que esta reforma representa, sino sobre los perjuicios que iba a causar a las finanzas p¨²blicas. En esas condiciones, varios senadores dem¨®cratas, preocupados por su reelecci¨®n, se negaron a respaldar las versiones m¨¢s ambiciosas del proyecto y obligaron a recortes que, en cierta medida, desnaturalizan el prop¨®sito inicial de esta hist¨®rica apuesta.
Pero no del todo. Sigue quedando una reforma que acabar¨¢ con la dictadura de las compa?¨ªas de seguros, aumentar¨¢ los derechos de los pacientes y garantizar¨¢ una cobertura casi universal. "No vamos a conseguir todo lo que quer¨ªamos, pero vamos a conseguir mucho de lo que ahora no tenemos", ha dicho el senador Jay Rockefeller, representante del sector progresista en la C¨¢mara Alta. Rockefeller, como muchos en la izquierda, ha reconocido su resentimiento hacia el ¨²ltimo senador que fren¨® el avance de una ley m¨¢s reformadora, Joe Lieberman, quien a¨²n no ha dejado claro si votar¨¢ a favor, incluso despu¨¦s de las ¨²ltimas concesiones.
El poder de Lieberman
Lieberman, un viejo estandarte del transfuguismo, ha adquirido un enorme poder gracias a las reglas del sistema pol¨ªtico estadounidense. Para poner fin al debate de una ley en el Senado y someterla a votaci¨®n es necesario que 60 senadores del total de 100 lo acepten. Mientras tanto, cualquier minor¨ªa puede paralizar el proceso legislativo. Lieberman, que gan¨® su esca?o como independiente despu¨¦s de haber perdido las primarias dem¨®cratas, se integr¨® al grupo dem¨®crata tras la victoria de Barack Obama pese a que hab¨ªa hecho campa?a a favor de John McCain.
Se trata de un personaje peculiar que, aunque fue el compa?ero de candidatura presidencial de Al Gore, comulga en general con los republicanos. En estos momentos, es el principal objetivo del odio de las p¨¢ginas web de la izquierda. Pero, sin ¨¦l, los dem¨®cratas simplemente no tienen los votos suficientes para sacar esta ley adelante. "Es dif¨ªcil de aceptar, pero as¨ª funciona el sistema", ha admitido Rockefeller.
Lieberman, por su parte, disfruta enormemente del papel que le ha tocado jugar. "No soy ning¨²n boicoteador", ha declarado, "soy alguien que quiere sacar esta reforma y que va a ayudar a cambiar las vidas de millones de personas en nuestro pa¨ªs".
Hasta el vicepresidente, Joe Biden, ha manifestado que Lieberman est¨¢ equivocado, pero que lo prioritario ahora es aprobar la ley en el Senado antes de navidades. Si se logra, despu¨¦s habr¨¢ que reconciliar ese proyecto con el que la C¨¢mara de Representantes aprob¨® el mes pasado.
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