El peligro de los periodistas
Los informadores van acompa?ados de un 'gu¨ªa' oficial, m¨¢s para controlar que para ayudar
Llevo cuatro d¨ªas esperando un permiso para poder visitar los campamentos de los desplazados por la rebeli¨®n de los Huthi, en el norte. Las autoridades yemen¨ªes, a la vista de su falta de control sobre el pa¨ªs y temerosas de que suceda algo a un periodista extranjero, han decidido protegernos como si fu¨¦ramos una especie en extinci¨®n. Primero hace falta el visto bueno del ineficaz Ministerio de Informaci¨®n y luego el de Interior. Curiosamente, el segundo tarda bastante menos.
El nuevo edificio del Ministerio de Informaci¨®n es un monumento a la inoperancia. Levantado en un descampado a las afueras de San¨¢, su tama?o parece desproporcionado para el servicio que presta al pa¨ªs. B¨¢sicamente, conceder y cancelar las licencias de publicaci¨®n o emisi¨®n a los medios yemen¨ªes. En los ¨²ltimos tiempos m¨¢s de lo segundo que de lo primero, seg¨²n denuncian los periodistas locales y las organizaciones de defensa de los derechos humanos.
Los informadores extranjeros tenemos que coordinar nuestra visita con sus responsables, aunque ni las llamadas ni los faxes enviados por sus embajadas garantizan que se den por enterados. A mi llegada hace diez d¨ªas, agentes de seguridad me retuvieron en el aeropuerto durante cuatro horas porque nadie del Ministerio de Informaci¨®n hab¨ªa acudido a esperarme... Cuando ya parec¨ªa que iba a tener que pasar la noche all¨ª, me rescat¨® el encargado de negocios espa?ol, Javier Puga.
Mientras estaba all¨ª ociosa, me dio por pensar que si se hubieran tomado tantas molestias con el terrorista de los calzoncillos, el joven nigeriano no nos hubiera dado el susto que nos dio el d¨ªa de Navidad. Pero los periodistas somos m¨¢s peligrosos. Por eso, cualquier salida de San¨¢, exige la compa?¨ªa de un funcionario del Ministerio de Informaci¨®n.
El gu¨ªa debe ocuparse en principio de la log¨ªstica, pero a parte de llevar consigo varias fotocopias del permiso de Interior para repartir en los controles policiales, su mayor preocupaci¨®n consiste en aprovisionarse de suficiente qat para toda la estancia fuera. En mi reciente visita a Hadramaut, mi obligado acompa?ante hablaba menos ingl¨¦s que yo ¨¢rabe, y su preparaci¨®n para el trabajo era un diploma en Comercio. Tal vez por eso, lo que se mejor se le dio en todo el viaje fue convertir a euros el estipendio en d¨®lares que ¨¦l mismo se hab¨ªa fijado.
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