Ciudad Ju¨¢rez, resiste
Sede evidente del conflicto entre las mafias y el Gobierno federal, la poblaci¨®n fronteriza debe convertirse en un s¨ªmbolo de la vigencia de las instituciones
El 14 de agosto de 1865 el Gobierno republicano encabezado por el presidente Benito Ju¨¢rez Garc¨ªa, sus ministros y unos cuantos empleados y jefes militares, entraron en Ciudad Ju¨¢rez, llamada entonces Paso de Norte, escoltados por a penas 35 carabineros a caballo al mando del coronel Juan P¨¦rez Castro. Eran la resistencia a la ocupaci¨®n francesa y tra¨ªan consigo a penas algunos pertrechos, los archivos de la Rep¨²blica, y una peque?a imprenta, que permit¨ªa editar semanalmente el peri¨®dico oficial del Gobierno constitucional de la Rep¨²blica Mexicana.
Benito Ju¨¢rez, en cuyo honor hoy se da nombre a la ciudad, recurri¨® en el siglo XIX al ¨²ltimo rinc¨®n de M¨¦xico para resistir a la ocupaci¨®n, y para que siguieran funcionando las instituciones del Estado, para que M¨¦xico, en medio de una guerra, siguiera teniendo un Gobierno propio, y para que la Rep¨²blica enfrentara, con dignidad, los afanes de conquista de imperialistas, conservadores e invasores.
Hoy, qu¨¦ gran contraste, qu¨¦ paradoja. Ciudad Ju¨¢rez, en pleno siglo XXI, es el rinc¨®n de M¨¦xico en el que apenas funcionan las instituciones del Estado, en el que el Gobierno se diluye y pierde sentido, y en el que la Rep¨²blica luce derrotada: por la delincuencia, la impunidad y el crimen organizado.
El asesinato de quince personas, trece de ellas j¨®venes estudiantes, el pasado 1 de febrero en una fiesta normal en la fronteriza Ciudad Ju¨¢rez, Chihuahua, M¨¦xico, se ha convertido quiz¨¢ en un quiebre, en un punto de inflexi¨®n que obliga a hacer un balance y a revisar la estrategia gubernamental en la lucha contra el narcotr¨¢fico.
Ciudad Ju¨¢rez ha sido sin duda la comunidad m¨¢s castigada de M¨¦xico en la lucha contra el crimen organizado. Los muertos, sin exagerar, ya se cuentan por miles, en los ¨²ltimos tres a?os. Su ubicaci¨®n y colindancia con los Estados Unidos, es seg¨²n los expertos, una plaza estrat¨¦gica para la venta y el cruce de la droga.
Desde hace varios a?os, el control de la ciudad ha sido importante para diversos c¨¢rteles de la droga, y hoy las nuevas mafias del crimen organizado se la disputan con lujo de violencia, convirti¨¦ndola en una de las ciudades m¨¢s violentas y peligrosas del mundo.
Es una descomposici¨®n que viene de lejos. Que por lo menos acumula cuatro lustros de una gradual, lenta pero sistem¨¢tica y consistente degradaci¨®n social. Como lamentable ayuda de memoria, basta recordar el tristemente c¨¦lebre fen¨®meno de las llamadas muertas de Ju¨¢rez, una escandalosa serie de feminicidios, cometidos con gran crueldad.
Casos que han dado la vuelta al mundo, varias veces, y que en su mayor¨ªa han quedado en la m¨¢s absoluta impunidad, a pesar de los esfuerzos y la lucha de diversas organizaciones nacionales e internacionales de derechos humanos.
Los hechos de las muertas de Ju¨¢rez datan de los a?os noventa y seg¨²n algunos antrop¨®logos, est¨¢n asociados directamente con pr¨¢cticas y ritos del narcotr¨¢fico y comparten entre s¨ª la misma explicaci¨®n y naturaleza. Las autoridades de todos los partidos y de todos los niveles de gobierno, a lo largo de estos a?os, han tratado, sin ¨¦xito, de presentarlos como hechos inconexos que no tienen relaci¨®n directa con el narcotr¨¢fico.
Este es un tema muy sensible y no cerrado, que no deja de causar pol¨¦mica y presionar a las autoridades. Recientemente la Corte Interamericana de Derechos Humanos conden¨® al Estado mexicano por la muerte de tres mujeres en Ciudad Ju¨¢rez. Cabe recordar tambi¨¦n que el tema fue motivo de debate p¨²blico en el momento del nombramiento del actual procurador general de la Rep¨²blica, el fiscal general, que fue procurador en el Estado de Chihuahua en una etapa ¨¢lgida relacionada con los feminicidios. La pol¨¦mica apareci¨® durante su proceso de ratificaci¨®n en el Senado y reaparecieron severos cuestionamientos de legisladores y organizaciones ciudadanas.
Hoy, Ciudad Ju¨¢rez se ha convertido en la sede m¨¢s evidente del conflicto entre las mafias y el Gobierno federal. Asesinatos con las formas m¨¢s crueles imaginadas, a plena luz del d¨ªa, narcomensajes, extorsiones a negocios y familias, secuestros y asaltos, incendios a negocios, y todo g¨¦nero de violencia, que ha ocasionado migraci¨®n, miedo, par¨¢lisis social y econ¨®mica y una clara condici¨®n de anomia y estado fallido, inevitable en el diagn¨®stico.
Lo cierto es que lo que pasa hoy en Cuidad Ju¨¢rez nos demuestra que hay algo mucho m¨¢s grave y profundo que est¨¢ pasando en M¨¦xico. Una franca descomposici¨®n del tejido social, un desmantelamiento del sistema de valores, una ampliaci¨®n de la red delincuencial y el fracaso de una guerra polic¨ªaca y militar, que no alcanza y que no atina a enfrentar y a tocar los nudos reales y las fibras m¨¢s sensibles del fen¨®meno.
En Ciudad Ju¨¢rez el miedo y la descomposici¨®n social hacen que de facto no funcionen en ese territorio las instituciones del Estado de Derecho. Es un territorio de nadie, una condici¨®n de excepci¨®n que no tiene declaraci¨®n formal. Los pol¨ªticos de los distintos partidos le han tenido miedo y se han opuesto reiteradamente a declarar formalmente la suspensi¨®n de garant¨ªas, que es la previsi¨®n constitucional para una suerte de estado de excepci¨®n, y que obliga a establecer reglas claras y plazos determinados, para actuar en una situaci¨®n de emergencia.
Pero en los hechos no hace falta que lo admitan o lo reconozcan: Ju¨¢rez, como muchas otras zonas del pa¨ªs, constituyen territorios en los que, en aras de la seguridad, se violan y se vulneran derechos y garant¨ªas. Donde se vulnera el libre tr¨¢nsito, el derecho de propiedad, la libertad y muchos m¨¢s. Retenes, cateos (allanamientos), revisi¨®n de veh¨ªculos, casas y negocios, interrogatorios, todo ello es parte del paisaje en carreteras, ciudades, en el campo, lo mismo en Apatzing¨¢n, que en Culiac¨¢n, que en Cuernavaca, que en Villahermosa.
De una forma u otra lo que pas¨® en Ciudad Ju¨¢rez con este grupo de jovencitos el 1 de febrero no es nuevo, pero rompe una l¨ªnea. Parece ser la gota que derrama el vaso. Es de manera frontal y abierta una manera de amenazar a la sociedad, de demostrar que los pleitos entre mafias lo tocan todo. Escalan. Se ampl¨ªan. El mensaje es no hay nadie seguro, no hay nadie al margen, esto sigue creciendo.
Ciudad Ju¨¢rez ha sido el s¨ªmbolo visible de la estrategia del presidente Calder¨®n en la lucha contra el narcotr¨¢fico. Una estrategia basada fundamentalmente en el despliegue militar y en la ocupaci¨®n policial. Ju¨¢rez es una plaza ocupada permanentemente con miles de efectivos desde hace meses. Nadie puede negar que en Ciudad Ju¨¢rez se aplic¨® a cabalidad y en plenitud la visi¨®n, el diagn¨®stico y la estrategia original del presidente de la Rep¨²blica. Que en dicha plaza, como ninguna otra, se llev¨® a cabo esa visi¨®n militarista y policial que hablaba desde un principio de la "guerra contra la delincuencia."
Los resultados est¨¢n a la vista. La realidad y la imagen de Ciudad Ju¨¢rez no pueden ser m¨¢s preocupantes. Francamente territorios ocupados por cuerpos de seguridad, zonas militarizadas, los funcionarios civiles despachando desde la zona militar o desde los Estados Unidos, tanques y veh¨ªculos militares en las calles, cuerpos de seguridad vestidos de todos los colores, pasamonta?as, retenes, operativos, y a pesar de todo, el monstruo sigue ah¨ª.
Creo que despu¨¦s de la ocupaci¨®n militar y policial de la plaza por m¨¢s de dos a?os y con la continuidad de la delincuencia operando de forma tan cruda y violenta, es tiempo de detenerse a revisar la estrategia. Parece que por el bien de M¨¦xico es necesario un poco de humildad, para advertir los errores.
Es claro que en Ciudad Ju¨¢rez, vemos toda la fuerza del estado, pero por los resultados, no toda la inteligencia del Estado.
Muchos analistas, polit¨®logos, expertos, periodistas, pol¨ªticos de oposici¨®n y pol¨ªticos de gobierno, varios articulistas hemos cuestionado, en distintos momentos y de distinta forma, la eficacia y la pertinencia de la estrategia. La respuesta con frecuencia es la cerraz¨®n de un Gobierno refractario a la cr¨ªtica, que se esmera en una absurda defensa de la estrategia de ocupaci¨®n.
Sencillamente explicado, una vez m¨¢s, a m¨ª siempre me ha parecido que la estrategia es equivocada, porque parte de una visi¨®n y de un diagn¨®stico equivocado: porque enfrenta como un fen¨®meno estrictamente violento y delincuencial algo que, en mi opini¨®n, es un fen¨®meno social mucho m¨¢s amplio y mucho m¨¢s complejo.
Que esta es una guerra de largo plazo, mucho m¨¢s profunda, que hay que combatir con militares y polic¨ªas, s¨ª, pero tambi¨¦n con valores, con instituciones y con programas sociales. Porque es necesario lograr el concurso y la participaci¨®n de toda la sociedad y porque se requiere mucha inteligencia: De la que ayuda a procesar la informaci¨®n gubernamental y de la que ayuda a comprender la tarea de gobernar y de ejercer un verdadero liderazgo pol¨ªtico y social.
Creo que detr¨¢s de la ocupaci¨®n militar y del despliegue policial deben venir: el programa de salud, la estrategia amplia de combate a las adicciones, el programa educativo, el programa de desarrollo econ¨®mico, los apoyos a peque?as y medianas empresas e industrias, los apoyos a campesinos, los programas urbanos y medioambientales, y por supuesto, que vengan detr¨¢s todas las instituciones del Estado de Derecho.
Que es necesario operar abajo, con la gente, con las redes sociales. En los medios de comunicaci¨®n. Que es necesario m¨¢s que vencer, convencer, para cambiar la forma de vida. Para transitar de la forma de vida delictiva a la forma de vida productiva.
Calder¨®n ya lo intuye. Lo dijo y lo reconoci¨® en un discurso en Pabell¨®n de Arteaga, Aguascalientes. Dijo que es con la sociedad, que debe incluir programas sociales, que exige de todos. Tendr¨¢ costos pol¨ªticos la correcci¨®n: por la obstinaci¨®n, por la insistencia, por la demora, pero no importa. Lo que importa es que tengamos la capacidad de rescatar a Ciudad Ju¨¢rez, y desde ah¨ª, a todo M¨¦xico.
Ciudad Ju¨¢rez, que hoy es un gran fracaso institucional y pol¨ªtico, puede y debe convertirse en el emblema de la recuperaci¨®n. Todos debemos volcarnos a rescatar a Ciudad Ju¨¢rez.
Ciudad Ju¨¢rez resiste. La vida persevera y se abre paso. Necesitamos convertir a ese emblem¨¢tico rinc¨®n de M¨¦xico en s¨ªmbolo de resistencia, de vigencia de las instituciones. Recordar el estoicismo de Benito Ju¨¢rez, su ejemplo y su capacidad de mantener, pese a todo, el liderazgo y la dignidad, que son, a mi juicio el origen y la esencia de las instituciones.
**Sabino Bastidas Colinas es analista pol¨ªtico.
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