Para la creaci¨®n de los Cascos Rojos a la ONU
Hace ya m¨¢s de un mes que Hait¨ª esta sumergido en un clima de caos y desolaci¨®n. Los primeros balances eval¨²an las perdidas a m¨¢s de 200.000 muertos y 300.000 heridos. Los centenares de supervivientes instalados en campamentos improvisados ya son parte del nuevo paisaje de la isla.
Sin embargo, hay que saludar el incre¨ªble impulso de solidaridad de parte de la comunidad internacional quien se moviliz¨® inmediatamente para ayudar Hait¨ª. Centenares de equipos de socorro fueron despachados. Unos 74 aviones llegaron en menos de 24 horas.
El resultado de ese impulso general fue una saturaci¨®n del aeropuerto de la capital. Algunas ONG se quedaron paradas durante d¨ªas, sin poderse moverse de la pista de aterrizaje, mientras que los supervivientes perec¨ªan debajo de los escombros.
No hay mil explicaciones a ese problema: Hait¨ª no estaba listo para acoger tanta ayuda y tanta buena voluntad. Americanos, europeos, chinos... Todos demostraron una generosidad sin precedentes. Portaaviones, hospitales improvisados, raciones alimenticias, tiendas, helic¨®pteros...encaminados desde cada lugar del planeta. Sin embargo, la falta de organizaci¨®n y de coordinaci¨®n nos hizo perder mucho tiempo y demasiadas vidas humanas.
En este estado de urgencia, lo que hubiera sido ¨²til era un cuartel general del humanitario, capaz de identificar las carencias y los recursos disponibles. Lo que hubiera podido cambiar las cosas, era una fuerza con una capacidad de reacci¨®n r¨¢pida, una organizaci¨®n que hubiera preconizado una l¨ªnea directiva para las intervenciones. Faltaba una fuerza para coordinar las acciones de los equipos que operaban localmente.
Hait¨ª fue la cat¨¢strofe de sobra, la que nos demuestra que no hemos aprendido nada de las lecciones del tsunami. La comunidad humanitaria no tiene hoy la fuerza necesaria para enfrentarse con los desaf¨ªos que nos impone una naturaleza siempre m¨¢s violenta. No necesitamos nuevos actores: las ONG y las agencias intergubernamentales ya cumplen un esfuerzo considerable.
Tampoco necesitamos una nueva filosof¨ªa. Salvar vidas es la ¨²nica idea que hay que valorizar.
El mundo humanitario necesita nuevos marcos, preparaci¨®n, coordinaci¨®n, regulaci¨®n, estructuraci¨®n y sistemas de vigilancia. Necesita una "inteligencia humanitaria" para anticipar y unificar su acci¨®n. Tenemos las capacidades de reinventar un humanitario eficaz y durable, un humanitario que sepa optimizar los recursos y alejarse del riesgo del derroche.
Desde Puerto Pr¨ªncipe, el teatro de la m¨¢s grande desorganizaci¨®n humanitaria de esos ¨²ltimos a?os, hemos propuesto una soluci¨®n. Los Cascos Rojos, hermanos humanitarios de los Cascos Azules, podr¨ªan tener la legitimidad de cumplir esa misi¨®n bajo los auspicios de la ONU.
Ban Ki-moon empez¨® el proceso de reestructuraci¨®n del socorro y design¨® Bill Clinton como coordinador de la ayuda internacional en Hait¨ª. Lastima que la decisi¨®n fue tomada nada menos que tres semanas despu¨¦s del terremoto. Sin embargo subrayamos la notable voluntad de coordinaci¨®n que permitir¨¢ que las operaciones de reconstrucci¨®n se desarrollen eficazmente.
La ONU debe asumir su "responsabilidad de protector" y debe garantizar de un derecho al socorro para todas las poblaciones del mundo. No podemos asombrarnos de que los Cascos Azules no sean capaces de organizar la distribuci¨®n alimenticia. Son fuerzas que act¨²an para mantener el estado de paz, no son socorristas. ?Son militares y no humanitarios!
La ONU debe dotarse de una fuerza 100% humanitaria para organizar y coordinar los socorros. El objetivo no es de reemplazar la acci¨®n de las ONG o de crear un ej¨¦rcito, sino de juntar un grupo de expertos compuesto de doctores, ingenieros, bomberos... gente capaz de definir una estrategia global para gestionar situaciones de crisis y regular la ayuda propuesta por la comunidad internacional.
Hay que poder actuar el d¨ªa 1, ?no se puede tardar m¨¢s!
Es con un sentimiento de responsabilidad que exhortamos todos los jefes de Estado a considerar un consenso. La solidaridad nos obliga a cuidar nuestras poblaciones para que la historia no se repita. No hay un lugar del mundo que esta a cubierto de una posible cat¨¢strofe.
El debate sobre la coordinaci¨®n del socorro seguir¨¢ repiti¨¦ndose hasta que no tomemos las decisiones necesarias.
En v¨ªsperas de la conferencia internacional para la reconstrucci¨®n de Hait¨ª, formulamos el deseo de la creaci¨®n de los Cascos Rojos a la ONU.
Ren¨¦ Pr¨¦val es presidente de la Republica de Hait¨ª y Nicole Guedj, ex ministro franc¨¦s y presidente de la Fundaci¨®n Cascos Rojos.
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