Reino Unido se prepara para la novedad de un Parlamento sin mayor¨ªa absoluta
Brown, en aprietos por la venganza de su baqueteado ministro del Tesoro
La pol¨ªtica brit¨¢nica ha vivido hoy un febril d¨ªa de precampa?a electoral en el que los pol¨ªticos se enzarzaron en est¨¦riles acusaciones mutuas y los altos funcionarios adoptaron el papel de pragm¨¢ticos gestores del pa¨ªs al empezar a prepararse para una eventualidad que no viven desde hace 36 a?os: la posibilidad de que en las pr¨®ximas elecciones nadie obtenga la mayor¨ªa absoluta. Por incre¨ªble que pueda parecer, nadie tiene muy claro qu¨¦ ocurrir¨ªa en ese caso. Es decir, qui¨¦n ser¨ªa el primer ministro al d¨ªa siguiente de las elecciones.
Mientras Gordon Brown y David Cameron se tiraban los platos a la cabeza en la semanal sesi¨®n de preguntas al primer ministro, los diputados se comportaban m¨¢s que nunca como hinchas de f¨²tbol en los esca?os de los Comunes, y el canciller del Exchequer y ministro del Tesoro, Alistair Darling, se relam¨ªa de gusto al contemplar los efectos de su peque?a venganza contra Brown.
?De qu¨¦ se vengaba, y c¨®mo, el discreto Darling? Todo empez¨® en agosto de 2008, cuando declar¨® en una entrevista que el pa¨ªs se enfrentaba a la peor crisis en 60 a?os. Aquella declaraci¨®n enfureci¨® a Brown y la consecuencia fue una terrible campa?a contra el canciller del Exchequer y un intento de degradarle y pasarle a una cartera de menor rango. Pero Darling amenaz¨® con marcharse y Brown hubo de dar marcha atr¨¢s.
Todo eso ya se sab¨ªa, pero ahora est¨¢ documentado al detalle en el pol¨¦mico libro del periodista Andrew Rawnsley The end of the party, en el que sostiene que Brown estaba tan furioso que lanz¨® a dos de sus perros de presa m¨¢s eficaces: su ex portavoz Charlie Whelan y uno de sus asesores en Downing Street con menos escr¨²pulos, Damian McBride.
Darling lo vino a confirmar todo el martes por la noche en una entrevista de televisi¨®n . "Di aquella entrevista y se desataron todas las fuerzas del infierno", ironiz¨®. ?Estaba la campa?a orquestada por Downing Street? "No s¨®lo ellos, tambi¨¦n los conservadores", respondi¨® Darling, confirmando as¨ª el papel de Downing Street. Y a?adi¨®, no sin cinismo: "Pero, con franqueza, la mejor respuesta es que yo a¨²n estoy aqu¨ª y uno de ellos no", en referencia a McBride, que tuvo que dimitir hace unos meses. Brown se ha visto obligado hoy a recibir a Darling en privado para hacer las paces y provoc¨® la burla del l¨ªder de la oposici¨®n, David Cameron, por sus constantes susurros y sonrisas: "Un poquito m¨¢s cerca y se besan", ha espetado Cameron.
Quiz¨¢ lo m¨¢s parad¨®jico es que todo esto se produce mientras los laboristas protagonizan una espectacular recuperaci¨®n en los sondeos: los dos ¨²ltimos recortan a entre seis y siete puntos la ventaja conservadora, lo que casi con toda seguridad provocar¨ªa un Parlamento sin mayor¨ªa por primera vez desde 1974. Esa posibilidad empieza a ser tan real que el secretario del gabinete, sir Gus O'Donnell, se ha visto obligado a presentar un documento para clarificar qu¨¦ ocurre en ese caso en un pa¨ªs en el que el ganador de las elecciones se hace con el Gobierno horas despu¨¦s de conocerse el resultado.
Su dictamen, todav¨ªa provisional, es que el primer ministro saliente puede seguir en funciones hasta que se aclare la situaci¨®n. Esa clarificaci¨®n puede llegar o bien porque ¨¦l mismo admite que no va a tener el apoyo del Parlamento, o porque la oposici¨®n gana una votaci¨®n de confianza. Esa votaci¨®n puede ser, por ejemplo, que la c¨¢mara rechace su plataforma legislativa votando en contra del Gobierno el Discurso de la Reina, que se considera de hecho una moci¨®n de confianza y se ha de presentar en el Parlamento no m¨¢s tarde de una semana despu¨¦s de que ¨¦ste se constituya.
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