Correspondencia ¨ªntegra entre Silvio Rodr¨ªguez y Carlos Alberto Montaner
EL PA?S publica los textos completos de las misivas intercambiadas hasta el 9 de abril de 2010 entre el famoso cantautor y el c¨¦lebre opositor cubano en el exilio
A finales del mes de marzo el cantautor cubano Silvio Rodr¨ªguez public¨® un poema en la web Rebeli¨®n en el que lanzaba una serie de preguntas. Una de ellas, dirigida al opositor anticastrista en el exilio Carlos Alberto Montaner. ?ste contest¨® al texto de Rodr¨ªguez al d¨ªa siguiente, en una carta abierta. Arranc¨® entonces un in¨¦dito intercambio entre un icono de la revoluci¨®n y un destacado opositor anticastrista, que fue publicado por EL PA?S y que se ha mantenido hasta el mi¨¦rcoles 14 de abril, d¨ªa en que se ha puesto el punto final. Reproducimos de manera ¨ªntegra el contenido de esta conversaci¨®n epistolar.
Carta del 31 de marzo de 2010 [De Silvio Rodr¨ªguez a Carlos Alberto Montaner]
Preguntas de un trovador que sue?a
(a Bertold Brecht, por sus Preguntas de un obrero que lee)
Si el flautista de Hamel¨ªn partiera con todos nuestros / hijos ?comprender¨ªamos que se nos va el futuro? / Si ese futuro que se nos va supiera ad¨®nde lo lleva el / flautista de Hamel¨ªn ?partir¨ªa con ¨¦l?
Si un huelguista de hambre exigiera que Obama levantara / el bloqueo ?lo apoyar¨ªa el Grupo Prisa?
Si los miles de cubanos que perdimos familia / en atentados de la CIA hici¨¦ramos una carta de denuncia / ?la firmar¨ªa Carlos Alberto Montaner?
Si algunas firmas meditaran antes de condenar las / c¨¢rceles ajenas ?resultar¨ªan inc¨®lumes las propias?
Si un l¨ªder del norte es un l¨ªder / ?por qu¨¦ es caudillo el que naci¨® en el sur?
Si la pol¨ªtica imperial es responsable de algunas de / nuestras desgracias ?no deber¨ªamos liberarnos tambi¨¦n / de esa parte de la pol¨ªtica imperial?
Si condenamos la guerra fr¨ªa ?nos referimos a toda / o s¨®lo a la porci¨®n ajena?
Si este Gobierno ha sido tan malo ?de d¨®nde / ha salido este pueblo tan bueno?
Aborto (marque con una cruz): / asesinato, hedonismo, piedad
Homosexuales (marque con una cruz): / Elton John advierte que Cristo era gay
?Qui¨¦n le importa al PP? (marque con una cruz): / ?Zapata o Zapatero?
Si la Casa Blanca devolviera Guant¨¢namo y acabara el / embargo ?qu¨¦ posici¨®n (com¨²n) adoptar¨ªa / el Kama-Sutra europeo?
Si el que hoy maldice ayer bendijo / ?con qui¨¦n pas¨® la noche?
Si de veras nos har¨ªa tanto da?o una amnist¨ªa / ?por qu¨¦ no me lo explican?
Si la suma de ambas intransigencias nos extingue y la / nada bald¨ªa nos arrastra al pasado ?nuestros hijos / tendr¨¢n lo que merecen?
?Qu¨¦ pasa con los negros? ?Qu¨¦ pasa con los amarillos? / ?Qu¨¦ pasa con los blancos?
?Qu¨¦ pasa con los rojos, con / los azules e incluso con los hombrecillos verdes?
Si alguien roba comida y despu¨¦s resulta que no da la vida / ?qu¨¦ hacer?
Si otro Mart¨ª naciera entre nosotros ?podr¨ªa ser / emigrante, rapero, cuentapropista, ciudadano provincial / en una chabola perif¨¦rica?
Patria, Universo, Vida, respeto al semejante / y todos Venceremos un poquito
Carta del 1 de abril de 2010 [De Carlos Alberto Montaner a Silvio Rodr¨ªguez]
El cantautor Silvio Rodr¨ªguez me ha hecho una pregunta p¨²blicamente. Se la voy a responder. Es un magn¨ªfico y admirado compositor al que debe tom¨¢rsele en cuenta. Dice Silvio: "Si los miles de cubanos que perdimos familia en atentados de la CIA hici¨¦ramos una carta denuncia ?la firmar¨ªa Carlos Alberto Montaner?". La pregunta forma parte de lo que parece ser un poema o la letra de una canci¨®n in¨¦dita. El texto se titula "Preguntas de un trovador que sue?a" y est¨¢ disponible en un website llamado Kaosenlared.net, vertedero ideol¨®gico en el que es posible leer elogios a los narcoterroristas de las FARC o a los asesinos de ETA, pero donde, de vez en cuando, aparecen cr¨ªticas l¨²cidas a la dictadura cubana.
Por supuesto, Silvio: yo firmar¨ªa esa denuncia. La CIA, como todos los servicios de inteligencia, ha hecho cosas deplorables que merecen ser censuradas. Y las ha hecho el ej¨¦rcito norteamericano cuando maltrat¨® cruelmente a los prisioneros. Y las sigue haciendo el Departamento de Justicia de Estados Unidos, y hasta la Corte Suprema, cuando priva a ciertos detenidos del amparo de la ley. Todo eso, incluida la pena de muerte, me parece abominable y contrario a un verdadero Estado de Derecho en el que se respeten las libertades individuales.
Ahora, Silvio, me toca preguntarte a ti: ?firmar¨ªas una carta en la que se denunciaran los atropellos a los presos pol¨ªticos cubanos y el acoso a las Damas de Blanco? Una carta en la que mostrar¨ªamos nuestro respeto por Orlando Zapata Tamayo, Guillermo Fari?as y todo aquel dispuesto a morir defendiendo su dignidad de ser humano. Una carta en la que solicitar¨ªamos la condena a los polic¨ªas responsables de la muerte de 41 infelices, la mayor parte ni?os y mujeres, que hu¨ªan de Cuba en un barco en la madrugada del 13 de julio de 1994. Una carta en la que los cubanos les pedir¨ªamos perd¨®n a los somal¨ªes por la matanza de miles de personas llevada a cabo en 1977 y 78 por el ej¨¦rcito cubano en la Guerra de Ogad¨¦n, cuando Cuba se ali¨® a la dictadura et¨ªope. Una carta en la que se condenara la censura, el dogmatismo, el partido ¨²nico, la persecuci¨®n a las personas por tratar de defender sus ideas pol¨ªticas, sus creencias religiosas, sus preferencias sexuales. Una carta en la que les dij¨¦ramos a los hermanos Castro que 51 a?os es un periodo demasiado prolongado para continuar imponi¨¦ndoles a los cubanos un sistema fallido y cruel en el que ya casi nadie cree, comenzando por ti, Silvio, y por tu talentoso hijo "Silvito", m¨²sico, como t¨², a quien apodan "el Libre" para diferenciarlos, porque Silvito ha decidido cantar y decir lo que piensa.
Voy a contestar por ti, Silvio: yo creo que la firmar¨ªas. Y creo que la firmar¨ªa el 90% de los cubanos, hartos ya de esa vieja dictadura de difuntos y flores. Y te dir¨ªa m¨¢s: es importante que todos los cubanos interesados en salvar el futuro (porque el pasado lo hemos hecho a?icos irremediablemente), los de la oposici¨®n democr¨¢tica y los reformistas del r¨¦gimen, como es tu caso, se encuentren en un punto medio para buscar una salida a la trampa que nos van a legar los hermanos Castro cuando decidan morirse y nos dejen como herencia un manicomio empobrecido y sin ilusiones patrullado por una legi¨®n de polic¨ªas corruptos.
Hace pocas fechas dijiste que a la palabra "Revoluci¨®n" hay que quitarle la "R" para comenzar a evolucionar. De acuerdo. ?C¨®mo se hace ese prodigio? Se hace vaciando las c¨¢rceles de presos pol¨ªticos, permitiendo la libre expresi¨®n de las ideas y la asociaci¨®n espont¨¢nea y sin coacciones de las personas. No se trata de determinar ahora hacia d¨®nde debe ir el pa¨ªs. Lo que se impone en este momento es abrir los cauces de participaci¨®n para que los propios cubanos cambien todo lo que haya que cambiar y decidan democr¨¢ticamente el rumbo que debe seguirse. Despu¨¦s, poco a poco, sin violencia, sin revanchas, pac¨ªficamente, elecci¨®n tras elecci¨®n, las piezas ir¨¢n cayendo en su lugar hasta que salgamos de la etapa actual y la sociedad, si as¨ª lo decide libremente, redefina el Estado y el perfil de la convivencia.
?Hacemos esa carta juntos? Atr¨¦vete.
Carlos Alberto Montaner
Miami
Carta del 2 de abril de 2010 [De Silvio Rodr¨ªguez a Carlos Alberto Montaner]
Montaner:
Mi hijo Silvio-Liam es una voz que comienza a extender sus verdades. El ama a nuestro Ap¨®stol, no le resulta inc¨®modo, no desea borrarlo de la Historia. A ¨¦l no le crispa que Mart¨ª haya dicho: "Viv¨ª en el monstruo y le conozco las entra?as". ?l escogi¨® ponerse "el libre" por no sentirse atado. Asume haber nacido as¨ª y su padre aplaude que lo sienta y lo diga en su clave generacional.
Desconoces la raz¨®n de un joven, pero intentas apropi¨¢rtelo. No pareces comprender mucho lo que aseguras defender. ?Ser¨¢ costumbre tuya? Dise?as una Cuba distorsionada que propagan las monstruosas cadenas. Cortando y pegando repartes un odio que ha derribado aviones llenos de inocentes. Siempre he reprobado el hundimiento del remolcador "13 de marzo". Pero qui¨¦n va a creer que te importan los muertos somal¨ªes, cuando no te interesan los cubanos que dieron su vida por un fingido pr¨®cer. A m¨ª me conforta saber que no fue en vano el sacrificio de los ca¨ªdos en Angola. No s¨®lo porque los haya visto combatir y morir pobres y limpios, sino porque fueron consagrados en la eternidad por Nelson Mandela.
Atr¨¦vete, Carlos Alberto, a afirmar que Mandela minti¨® cuando dijo que la presencia cubana en ?frica signific¨® el principio del fin del apartheid.
S¨¦ que tus argucias ser¨¢n multiplicadas mil veces m¨¢s que cualquier verdad desde Cuba. Desde esta dignidad cercada continuar¨¦ cantando lo que pienso: Sigo con muchas m¨¢s razones para creer en la Revoluci¨®n que en sus detractores. Si este gobierno es tan malo ?de d¨®nde sali¨® este pueblo tan bueno?
Atr¨¦vete un d¨ªa a respetar al pr¨®jimo. Atr¨¦vete a expulsar la soberbia. Atr¨¦vete a merecer un pueblo como este.
Silvio Rodr¨ªguez Dom¨ªnguez
La Habana, Cuba
Carta del 3 de abril de 2010 [De Carlos Alberto Montaner a Silvio Rodr¨ªguez]
Estimado Silvio Rodr¨ªguez,
Me has respondido con cierta vehemencia. No te gust¨® mi anterior contestaci¨®n a una pregunta tuya. Ojal¨¢ estos papeles tengan mejor suerte. Mi intenci¨®n no es hostilizarte, sino conversar civilizadamente. Veamos.
Dices: "Mi hijo Silvio-Liam es una voz que comienza a extender sus verdades. El ama a nuestro Ap¨®stol, no le resulta inc¨®modo, no desea borrarlo de la Historia. A ¨¦l no le crispa que Mart¨ª haya dicho: "Viv¨ª en el monstruo y le conozco las entra?as". ?l escogi¨® ponerse "el libre" por no sentirse atado. Asume haber nacido as¨ª y su padre aplaude que lo sienta y lo diga en su clave generacional".
Yo tambi¨¦n, Silvio, respeto la memoria de Mart¨ª, el m¨¢s ilustre de todos los cubanos, pero no s¨®lo el que, con bastante sagacidad y raz¨®n, tem¨ªa los impulsos imperialistas de Estados Unidos a fines del siglo XIX, sino, adem¨¢s, el que critic¨® severamente a Marx y alab¨® a los empresarios con iniciativa al grado de afirmar: "Pero los pobres sin ¨¦xito en la vida, que ense?an el pu?o a los pobres que tuvieron ¨¦xito; los trabajadores sin fortuna que se encienden en ira contra los trabajadores con fortuna, son locos que quieren negar a la naturaleza humana el leg¨ªtimo uso de las facultades que vienen con ella.
Como coincido con Mart¨ª, Silvio, y no con Fidel, a mi me parece muy bien que alguien con tu talento haya podido enriquecerse leg¨ªtimamente, tener propiedades dentro y fuera de Cuba y poseer una pr¨®spera empresa de grabaciones construida con el producto de su esfuerzo. Lo que quisiera es que ese privilegio que te han concedido se convierta en un derecho y se extienda a todos los cubanos. Es cruel y terriblemente empobrecedor que tanta gente talentosa y con iniciativa, como hay en Cuba, tenga que vivir subordinada a los caprichos de los comisarios y los bur¨®cratas.
Pero volvamos a la generaci¨®n de tu hijo, la de Silvito "el Libre", que es, tambi¨¦n, la de los m¨ªos, y la de Yoani S¨¢nchez y Gorki ?guila. ?No te parece criminal que esos j¨®venes est¨¦n obligados a suscribir las ideas y prejuicios de unos confundidos octogenarios, paralizados por el miedo y el dogmatismo, que adquirieron sus juicios morales y su percepci¨®n de la realidad y de los conflictos sociales hace sesenta a?os, en otras circunstancias radicalmente diferentes? Tenemos que liberar a las j¨®venes generaciones de esa carga nefasta para que sean capaces de construir libremente sus vidas. Eso es urgente.
Sigo con tu carta. Dices: "Dise?as una Cuba distorsionada que propagan las monstruosas cadenas. Cortando y pegando repartes un odio que ha derribado aviones llenos de inocentes. Siempre he reprobado el hundimiento del remolcador 13 de marzo".
?Ay, Silvio! ?Dise?o una Cuba distorsionada? ?Te parece poco que, desde que se instaur¨® la revoluci¨®n, hace ya m¨¢s de medio siglo, el 20 por ciento de la poblaci¨®n ha huido a bordo de cualquier cosa, pagando el intento con varios miles han muertos? ?Son falsos los fusilamientos, los maltratos en las c¨¢rceles, los actos de repudio a quienes se atreven a criticar al r¨¦gimen? ?Es mentira la censura?
?Recuerdas cuando apaleaban a los cubanos por quererse ir del pa¨ªs en aquellos "actos de repudio", que no han cesado nunca porque hoy los organizan contra las Damas de Blanco y los dem¨®cratas de la oposici¨®n? ?Se te ha olvidado como encerraban a los homosexuales en campos de concentraci¨®n, como los echaban de la Universidad tras humillarlos p¨²blicamente? ?No es verdad que en la primavera del 2003 encarcelaron y condenaron a penas de hasta 28 a?os de c¨¢rcel a 75 personas por prestar libros prohibidos, pedir un refer¨¦ndum y escribir cr¨®nicas en los diarios extranjeros?
?Qu¨¦ tiene que ver la denuncia de esas monstruosidades con el condenable derribo de un avi¨®n de "Cubana de Aviaci¨®n" lleno de inocentes, crimen que me parece repugnante? T¨² condenas, y yo creo en tu sinceridad, el hundimiento del remolcador "13 de marzo" y el asesinato en ese episodio de 41 personas, pero ?por qu¨¦ no alzaste tu voz en la Asamblea Nacional del Poder Popular para denunciar el crimen? Eras un diputado, un representante de la sociedad. ?Por qu¨¦ callaste? Si quienes pueden hablar no se atreven a hacerlo se convierten en c¨®mplices de la barbarie y contribuyen a perpetuarla. Quienes desean cambios deben proclamarlo con valent¨ªa.
Y luego dices: "Pero qui¨¦n va a creer que te importan los muertos somal¨ªes, cuando no te interesan los cubanos que dieron su vida por un fingido pr¨®cer. A m¨ª me conforta saber que no fue en vano el sacrificio de los ca¨ªdos en Angola. No s¨®lo porque los haya visto combatir y morir pobres y limpios, sino porque fueron consagrados en la eternidad por Nelson Mandela. Atr¨¦vete, Carlos Alberto, a afirmar que Mandela minti¨® cuando dijo que la presencia cubana en ?frica signific¨® el principio del fin del apartheid".
Claro, Silvio, que me importan los miles de muertos somal¨ªes exterminados por el ej¨¦rcito de Cuba en una guerra desigual y sin piedad que nada ten¨ªa que ver con la lucha contra el apartheid y s¨ª con darle una victoria a la dictadura et¨ªope, entonces aliada de la URSS. Como me importan, y mucho, los tres mil cubanos que dejaron la piel en ?frica, s¨®lo porque Fidel Castro, sin consultar con nadie, ni siquiera con el Partido Comunista, decidi¨® convertirse en un l¨ªder planetario y transform¨® a la pobre Cuba en la punta de lanza de sus apetencias de renombre internacional y en el pe¨®n m¨¢s agresivo y oportunista de la Guerra Fr¨ªa.
?Para qu¨¦ tanto sacrificio? Al final, las tropas cubanas, entre otras iron¨ªas de esa insensata carnicer¨ªa, acabaron custodiando los intereses petroleros norteamericanos en la zona de Cabinda, y hoy Angola es una naci¨®n capitalista deseosa de olvidar los a?os en los que planeaba construir un estado calcado del modelo sovi¨¦tico. En Angola ya nadie recuerda aquel proyecto revolucionario por el que murieron tantos cubanos in¨²tilmente.
?No crees que es hora de poner punto final a la utilizaci¨®n del pueblo como carne de ca?¨®n para saciar las ansias de notoriedad de una camarilla sedienta de poder y gloria? ?No crees que el arrendamiento de profesionales cubanos para pagar deudas, como si fueran esclavos, en nombre de la solidaridad internacional, es una ofensa profunda al honor nacional?
Mi admirado Mandela, Silvio, no minti¨®: tiene, sencillamente, un ¨¢ngulo diferente al m¨ªo sobre el papel de las tropas cubanas en ?frica. En todo caso, lo que me emociona de Nelson Mandela no es su discutible opini¨®n sobre el rol de las tropas cubanas en ese continente, sino esa democracia y esa libertad sin ira que les llev¨® a todos los sudafricanos en lugar de seguir el ejemplo totalitario de Fidel.
Terminas tu carta de una forma curiosa: "S¨¦ que tus argucias ser¨¢n multiplicadas mil veces m¨¢s que cualquier verdad desde Cuba. Desde esta dignidad cercada continuar¨¦ cantando lo que pienso: Sigo con muchas m¨¢s razones para creer en la Revoluci¨®n que en sus detractores. Si este gobierno es tan malo ?de d¨®nde sali¨® este pueblo tan bueno?
Concuerdo contigo, Silvio, en que la prensa libre ser¨¢ m¨¢s generosa con mis explicaciones que con las tuyas, pero no es tu culpa. El mundo al que se adscrib¨ªa la revoluci¨®n cubana se derrumb¨® con el Muro de Berl¨ªn y hoy esa dictadura es s¨®lo un viejo y desacreditado f¨®sil, apenas emparentado con Corea del Norte, porque ya ni siquiera China y Vietnam son reg¨ªmenes comunistas, aunque, lamentablemente, sigan siendo dictaduras gobernadas por un partido ¨²nico con mano de hierro.
No obstante, me parece leg¨ªtimo que contin¨²es cantando lo que piensas e insistas en defender la revoluci¨®n y la dictadura comunista. Ese es tu derecho. Te dir¨¦ m¨¢s: la Cuba con la que sue?an millones de cubanos debe ser un pa¨ªs en el que t¨² puedas cantar lo que piensas, pero en el que tambi¨¦n quepan Gloria Estefan, Willy Chirino, Paquito D?Rivera y Los Aldeanos. Una Cuba sin exclusiones.
Entre todos, Silvio, tenemos que forjar esa Cuba tolerante en la que no se persiga a nadie por manifestar sus ideas. No te equivocas cuando dices que el cubano es un pueblo "bueno". Todas las dictaduras comunistas padec¨ªan malos gobiernos, pero ten¨ªan pueblos buenos en los que no faltaban los Sajarov, los Walesa y los Havel. En Cuba tambi¨¦n abunda esa clase de h¨¦roes. Muchos est¨¢n presos.
Tenemos que encontrarnos en un claro de la historia patria para darnos ese abrazo de reconciliaci¨®n, libertad y cambio que casi todos anhelamos. Saltemos sobre nuestras diferencias, Silvio, y hagamos un mundo mejor para nuestros hijos. Un mundo democr¨¢tico y libre, como esas veinte naciones que est¨¢n a la cabeza del planeta; esas veinte naciones a las que quieren escapar tantos cubanos j¨®venes, como t¨² mismo acabas de advertir muy preocupado. Entre todos, Silvio, pac¨ªficamente, podemos cambiar nuestro destino y salvar el futuro.
Con genuina cordialidad c¨ªvica,
Carlos Alberto Montaner
Madrid.
Carta del 9 de abril de 2010 [De Silvio Rodr¨ªguez a Carlos Alberto Montaner]
(Segunda r¨¦plica a Carlos Alberto Montaner. Letan¨ªa)
Montaner:
S¨¦ que, cuando Marx muri¨®, Mart¨ª le dedic¨® algunas frases de homenaje, si mal no recuerdo "por haberse puesto de parte de los pobres". Por favor, il¨²strame y mu¨¦strame las "cr¨ªticas severas" del Ap¨®stol al autor de El Capital.
Montaner:
Antes de la Revoluci¨®n, la mayor¨ªa de los cubanos no pod¨ªa ni so?ar con tener casa propia. Mi familia entre ellos. El ¨²nico inmueble que ahora mismo poseo es mi casa. Inf¨®rmate mejor, porque hasta el d¨ªa de hoy no tengo propiedades o empresas en Cuba o en el extranjero.
Montaner:
En algunas entrevistas y canciones, a trav¨¦s de una trayectoria de m¨¢s de 40 a?os, he se?alado lo que he considerado criticable del proceso revolucionario. En otras he apoyado este proceso, sin caer jam¨¢s en el servilismo o el panfleto. No hay dualidad en esto. En ambas facetas soy el mismo cubano pretendiendo asistir a los suyos.
Montaner:
No me molesta un gobierno de ancianos. En muchas culturas antiguas tener edad, por la sensatez inmanente, era un requisito para gobernar. Acu¨¦rdate de que t¨² tambi¨¦n adquiriste tus "juicios morales, tu precepci¨®n de la realidad y de los conflictos sociales" hace medio siglo. No pretendas venderte como prospecto de la generaci¨®n del dos mil, que no te queda bien.
Montaner:
Los fusilamientos se originaron en los primeros meses de la Revoluci¨®n, contra criminales de guerra del batistato: torturadores y asesinos probados en los juicios que el pueblo de Cuba mir¨® sobrecogido. La guerra despiadada que nos impuso la CIA oblig¨® al gobierno a mantenerla como medida persuasiva. Con los a?os me he dado cuenta de que la pena de muerte es algo que debiera abolirse en todo el mundo, por incivilizada. Estoy convencido de que el cese de las hostilidades contra Cuba ser¨ªa el principio del fin de la pena de muerte en nuestra Patria.
Montaner:
La oposici¨®n, en las prisiones, enfrenta el mismo drama que en las calles: no tienen pueblo, sus posiciones los alejan de las masas. En el 2008 m¨¢s de treinta artistas e intelectuales visitamos 16 prisiones y cantamos ante m¨¢s de 40 mil reclusos. Los malos tratos que ustedes manifiestan no tienen nada que ver con la mucha preocupaci¨®n que vimos en las autoridades carcelarias de todos los penales que visitamos. El mismo hecho de que exista un movimiento de aficionados tan poderoso en las prisiones cubanas contradice profundamente la versi¨®n que ustedes propagan.
Montaner:
No estoy de acuerdo con los actos de repudio, pero otros cubanos se indignan hasta el punto de cometerlos. Los cubanos de Miami hacen lo mismo. Debe ser la parte triste de nuestro karma. Encuentro l¨®gico que las madres y esposas de los presos se preocupen por sus familiares y que lo manifiesten. No me parece muy honesto que reciban ayuda econ¨®mica de otro gobierno y mucho menos de connotados terroristas, como parece ser el caso de ciertas se?oras. La censura, como en otros pa¨ªses, existe en Cuba. Y ah¨ª donde est¨¢s ahora mismo, existe tambi¨¦n, sobre todo para los que no piensan como t¨².
Montaner:
Me parece que no te corresponde decir lo que recuerdan los angole?os. A m¨ª me consta que recuerdan mucho y bien la desinteresada ayuda de los cubanos. En Cuba nunca se ha usado una gota de combustible de Cabinda, donde estuve personalmente y vi caer a hombres extraordinarios, defendiendo ese petr¨®leo para que una Angola soberana decidiera su suerte.
Montaner:
Si tanto deseas que Cuba sea mejor, cambia tu l¨®gica y empieza a luchar contra el bloqueo. El bloqueo es genocida, inmoral, impresentable. Mientras exista ser¨¢ la justificaci¨®n para no bajar ni un ¨¢pice la tensi¨®n defensiva. Si quieres tanto a los somal¨ªes, supongo que debes querer al menos igual a los ni?os cubanos. Pues bien: los ni?os cubanos, gracias al bloqueo, este a?o no podr¨¢n entrar masivamente a los conservatorios musicales. Y no me vayas a decir que el gobierno cubano se volvi¨® loco y ahora quiere destruir lo que construy¨®. En tus manos queda hacer felices a cientos de miles de ni?os del pa¨ªs en que naciste.
Por eso, Montaner:
Lucha contra el bloqueo para que el talento que lleva 50 a?os floreciendo no se frustre.
Con probada vocaci¨®n patri¨®tica e internacionalista,
Silvio Rodr¨ªguez Dom¨ªnguez.
La Habana, 9 de abril de 2010
PD: La todopoderosa "Gran Prensa" que te apoya ya empez¨® a publicar versiones convenientes de este careo. S¨¦ dem¨®crata cabal (y c¨ªvico) y p¨ªdeles que muestren ¨ªntegras mis palabras.
Carta del 13 de abril de 2010 [De Carlos Alberto Montaner a Silvio Rodr¨ªguez]
Estimado Silvio Rodr¨ªguez:
Celebro que mantengamos este intercambio epistolar. No creo, como afirm¨® el profesor Emilio Ichikawa con humor, que es un di¨¢logo imposible porque yo no canto y t¨² no piensas. Es verdad que yo no canto, pero es evidente que t¨² piensas. S¨¦ que para ti esta pol¨¦mica tiene un costo en fricciones y presiones. Conozco el pa?o. Pero esto s¨ª va siendo una batalla de ideas y no esos aburridos mon¨®logos propagand¨ªsticos a que nos tienen acostumbrados los medios de comunicaci¨®n cubanos. Ya les he pedido a todos los websites a los que estoy vinculado y con los que tengo buenas relaciones que reproduzcan tus textos completos. Si entras en www.carlosalbertomontaner.com o en www.firmaspress.com podr¨¢s confirmarlo. Les he solicitado a los diarios que publican mi columna que no olviden incluir tus escritos. Espero que t¨² hagas lo mismo con Granma, Juventud Rebelde, Trabajadores y el resto de los sitios de Internet vinculados al r¨¦gimen cubano y a su aparato de informaci¨®n.
Silvio:
Como te veo tan firme en tu deseo de comunicar tus ideas y de informarte sin obst¨¢culos ni censuras, creo que debes pedir p¨²blica y en¨¦rgicamente esos mismos derechos para el resto de nuestros compatriotas. Eso es lo honorable. Debes encabezar esa protesta para que Yoani y los periodistas independientes puedan divulgar sus textos sin ser encarcelados, golpeados o amenazados por la polic¨ªa. Tras leer lo que escribes, estoy seguro de que te parece repugnante que la polic¨ªa pol¨ªtica se dedique a impedir que los cubanos oigan estaciones de onda corta, vean por cable los canales de la televisi¨®n extranjera y se vinculen a Internet. No es justo que s¨®lo t¨², Amaury P¨¦rez y otros pocos privilegiados tengan acceso a esas fuentes de informaci¨®n. Eso debes denunciarlo. Es un escandaloso agravio comparativo.
Silvio:
Por supuesto, es importante -luego explico por qu¨¦- que conozcas las cr¨ªticas de Jos¨¦ Mart¨ª a Marx y al socialismo. Cuando muri¨® el pensador alem¨¢n en 1883, Mart¨ª, que no ignoraba su obra, escribi¨® una frase perfecta para precisar su juicio cr¨ªtico: "Como se puso del lado de los d¨¦biles, merece honor. Pero no hace bien el que se?ala el da?o y arde en ansias generosas de ponerle remedio, sino el que ense?a remedio blando al da?o. Espanta la tarea de echar a los hombres sobre los hombres".
Es decir, Mart¨ª, como cualquier persona compasiva, admiraba las intenciones de Marx, pero como cualquier persona sensata y conocedora de la naturaleza humana, censuraba sus m¨¦todos violentos. Razonamiento que reitera a?os m¨¢s tarde en una carta a su amigo Ferm¨ªn Vald¨¦s Dom¨ªnguez: "Dos peligros tiene la idea socialista, como tantas otras: el de las lecturas extranjerizas, confusas e incompletas, y el de la soberbia y rabia disimulada de los ambiciosos, que para ir levant¨¢ndose en el mundo empiezan por fingirse, para tener hombros en los que alzarse, fren¨¦ticos defensores de los desamparados...".
Silvio:
Como has dedicado una de tus m¨¢s bellas canciones al Mayor General Ignacio Agramonte, tan admirado por Mart¨ª, el gran h¨¦roe militar y civil de la Guerra de 1868, te transcribo un p¨¢rrafo de lo que Agramonte, y probablemente muchos de los jefes insurrectos m¨¢s educados, pensaban del centralismo y del comunismo: "La centralizaci¨®n hace desaparecer ese individualismo, cuya conservaci¨®n hemos sostenido como necesaria a la sociedad. De all¨ª al comunismo no hay m¨¢s que un paso; se comienza por declarar impotente al individuo y se concluye por justificar la intervenci¨®n de la sociedad en su acci¨®n destruyendo su libertad, sujetando a reglamento sus deseos, sus pensamientos, sus m¨¢s ¨ªntimas afecciones, sus necesidades, sus acciones todas".
Hay otros pasajes muy reveladores que muestran el rechazo del Ap¨®stol al colectivismo (como la rese?a que Mart¨ª le hace a La futura esclavitud de Herbert Spencer), pero a estas alturas discutir lo que Mart¨ª pensaba de Marx y del socialismo ser¨ªa un ejercicio acad¨¦mico casi in¨²til, si no fuera porque Fidel Castro ha montado la legitimaci¨®n hist¨®rica de su dictadura sobre la falsificaci¨®n del pensamiento de Mart¨ª.
Silvio:
El absurdo silogismo que Fidel les ha impuesto a los cubanos, y que espero que t¨², como persona inteligente, no suscribas, tiene la siguiente secuencia: la revoluci¨®n tom¨® el curso marxista porque ¨¦sa, o muy cercana a ¨¦sa, era la ideolog¨ªa de Mart¨ª; quienes gobernaron la Rep¨²blica, entre 1902 y 1958, traicionaron el ideario martiano; los revolucionarios que derrotaron a Fulgencio Batista, y desde entonces controlan el pa¨ªs, son los verdaderos herederos del esp¨ªritu de Mart¨ª y de los mambises que pelearon contra Espa?a por la independencia.
El colof¨®n de esta disparatada fantas¨ªa hist¨®rica, absolutamente alejada de la verdad, es que la autoridad moral para mandar a los cubanos la tiene Fidel Castro con car¨¢cter permanente porque ¨¦l es el descendiente directo de Mart¨ª, una figura por la que los cubanos tenemos una devoci¨®n especial, ergo su estirpe moral, la de Fidel, es la de los luchadores independentistas del siglo XIX.
Silvio:
No es cierto: las ra¨ªces del r¨¦gimen cubano est¨¢n en las supersticiones del marxismo-leninismo, en el modelo de gobierno calcado de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, y en las pr¨¢cticas de control pol¨ªtico aprendidas del KGB. Mart¨ª, que era un dem¨®crata liberal convencido de las virtudes republicanas, creyente en la existencia de los derechos naturales, no tiene la menor responsabilidad en este engendro. Fueron Fidel, Ra¨²l y el Che los que traicionaron un movimiento insurreccional que promet¨ªa elecciones democr¨¢ticas, libertades y la vuelta a la Constituci¨®n de 1940. Lejos de venir de Mart¨ª, la dictadura de los Castro traicion¨® el ideario martiano. ?Recuerdas cuando Fidel, al principio, juraba una y otra vez que ni ¨¦l ni la Revoluci¨®n eran comunistas?
Silvio:
Es verdad que muchos cubanos no ten¨ªan casa propia. La nuestra, la que visitaba Fidel para conversar con mi padre, su amigo, en la calle Tejadillo, y a donde alguna vez acudi¨® junto a mi t¨ªo Pepe Jes¨²s Ginjaume Montaner, jefe de Fidel en la violenta organizaci¨®n llamada Uni¨®n Insurreccional Revolucionaria (UIR), tambi¨¦n era alquilada. ?Y qu¨¦? Celebro que hayas podido comprar una casa con el fruto de tus ¨¦xitos. Pero, ?la puedes vender? ?Puedes disponer de ella como en los pa¨ªses libres disponemos de las propiedades? Si es as¨ª, gozas de un raro privilegio. En cambio, si te sucede como al resto de los cubanos, no has comprado una casa, sino el precario derecho a usar una vivienda en las condiciones que el gobierno dispone. Cuba, adem¨¢s, debe ser el ¨²nico pa¨ªs de Occidente en el que un buen profesional, trabajador, prudente y ahorrativo, no puede adquirir propiedades con el fruto de su esfuerzo porque el gobierno lo impide. No todos tienen tu suerte.
Silvio:
Los cubanos quieren tener propiedades realmente. Quieren poder venderlas y comprarlas sin que el Estado los persiga. Quieren abrir sus propios negocios, como hacen los extranjeros. Quieren retomar el control de sus vidas, secuestradas por los bur¨®cratas del Partido bajo la vigilancia de la polic¨ªa pol¨ªtica. Quieren generar riqueza y disfrutarla. ?Por qu¨¦ los jugadores de b¨¦isbol o los boxeadores no pueden explotar su talento en el extranjero en su propio beneficio sin ser tratados como traidores por el gobierno? ?Por qu¨¦ para poder vivir bien tienen que arriesgarse a navegar en una balsa hasta la Florida o "desertar" en un viaje al extranjero? ?C¨®mo se puede defender un r¨¦gimen que declara que el cerebro de la Dra. Hilda Molina (entre mil ejemplos) le pertenece a la revoluci¨®n y la deja retenida en Cuba durante m¨¢s de una d¨¦cada sin poder usar ni su cerebro ni sus h¨¢biles manos de neurocirujana? ?No te resulta eso un atropello abominable contra el derecho de las personas a definir y buscar su propia felicidad?
Silvio:
Supongo que una parte importante de tus ingresos deriva de los d¨®lares o euros que recibes en calidad de derechos de autor. Eso me parece muy bien, pero ?qu¨¦ pasa con ese 99.99% de cubanos a los que solamente les pagan en pesos? Oficialmente, el peso y el CUC, que es la divisa convertible cubana, valen aproximadamente lo mismo. El salario promedio de los cubanos es de unos 300 pesos. Sin embargo, en el mercado paralelo, que es oficial y es el de verdad, el que cuenta, el cambio es de 20 a 1. Los cubanos ganan, realmente, unos cincuenta centavos de d¨®lar al d¨ªa. Es la estafa perfecta, Silvio. El gobierno, como los peores tah¨²res, maneja dos monedas: a los obreros cubanos les pagan por su trabajo con la moneda mala, pero les venden los productos apetecibles en la buena.
Silvio:
Dices que has se?alado lo que te parece criticable del proceso. No me consta. Ojal¨¢. Como soy admirador de tu obra conozco varias de tus canciones, pero no todas. No s¨¦ si alguna vez alzaste tu voz en el parlamento contra la represi¨®n y la censura, o si escribiste alguna canci¨®n en defensa del proletariado esquilmado y sin derechos, pero, si ocurri¨®, yo no tuve noticias. Ignoro si alguna vez te inspiraste en los miles de balseros ahogados tratando de alcanzar la libertad. No recuerdo una sola l¨ªnea tuya en defensa de los h¨¦roes de la revoluci¨®n fusilados o encarcelados por la dictadura. Ojal¨¢ existan esos testimonios.
Silvio:
No estoy hablando de los militares de Batista, que fueron, por cierto, condenados a muerte o a largas penas en juicios sumarios sin garant¨ªas, sino de Huber Matos, Comandante de la Revoluci¨®n, que pas¨® 20 a?os en la c¨¢rcel por escribirle a Fidel una carta privada en la que renunciaba al Ej¨¦rcito Rebelde por no estar de acuerdo con el comunismo. Me refiero a Mario Chanes, que acompa?¨® a Fidel y a Ra¨²l en el asalto al Moncada y luego en la expedici¨®n del Granma, y cumpli¨® 30 a?os de presidio injusto. Me refiero a los cientos de dirigentes y militantes de la revoluci¨®n a los que la dictadura mat¨® o tritur¨® en las c¨¢rceles. Supongo, Silvio, en que concuerdas conmigo en que esa crueldad era criticable. ?La denunciaste?
Silvio:
Afirmas que no te molesta padecer un "gobierno de ancianos" y me adviertes que yo tambi¨¦n form¨¦ mis juicios morales, mi percepci¨®n de la realidad y de los conflictos sociales hace medio siglo. Pero hay una diferencia, Silvio: el rasgo m¨¢s evidente y lamentable de los hermanos Castro es la incapacidad para aprender y cambiar. Estos se?ores, tras medio siglo de fracasos, y tras haber devastado a Cuba con los caprichos m¨¢s inveros¨ªmiles (desde fabulosas vacas lecheras hasta dulces vaquitas enanas y caseras; desde gallineros dom¨¦sticos hasta hortalizas hidrop¨®nicas en el cuarto de ba?o), contin¨²an aferrados al disparate del colectivismo como objetivo de la sociedad y al palo y a la represi¨®n para alcanzarlo.
Silvio:
Estos hermanos son incapaces de aprender. Son autistas pol¨ªticos indiferentes a la realidad. Confunden la terquedad con los principios. ?No escuchaste a Ra¨²l, muy ufano, decir recientemente que primero desaparecer¨ªa la Isla antes que cambiar? Y Fidel lo felicit¨® al d¨ªa siguiente, lo que era una forma de felicitarse a s¨ª mismo, porque lleva d¨¦cadas insistiendo en esa barbaridad, como si la vida de millones de compatriotas les importara un r¨¢bano.
Silvio:
Y es que les importa un r¨¢bano. ?Recuerdas -Ra¨²l aludi¨® a aquel episodio muy orgulloso- durante la peligros¨ªsima Crisis de los Misiles de 1962, cuando el mundo estuvo al borde de la destrucci¨®n, el mensaje de Fidel a Kruschev pidi¨¦ndole que atacara preventivamente a Estados Unidos y desatara la Tercera Guerra mundial, a sabiendas de que en la represalia morir¨ªan todos los cubanos? Pero lo terrible no es que entonces aquellos j¨®venes desbordantes de testosterona revolucionaria hayan incurrido en esa petici¨®n irresponsable y asesina, sino que, medio siglo m¨¢s tarde, ya ancianos y llenos de nietos, reinciden en la misma imprudencia criminal. Eso es lo grave: no cambian.
Silvio:
Como me comparas con los Castro, porque tambi¨¦n a los 67 a?os ya soy viejo, te explico la diferencia entre los Castro y la mayor parte de los adultos. El problema no est¨¢ en la edad. Hay viejos como Adenauer, Churchill, De Gaulle o Reagan que sirvieron a sus pa¨ªses en la ancianidad. Como soy un hombre normal, abierto a las influencias exteriores, siempre dispuesto a aprender de la experiencia y a pedir perd¨®n cuando me he equivocado o a revocar decisiones err¨®neas, he cambiado mucho a lo largo de mi vida y, creo, para bien.
Silvio:
Comenc¨¦ siendo, como tantos cubanitos ignorantes de hace medio siglo, un "revolucionario" radical confiado en que la justicia y el buen gobierno llegar¨ªan a mi pa¨ªs de la mano de un grupo de barbudos bienintencionados. Luego, cuando me desenga?¨¦, a base de pared¨®n y calabozo, pas¨¦ a ser un socialdem¨®crata confiado en el papel redistribuidor de un estado justiciero. M¨¢s tarde, por las lecturas y la experiencia, me transform¨¦ en un liberal convencido de la superioridad moral y pr¨¢ctica de las ideas de la libertad para lograr sociedades m¨¢s pr¨®speras, libres y habitables. En suma, mientras millones de cubanos, y yo entre ellos, hemos cambiado, estos empedernidos hermanos Castro contin¨²an anclados en el lugar de origen, repitiendo e insistiendo en las tonter¨ªas que aprendieron en las conversaciones de caf¨¦ cuando eran unos mozalbetes escasamente instruidos. Eso es grav¨ªsimo.
Silvio:
Esa incapacidad para rectificar que tienen estos dos se?ores (y otros de su entorno) es lo que explica uno de los fen¨®menos m¨¢s asombrosos de cuantos ha generado la revoluci¨®n cubana: el intenso fracaso material que ha provocado. Por primera vez, en los cientos de a?os que tiene Cuba de historia occidental, tres generaciones sucesivas de cubanos han padecido la extra?a experiencia del empobrecimiento progresivo. Ma?ana siempre es peor que hoy. En Cuba, hasta la llegada de la revoluci¨®n, la norma era que los padres viv¨ªan mejor que los abuelos y los hijos mejor que sus padres. Pero esa tradici¨®n termin¨® cuando estos caballeros tomaron el tim¨®n del pa¨ªs y los cubanos aprendieron la amarga lecci¨®n de que la vida, lejos de mejorar, empeoraba. Hasta Ra¨²l Castro lo ha admitido p¨²blicamente, desesperado, cuando manifest¨® que ni siquiera hay leche para los ni?os cubanos cuando pasan de los siete a?os. ?Te imaginas? Ni un miserable vaso de leche.
Silvio:
Ese es el gobierno m¨¢s ineficiente que hemos padecido los cubanos en toda nuestra atormentada historia. La calidad material m¨ªnima de cualquier sociedad se mide por seis elementos b¨¢sicos: la alimentaci¨®n, la vivienda, la electrificaci¨®n, el transporte, las comunicaciones y el acceso al agua potable. En los seis, la revoluci¨®n ha transformado la convivencia en una pesadilla. La comida escasea, est¨¢ racionada, es muy pobre o es inalcanzable para el sueldo miserable de los trabajadores. Hay un d¨¦ficit de viviendas que excede al mill¨®n de unidades, mientras m¨¢s de la mitad de los hogares est¨¢n en condiciones deplorables. Cuando falta el subsidio petrolero de Hugo Ch¨¢vez, como cuando desapareci¨® el que proporcionaba la URSS, cortan la luz intermitentemente. El acceso a tel¨¦fonos o correo es de los peores de Am¨¦rica Latina, y no digamos Internet, que se obstruye por razones pol¨ªticas. Las calles, carreteras y transporte p¨²blico son un castigo demoniaco contra el pueblo. Los acueductos, infectos y rotos, pierden el 60% del agua disponible y la que llega es poca y espor¨¢dica. ?Si en medio siglo de gesti¨®n, sin ninguna obstrucci¨®n parlamentaria, lejos de solucionar estos problemas esenciales, ese gobierno, minuciosamente torpe, los ha agravado, qui¨¦n puede creer que, con el mismo sistema, con los mismos m¨¦todos y con la misma gerencia, alg¨²n d¨ªa los resultados van a ser diferentes?
Silvio:
Celebro que estemos de acuerdo en que hay que abolir la pena de muerte. Pero no es cierto que esa medida cruel se deba al acoso de la CIA. T¨² sabes perfectamente que mucho antes de que el gobierno de Estados Unidos intentara derrocar la dictadura comunista, la revoluci¨®n, desde su inicio mismo, hab¨ªa fusilado a miles de personas. T¨² no ignoras que, incluso antes de triunfar, ya los rebeldes fusilaban sin miramientos en la Sierra Maestra. Los Castro no conocen mejor escarmiento ni mejor forma de intimidaci¨®n que el pared¨®n. Matan, sencillamente, porque para ellos la vida de los otros no vale nada. Ni siquiera la del general Arnaldo Ochoa y el coronel Tony de la Guardia, sus mejores oficiales.
Silvio:
He o¨ªdo antes el argumento de que los dem¨®cratas de la oposici¨®n carecen del apoyo del pueblo. Lo escuch¨¦ en la Espa?a del franquismo donde, en efecto, el Partido Socialista apenas ten¨ªa un centenar de miembros activos antes de la desaparici¨®n del Caudillo. Lo escuch¨¦ en Checoslovaquia, cuando se burlaban de la Carta 77 que encabez¨® mi admirado Vaclav Havel, porque la oposici¨®n contra la dictadura comunista apenas llegaba a dos docenas de valientes. ?Y qu¨¦ ocurri¨® cuando se abrieron los cauces de participaci¨®n y los oprimidos pudieron decir su verdad? Ocurri¨® que los dem¨®cratas instant¨¢neamente se multiplicaron por millones y los partidos oficialistas se encogieron hasta casi desvanecerse en medio de la verg¨¹enza. Ocurri¨® que el pueblo pudo estrenar su verdadero rostro y manifestar sus creencias reales. En Cuba no ser¨¢ diferente.
Silvio:
T¨² opinas que en las c¨¢rceles cubanas se trata bien a los prisioneros. ?Qu¨¦ es para ti encerrar durante a?os en un calabozo tapiado, sin luz, en medio de alima?as, casi sin alimentos ni agua, a numerosos presos pol¨ªticos? ?Qu¨¦ son para ti las golpizas a las que los someten? Pero m¨¢s importante que tu opini¨®n o la m¨ªa es la de Amnist¨ªa Internacional, la de Human Rigths Watch, la de la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos. ?Por qu¨¦ no deja Cuba que una misi¨®n imparcial de la Cruz Roja recorra las prisiones y hable sin testigos con los prisioneros? Hay varios libros estremecedores que describen la vida cotidiana en el presidio pol¨ªtico cubano de hombres y mujeres: los escribieron, entre otros, Huber Matos, Jorge Valls, Reinol Gonz¨¢lez, Armando Valladares, Alejandro Gonz¨¢lez Raga y Ana L¨¢zara Rodr¨ªguez. Son testimonios terribles e irrefutables.
Silvio:
No te parece honesto que los disidentes y las Damas de Blanco reciban ayuda de otros gobiernos. Sin embargo, sabes que el art¨ªculo duod¨¦cimo de la Constituci¨®n cubana de 1976 dice lo siguiente: "[Cuba] reconoce la legitimidad de las guerras de liberaci¨®n nacional, as¨ª como la resistencia armada a la agresi¨®n y a la conquista, y considera su derecho y su deber internacionalista ayudar al agredido y a los pueblos que luchan por su liberaci¨®n". Y no ignoras que el r¨¦gimen cubano ha practicado intensamente ese internacionalismo revolucionario, contribuyendo con adiestramiento, recursos econ¨®micos, hombres, armas y explosivos a grupos y movimientos insurreccionales de diversos pa¨ªses del mundo.
Silvio:
Si crees en ese derecho que el gobierno cubano se arroga a practicar el internacionalismo revolucionario y ayudar a sus aliados y correligionarios, por un m¨ªnimo de decoro intelectual admitir¨¢s el derecho de los pa¨ªses libres a practicar el internacionalismo democr¨¢tico y a ayudar a los suyos, aunque en el caso cubano apenas se trate de darles a los disidentes peque?as computadoras, acceso a Internet, material de lectura, tel¨¦fonos celulares, alg¨²n dinero para sostener a las familias de los presos pol¨ªticos y apoyo diplom¨¢tico, porque hace varias d¨¦cadas que nadie recurre en Cuba a la violencia pol¨ªtica. Te recuerdo, adem¨¢s, lo importante que fue la ayuda de la Internacional Socialista y de las Fundaciones alemanas para el establecimiento de la democracia en Espa?a tras la muerte de Franco y en Chile durante el refer¨¦ndum que le puso fin al gobierno de Pinochet. Esa solidaridad no s¨®lo es muy com¨²n: es muy conveniente para la libertad de Cuba.
Silvio:
Lo decente es que las fuerzas democr¨¢ticas del mundo libre ayuden a sobrevivir a las Damas de Blanco y a todos los dem¨®cratas de la oposici¨®n, al menos hasta que se vac¨ªen las c¨¢rceles, puedan organizarse p¨²blicamente, participen en la vida p¨²blica, formen parte del parlamento y defiendan sus ideas sin el riesgo de ser exterminados. Lo natural es ayudar a las v¨ªctimas. Al fin y al cabo, el tejido ideol¨®gico de estos disidentes es el mismo que encuentras en el Parlamento Europeo y en la arena pol¨ªtica de todos los pa¨ªses libres: democristianos, socialdem¨®cratas, liberales y conservadores. Tenderles una mano solidaria a los disidentes perseguidos dentro de Cuba no s¨®lo es legal, es lo moralmente justificable.
Silvio:
?Por qu¨¦ crees que el Parlamento Europeo conden¨® al gobierno cubano por 509 votos procedentes de todo el arco democr¨¢tico contra 30 de los comunistas? Lo hizo por solidaridad con sus pares cubanos. Por supuesto que lo ¨¦tico es que nos ayuden en esta etapa tr¨¢gica de nuestra historia. A todas estas fuerzas internacionales, convocadas en nuestro auxilio por la oposici¨®n democr¨¢tica cubana del interior y del exterior, les irrita la burla del gobierno de los Castro, capaz de firmar en la Cumbre iberoamericana de Vi?a del Mar en 1996 su adhesi¨®n a los comportamientos democr¨¢ticos, para luego pisotear ese compromiso, de la misma manera que m¨¢s tarde ignor¨® el acuerdo firmado con la ONU en el 2008 de respetar los derechos humanos. Ya se agot¨® la paciencia internacional con un r¨¦gimen que no cumple nada de lo que promete.
Silvio:
Dices no estar de acuerdo con los actos de repudio, y te creo, pero no es cierto que ocurran porque "otros cubanos", espont¨¢neamente, se indignan contra personas como las Dama de Blanco y las agreden. Esos actos est¨¢n orquestados por la polic¨ªa pol¨ªtica y el Partido Comunista, como puede comprobar cualquiera que entre en el blog de pen¨²ltimosd¨ªas.com y vea el facs¨ªmil de la planilla con las instrucciones para los matones de las turbas conocidas como "Brigadas de respuesta r¨¢pida". Deben llevar "palos, cabillas y cables" para golpear a cualquiera que se manifieste. Son operaciones parapoliciacas y ni siquiera son novedosas: en todas las dictaduras comunistas y fascistas han existido variantes de este procedimiento de control social. No me detengo a refutar la equivalencia que haces con las manifestaciones anticastristas de los cubanos de Miami porque me parece una broma. Las diferencias son abismales.
Silvio:
Y llegamos al tema del bloqueo, tu plato fuerte. Me pides que me manifieste contra el bloqueo. Por supuesto que lo har¨¦. Yo tambi¨¦n quiero que se elimine, pero antes tenemos que dejar aclarados varios aspectos de este asunto. En primer t¨¦rmino, como los cubanos sabemos muy bien, Estados Unidos es el principal vendedor de alimentos a Cuba, mientras las remesas de los exiliados constituyen una de las primeras fuentes de ingreso de la Isla. Asimismo, Estados Unidos es el ¨²nico pa¨ªs que alivia las presiones migratorias que sufre el gobierno cubano otorg¨¢ndole nada menos que 20,000 visas todos los a?os. En esas condiciones, hablar de un embargo, y mucho menos de un bloqueo, es una exageraci¨®n. De los siete mil millones de personas que pueblan el planeta, Cuba puede comerciar, y comercia, con seis mil setecientos. De los dos centenares de estados organizados que existen en el mundo, Cuba puede comerciar, y comercia, con 199 que representan el 75% del PIB planetario.
Silvio:
Ninguna persona informada pone en duda que el desastre econ¨®mico cubano se debe, fundamentalmente, a la inherente improductividad de los sistemas colectivistas de corte marxista-leninista, sumada, en este caso, a la caprichosa e incompetente gerencia revolucionaria. No es el bloqueo. Como se ha probado hasta la saciedad, el colectivismo autoritario es un modelo econ¨®mico fallido. Basta con comparar a las dos Corea o las dos Alemania para comprobarlo.
Silvio:
En todo caso, hay dos maneras de enfrentarse al embargo. Una es puramente propagand¨ªstica, encaminada a culpar a Estados Unidos del horror de la pobreza cubana, pero sin el deseo real de que sea eliminado. Es en ¨¦sa en la que se entretiene el gobierno de La Habana y en la que invierte un notable caudal de recursos y energ¨ªa. El otro camino, el serio, el de quienes queremos que realmente se levante, es el que te describo a continuaci¨®n.
Silvio:
Para levantar el embargo, el gobierno cubano no puede saltarse a la oposici¨®n democr¨¢tica. Tiene que pactar. Es el eficiente lobby de los cubano-americanos y son las h¨¢biles maniobras de los legisladores de este origen lo que mantiene vigente esas medidas en la administraci¨®n norteamericana. Si la dictadura realmente desea que se levante el embargo, s¨®lo tiene que hacer cuatro concesiones totalmente razonables que le ganar¨¢n el aplauso universal:
- Amnistiar a los presos pol¨ªticos.
- Concederles a los cubanos el derecho de libre asociaci¨®n.
- Permitirles que se expresen libremente.
- Acabar con el embargo interior y dejar que los cubanos libremente entren en Cuba o salgan de ella.
Silvio:
Me dir¨¢s que est¨¢s de acuerdo con esas medidas, pero que te parece abusivo que se le exija a Cuba lo que no se le exige a China. A lo que te respondo que las transacciones pol¨ªticas no se dan en el marco abstracto de la filosof¨ªa, sino en el de las realidades, y es una necedad ignorar esta verdad. ?El gobierno cubano quiere realmente que se levante el embargo o todo lo que pretende es jugar con la propaganda?
Silvio:
Como consecuencia de la larga dictadura de los Castro, el 20% de los cubanos han tenido que emigrar a Estados Unidos durante medio siglo y all¨ª han adquirido poder y han aprendido a usarlo, como hacen los jud¨ªos con relaci¨®n a Israel y los afroamericanos con respecto a ?frica. El r¨¦gimen cubano no ha podido ni podr¨¢ vencer ese obst¨¢culo, a menos que decida hablar con su propio pueblo. No es cuesti¨®n de dar gritos, insultar a sus oponentes y montar campa?as estridentes, sino de conversar con serenidad.
Silvio:
Lo sensato, para terminar con el embargo y para solucionar los problemas del pa¨ªs, es que gobierno y oposici¨®n se sienten de buena fe a hablar civilizadamente con un temario abierto. Estoy seguro de que en un plazo corto una relaci¨®n de ese tipo rendir¨¢ sus frutos, se levantar¨¢ el embargo y estaremos en el camino de la concordia. Me imagino que muchos reformistas dentro del r¨¦gimen estar¨¢n de acuerdo conmigo y deseosos de que comience cuanto antes ese proceso.
Silvio:
Te propongo, con la mejor buena fe, que creemos los dos un comit¨¦ para luchar conjunta y simult¨¢neamente contra el embargo norteamericano, a favor de conceder la amnist¨ªa a los presos pol¨ªticos, a favor de otorgar el derecho a la libertad de asociaci¨®n y expresi¨®n, a favor de que los cubanos puedan entrar y salir libremente de Cuba. Ese comit¨¦ pudiera ser el comienzo de la reconciliaci¨®n, la paz y el progreso para nuestro pa¨ªs que los dos deseamos. Conquistemos juntos un futuro mejor para nuestros hijos.
Espero tu respuesta con mucho inter¨¦s. Va un abrazo c¨ªvico y cordial,
Carlos Alberto Montaner
SILVIO RODRIGUEZ: tercera r¨¦plica a Carlos Alberto Montaner
Montaner:
Veo que te est¨¢s esforzando, pero yo no puedo pasarme la vida en esto, que para ti es como ir a tu oficina y para m¨ª significa ausentarme mi trabajo. Me despido con la misma propuesta que ya hice: abandona la guerra fr¨ªa, ponte a luchar contra el bloqueo, hazle bien a la ni?ez de esta tierra en que t¨² fuiste ni?o. Si eres capaz de dignificarte ante la infancia, todos venceremos un poquito.
Cordialmente,
Silvio Rodr¨ªguez.
PUNTO FINAL
Carlos Alberto Montaner
De acuerdo, Silvio. Entiendo tus razones para interrumpir el intercambio de cartas. De lo escrito por ti saco algunas conclusiones positivas. Espero, cuando se acerque la hora de los cambios profundos, que est¨¦s entre los que contribuyan a la llegada de la libertad y la democracia. Poco antes de escribir esta nota final tuve noticias de que otros reformistas, animados por tu ejemplo, quieren hacerse o¨ªr y tambi¨¦n est¨¢n dispuestos a escuchar. Ojal¨¢ sea cierto. ?se es un buen s¨ªntoma y ¨¦se es el camino. Va un abrazo cordial en la distancia.
Ojal¨¢ pueda d¨¢rtelo pronto en una Cuba libre.
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