Taxi, por favor, ll¨¦veme a Berl¨ªn

Madrid-Berl¨ªn a dos euros por kil¨®metro. Los viajeros atrapados en el aeropuerto de Barajas buscan maneras de salir. Por ejemplo, pagar m¨¢s de 4.000 euros por dos carreras (dos personas en cada coche) de 2.300 kil¨®metros en taxi hasta Berl¨ªn. Otros se suben a un autob¨²s para recorrer miles de kil¨®metros hasta su lugar de destino o esperan en los hoteles de alrededor a que la ceniza del dichoso volc¨¢n Eyjafjalla se esfume de una vez.

La nube volc¨¢nica es un boleto de loter¨ªa para los taxistas. Los que hacen cola en Barajas pueden encontrarse con un viajero corriente que haga una carrera de 20 euros o una v¨ªctima colateral del volc¨¢n, lo suficientemente rica o necesitada como para pagar un desplazamiento al extranjero. A Tom¨¢s, un taxista de Madrid, le ha tocado el boleto esta ma?ana, pero no ha podido cobr¨¢rselo: "Vinieron dos se?ores y dijeron que quer¨ªan ir a Berl¨ªn; ahora, como mi coche tiene ya 700.000 kil¨®metros no pude hacer el servicio. Se los llev¨® para all¨¢ otro compa?ero", ha dicho el taxista esta ma?ana, que calcula el precio de las carreras: "Unos 4.000 euros [entre ambos], seguro, m¨¢s los gastos de peajes, alojamiento y comida del taxista".

El negocio es redondo para el taxista que tenga suerte y un coche potente. En el caso de Berl¨ªn, se tarda tres d¨ªas en ir y venir. Tres jornadas de taxi rinden unos 500 euros en la capital. El chollo generado por el volc¨¢n supondr¨¢ para cada uno de estos conductores unos 1.500 euros de beneficio adicional. Los dem¨¢s compa?eros esperan su ocasi¨®n, como explica Tom¨¢s: "Todos los que est¨¢n guardando cola esperan la oportunidad de que llegue un se?or que tenga que irse de all¨ª por narices".

Aguantando en el "hall" del hotel

A cinco kil¨®metros del aeropuerto, en un hotel se pod¨ªan encontrar esta ma?ana otra clase de situaciones. Como la de una compa?¨ªa de 12 artistas colombianos, llegados de Bogot¨¢ y Sao Paulo, que aguardan a coger un autob¨²s que los lleve tambi¨¦n a Berl¨ªn. "A las cinco y media nos viene a buscar un bus desde Bilbao para llevarnos all¨ª", explicaba esta ma?ana el alem¨¢n Matthias Pees, coordinador del grupo. Dentro del hotel descansaban en los sof¨¢s los m¨²sicos, con una pila de maletas e instrumentos enfundados a su lado. Dioselino Rodr¨ªguez, de 68 a?os, comentaba su situaci¨®n con paciencia: "Bueno, aqu¨ª, esperando a salir para ir a hacer nuestras bobaditas, tocar arrullo, bambaca, caramba, m¨²sica tradicional".

A pocos metros, una familia danesa, que se qued¨® estancada en Madrid cuando volv¨ªa a su pa¨ªs de unas vacaciones Gran Canaria, contaba sus planes: "Ten¨ªamos que salir el viernes y nos han retrasado el vuelo al lunes. Pero seg¨²n las predicciones que conozco no habr¨¢ aviones a Copenhague hasta el jueves o el viernes que viene. Si el pr¨®ximo s¨¢bado seguimos aqu¨ª, vendr¨¢ mi cu?ado a buscarnos en coche", comenta Thomas Jensen, de 35 a?os. Este dan¨¦s, mientras tanto, se prepara para dejar sus vacaciones ma?ana y comenzar a trabajar por ordenador desde el hotel: "Mi jornada empieza el lunes a las seis de la ma?ana y acaba a las cinco de la tarde; as¨ª que estar¨¦ disponible", dice Jensen, empleado de la firma de l¨¢cteos Arla. De su hotel logr¨® salir por la ma?ana en autob¨²s un grupo de finlandeses. Les quedan por delante 3.600 kil¨®metros de carretera.