Guerra de colores
Mientras los 'rojos' piden m¨¢s democracia, los 'amarillos' exigen que se elija por sufragio universal s¨®lo al 30% de los diputados
Durante las ¨²ltimas semanas, los llamados camisas rojas del Frente Unido a Favor de la Democracia y contra la Dictadura (UDD) han ocupado algunas zonas del centro de la capital tailandesa para pedir la disoluci¨®n del parlamento y la convocatoria de nuevas elecciones. El UDD es un grupo de presi¨®n creado en 2006 para apoyar al ex primer ministro y multimillonario Thaksin Shinawatra, que se encuentra en el exilio desde que fue derrocado por un golpe de Estado en 2006. Para sus detractores, los camisas rojas del UDD no son m¨¢s que unos t¨ªteres del pol¨¦mico Thaksin.
Sin embargo, los propios camisas rojas y numerosos analistas sostienen que esta organizaci¨®n trasciende al propio Thaksin para erigirse en un movimiento a favor de la democracia en un pa¨ªs donde el poder pol¨ªtico y econ¨®mico se concentra en manos de unas ¨¦lites muy arraigadas. Adem¨¢s, el conflicto pol¨ªtico tailand¨¦s ha puesto de manifiesto la profunda brecha que existe en la sociedad tailandesa entre la empobrecida poblaci¨®n rural de las provincias del norte, y los inmigrantes que viven en Bangkok procedentes de esa zona, y amplios sectores de la clase media de la capital.
Los representantes de este ¨²ltimo grupo son los camisas amarillas de la Alianza Popular para la Democracia (APD), dirigida por el magnate de la prensa Sondhi Limthongkul y el carism¨¢tico ex oficial del ej¨¦rcito y ex gobernador de Bangkok, Chamlong Srimuang, junto con algunos miembros del Partido Dem¨®crata (actualmente en el Gobierno) y pol¨ªticos vinculados al Ej¨¦rcito y al palacio real. Los camisas amarillas son firmes defensores de la monarqu¨ªa (su color distintivo es el de la Casa Real) y cuentan con el respaldo impl¨ªcito de la corona. De hecho, la reina Sirikit les ha apoyado p¨²blicamente en m¨¢s de una ocasi¨®n.
Las reiteradas protestas de los camisas amarillas contra Thaksin fueron las que precipitaron en 2006 el golpe de Estado contra su Gobierno. Los camisas amarillas acusan a Thaksin de corrupto, de haberse enriquecido gracias a su cargo y de haber comprado los votos que se lo otorgaron. Para evitar que Thaksin o sus ac¨®litos vuelvan a acceder al poder a trav¨¦s de las urnas, los camisas amarillas, que estos d¨ªas han amenazado con poner fin a las protestas de los camisas rojas si no lo hace el Gobierno, abogan por un sistema pol¨ªtico en el que se elija por sufragio universal s¨®lo al 30% de los diputados y al 70% restante lo nombre un organismo dependiente de la corona.
El rey Bhumibol Adulyadej, que oficialmente reina pero no gobierna al tratarse de una monarqu¨ªa constitucional, ha desempe?ado hist¨®ricamente el papel de ¨¢rbitro imparcial en este tipo de crisis. Sin embargo, la preferencia de la corona por el bando de los camisas amarillas podr¨ªa haber despojado al rey de la autoridad moral necesaria para mediar en la crisis y, de momento, el monarca no se ha pronunciado.
Los camisas rojas, cuyos l¨ªderes tienen un perfil mucho m¨¢s bajo que el de los amarillos, son un movimiento bastante menos centralizado y m¨¢s heterog¨¦neo y sus miembros, seg¨²n se?ala el polit¨®logo tailand¨¦s Giles Ungpakorn, "pertenecen a comunidades que se han organizado espont¨¢neamente en todo el pa¨ªs y en Bangkok".
Su apoyo a Thaksin Shinawatra se debe a algunas pol¨ªticas muy populares que este introdujo para beneficiar a los sectores menos favorecidos de la sociedad. La m¨¢s famosa fue su programa de sanidad universal por el que los tailandeses s¨®lo ten¨ªan que pagar 30 baht (unos 70 c¨¦ntimos de euro) por cada consulta m¨¦dica. Esto, en teor¨ªa, facilit¨® el acceso a la sanidad al 96% de la poblaci¨®n. Otras pol¨ªticas populares de Thaksin fueron los cr¨¦ditos blandos a los agricultores y las subvenciones a los productos de cada regi¨®n.
Aunque el ¨¦xito de estas iniciativas fue enormemente desigual, y es probable que respondiera a motivos electoralistas, consiguieron que Thaksin fuera enormemente popular, ya que para muchos tailandeses era la primera vez que un pol¨ªtico de la capital se preocupaba por ellos y defend¨ªa sus intereses. Thaksin no s¨®lo es el ¨²nico primer ministro tailand¨¦s que ha logrado completar una legislatura, sino que tambi¨¦n es el primero en ser reelegido en 2005 para un segundo mandato, y por una amplia mayor¨ªa.
Thaksin, y la inmensa mayor¨ªa de sus partidarios, se declaran mon¨¢rquicos, pero su auge tambi¨¦n provoc¨® un enfrentamiento con las ¨¦lites de la capital que gravitan en torno a la monarqu¨ªa. Algunas de sus pol¨ªticas econ¨®micas, de corte netamente neoliberal, beneficiaban a una nueva y emergente clase de empresarios menos centralizada que la oligarqu¨ªa tradicional de Bangkok, y su legitimidad no derivaba de la figura del rey, sino de las urnas.
Los camisas rojas consideran que el golpe de estado de 2006 contra Thaksin es un ataque a sus derechos democr¨¢ticos por parte de una elite que hist¨®ricamente les ha despreciado. Por su parte, los camisas amarillas sostienen que el derecho a voto debe limitarse a quienes est¨¦n capacitados para ejercerlo de forma responsable, y los camisas rojas y sus partidarios no lo est¨¢n.
El hecho de que en las ¨²ltimas protestas los camisas rojas se hayan apropiado del t¨¦rmino despectivo que las elites de la capital han usado tradicionalmente para referirse a los campesinos de clase baja, "prai", y lo utilicen con orgullo en sus camisetas y lemas, es muy sintom¨¢tico de la divisi¨®n social tailandesa, una brecha que parece ser m¨¢s profunda que nunca.
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