M¨¦xico somete al Ej¨¦rcito al poder civil
El Senado limita las atribuciones militares en la guerra contra el narcotr¨¢fico.- Los soldados que violen los derechos ser¨¢n juzgados por tribunales ordinarios
El Ej¨¦rcito mexicano seguir¨¢ combatiendo al narcotr¨¢fico, pero con m¨¢s trabas que hasta ahora. Y el presidente Felipe Calder¨®n seguir¨¢ siendo su comandante en jefe, pero con el poder limitado. El Senado de la Rep¨²blica aprob¨®, por 105 votos a favor y s¨®lo uno en contra, una reforma de la Ley de Seguridad Nacional que regula la presencia en las calles de los m¨¢s de 45.000 soldados que luchan contra los carteles de la droga. La reforma concede un "paraguas legal" a la decisi¨®n de Calder¨®n de sacar al Ej¨¦rcito de sus cuarteles, pero de ninguna manera blinda a los militares ante las cada vez m¨¢s numerosas denuncias por violaci¨®n de los derechos humanos. A la pregunta de c¨®mo se siente el Ej¨¦rcito mexicano -principal baluarte de Calder¨®n en su lucha contra el narcotr¨¢fico-, el general retirado Luis Garfia Maga?a contest¨®: "Desmoralizado".
La decisi¨®n de los senadores fue calificada como "hist¨®rica", por cuanto el Presidente de la Rep¨²blica ya no podr¨¢ utilizar a los militares para reprimir conflictos sociales o de origen pol¨ªtico. Los soldados podr¨¢n salir de los cuarteles s¨®lo cuando la polic¨ªa est¨¦ rebasada por el crimen y se deber¨¢n atener a una serie de requisitos legales y de procedimiento. Por ejemplo, y una vez que entre en vigor la reforma, los operativos militares deber¨¢n admitir la compa?¨ªa de observadores de la Comisi¨®n Nacional de Derechos Humanos. De forma indirecta, se establece que los soldados que violen derechos fundamentales de las personas puedan ser juzgados por tribunales civiles.
Al declarar la guerra al narcotr¨¢fico, s¨®lo unos d¨ªas despu¨¦s de llegar al poder, Felipe Calder¨®n no ten¨ªa con qu¨¦. ?l mismo reconoci¨® que m¨¢s del 80% de los polic¨ªas no eran confiables y que hab¨ªa corporaciones polic¨ªacas enteras (en M¨¦xico hay 1.660) a sueldo del narcotr¨¢fico. As¨ª que no opt¨® por sacar a los militares de los cuarteles y ponerlos a combatir calle por calle. Dos a?os y medio despu¨¦s, aquella medida -que en su momento se antoj¨® provisional- se ha convertido en una verdadera patata caliente en forma de pregunta: ?cu¨¢ndo van a regresar los militares a sus cuarteles?
Como ya se encarg¨® de denunciar Janet Napolitano, la secretaria de Seguridad Interna de Estados Unidos, la decisi¨®n de sacar al Ej¨¦rcito a las calles no ha dado resultado. M¨¢s de 22.000 muertos y un sinf¨ªn de heridos dan fe de ello . Y no porque el Ej¨¦rcito se haya quedado con los brazos cruzados, sino porque el enemigo a combatir era -y todav¨ªa es- m¨¢s poderoso y mejor equipado. Hay un dato muy significativo. Desde que se inici¨® la guerra hasta ahora, el Ej¨¦rcito ha logrado quitarle al narcotr¨¢fico 458 aeronaves. Los militares s¨®lo disponen de 200...
Desprestigio
Pero el problema no se queda ah¨ª. Los militares est¨¢n preocupados porque, adem¨¢s de ir perdiendo la guerra, ven c¨®mo, d¨ªa a d¨ªa y a ritmo acelerado, su prestigio se va resquebrajando. Lo explica el senador del PRI Pedro Joaqu¨ªn Coldwell: "Siendo una instituci¨®n fundamental del Estado, al Ej¨¦rcito se le est¨¢ sometiendo a un desgaste brutal: incremento de las acusaciones por violaci¨®n de derechos humanos, ca¨ªda de la alta valoraci¨®n social que gozaba, riesgos de infiltraci¨®n como ya sucedi¨® con las polic¨ªas municipales, estatales y federal...". Desde hace meses, los militares ven¨ªan pidiendo una ley que los protegiera ante las cada vez m¨¢s frecuentes reclamaciones de organizaciones internacionales de derechos humanos. Los senadores ten¨ªan ante s¨ª muchas preguntas y muy pocas respuestas.
Una vez aprobada, ahora se plantea otra pregunta: ?Es la reforma aprobada en el Senado lo que los militares estaban esperando? Seg¨²n el general retirado y ex legislado Luis Garfia Maga?a; rotundamente no. "La situaci¨®n actual es desmoralizante", explica, "cuando un militar es enviado a combatir al narcotr¨¢fico est¨¢ llevando a cabo un servicio de armas. Y cuando disparan y matan a un delincuente o, en algunos casos y de forma desgraciada, a alg¨²n inocente, es consecuencia de ese servicio de armas, de ese acto de servicio. Por eso es desmoralizante que los senadores, sin un conocimiento cabal de las reglas del Ej¨¦rcito, pretendan que sean tribunales del fuero com¨²n los que juzguen a los soldados... Los militares siguen sinti¨¦ndose desprotegidos".
Aunque el Gobierno lo niega, fuentes militares aseguran que ya se ha dado el caso de oficiales que exigen por escrito las ¨®rdenes para en un futuro poder defenderse de posibles querellas. Por si fuera poco, el narcotr¨¢fico est¨¢ adoptando t¨¢cticas de guerrilla o directamente de terrorismo, cortando calles, secuestrando a turistas en sus hoteles, obligando al Ej¨¦rcito a enfrentarse con ellos en lugares llenos de gente, provocando -y consiguiendo- que las balas perdidas maten a civiles. Ante esta tesitura, ?qu¨¦ hacer? Cada d¨ªa son m¨¢s las voces -de dentro y de fuera de M¨¦xico- que piden un redise?o de la t¨¢ctica contra el narcotr¨¢fico.
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