ACNUR denuncia que la violencia en Colombia amenaza a 34 comunidades
En Guachacal, una peque?a poblaci¨®n en las monta?as del sur de Colombia, en una zanja cercana a la escuela de Derecho Propio donde se forman los l¨ªderes de la comunidad Los Pastos, encontraron, a finales de agosto, los cuerpos baleados de Julio Ramiro Inanpu¨¦z y su esposa Mar¨ªa Lina. Hab¨ªan desaparecido un d¨ªa antes cuando caminaban hacia el concejo municipal.
M¨¢s de 1.400 ind¨ªgenas han sido asesinados entre 2002 y 2009, en medio del conflicto armado, y solo en 2009, al menos 114 ind¨ªgenas fueron v¨ªctimas de homicidios, seg¨²n datos de la Organizaci¨®n Nacional Ind¨ªgena (Onic). Los disparos vienen de todos los grupos armados: guerrilla, paramilitares, narcotraficantes y hasta de la fuerza p¨²blica, le dijo a este peri¨®dico Luis Fernando Arias, consejero y secretario Onic. Arias se?ala que, en muchos casos, detr¨¢s de las matanzas hay intereses de control de territorio para trabajar la coca o sacar adelante megaproyectos.
La situaci¨®n es muy grave y es vieja. No solo caen asesinados; los ind¨ªgenas son v¨ªctimas del desplazamiento, del reclutamiento de menores de edad, del hambre, del abandono por parte del Estado, de minas antipersona, de agresi¨®n sexual.
Representan el 15% de los m¨¢s de dos millones de desplazados y son apenas el 2% de la poblaci¨®n total de este pa¨ªs de 44 millones de habitantes, seg¨²n un informe reciente del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
En 2004 se alert¨® sobre el peligro de extinci¨®n de 12 de los 102 pueblos ind¨ªgenas; ahora la ACNUR habla de 34. Tambi¨¦n informa de que los homicidios reportados de ind¨ªgenas crecieron un 63% entre 2008 y 2009; solo los aw¨¢ perdieron 33 vidas en tres masacres el a?o anterior. A finales de 2009, la Corte Constitucional lo expres¨® de manera contundente: "Los pueblos ind¨ªgenas se encuentran en riesgo de ser exterminados f¨ªsica y culturalmente".
Y exigi¨® al Gobierno planes de protecci¨®n de los ind¨ªgenas, para proteger a los m¨¢s fr¨¢giles. "La idea es novedosa pero no ha pasado de ah¨ª", explica Daniel Pi?acu¨¦ l¨ªder de los nasa, una de las comunidades m¨¢s numerosas -200.000 personas- y mejor organizadas del pa¨ªs, pero tambi¨¦n una de las m¨¢s azotadas por la violencia. La concertaci¨®n para fijar los t¨¦rminos de estos planes avanza a paso lento.
"A diario enterramos comuneros, no muertos por enfermedad, sino muertos a bala", dice Pi?acue, dolido. ?l, con su bast¨®n de mando, ha encabezado las protestas nasa para llamar la atenci¨®n del pa¨ªs, para exigir sus derechos. Los planes de protecci¨®n se deber¨ªan implementar ya para frenar el exterminio, opina.
"Todos los grupos transitan por ah¨ª, vienen y van, desarrollan su guerra", dice Pi?acu¨¦, al hablar de su territorio en las monta?as del departamento de Cauca, al sur. Habitan en la cara occidental de la cordillera central; al otro lado est¨¢ el campamento del comandante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) Alfonso Cano. Hay un gigantesco operativo militar para acorralarlo.
El territorio nasa es rico en nacimientos de agua, en yacimientos de oro, hierro n¨ªquel... "Quieren que desocupemos; pero no lo vamos a hacer ", a?ade. La defensa del territorio y la autonom¨ªa son los ejes de sus continuas exigencias.
Campa?a internacional
El juez espa?ol Baltasar Garz¨®n estuvo el agosto pasado en esta comunidad. Ha servido, en varias oportunidades de garante de los acuerdos firmados con el Gobierno; se considera amigo de este pueblo que, el a?o pasado, se enfrent¨® a los mafiosos. Les dieron tres d¨ªas para sacar de su territorio los laboratorios de procesamiento de coca. Garz¨®n los apoya en estrategias contra la impunidad y por la verdad.
Entre los nasa asesinados este a?o se encuentra Richard Alexander Pe?a. Viajaba en moto por una vereda: lo interceptaron y le pegaron seis tiros. Las FARC lo hab¨ªan amenazado, lo acusaban de colaborar con el Ej¨¦rcito.
En otros casos, en distintos puntos del pa¨ªs, se se?ala como desconocidos a los que aprietan el gatillo. El pasado 13 de agosto hombres armados -desconocidos como lo registr¨® la prensa- llegaron hasta la casa de Carmen Elisa Mora Uncacia, de 31 a?os. La asesinaron delante de su esposo y sus dos peque?os hijos; estaba embarazada de cuatro meses. Era l¨ªder del pueblo u'wa, coordinadora de asuntos ind¨ªgenas en Saravena, localidad en los llanos del nororiente del pa¨ªs.
Tambi¨¦n mataron en su propia casa a Luis Alfredo Socarr¨¢s Pimienta, l¨ªder wuy¨²u, comunidad que habita en la zona des¨¦rtica del extremo norte del pa¨ªs. Se preparaba para denunciar al Gobierno regional, en audiencia p¨²blica, por haber malversado fondos de salud destinados a los nativos.
La Onic ha iniciado este a?o una campa?a: "Palabra dulce aire de vida; forjando caminos para la pervivencia de los pueblos ind¨ªgenas en riesgo de extinci¨®n". La idea es visibilizar su drama, buscar solidaridad, que el mundo entero sepa que de no hacer algo muchos de ellos desaparecer¨¢n. Es tanta la indiferencia que sienten desde la opini¨®n p¨²blica que un l¨ªder aw¨¢ -comunidad duramente golpeada por los armados, en especial por las FARC- asegur¨® hace poco a este peri¨®dico: "Nosotros sentimos que en nuestro pa¨ªs somos un estorbo".
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