Qu¨¦ tiempos aquellos, don Susanito
En la historia oficial de M¨¦xico, la que ma?ana a ma?ana le machacan a los ni?os, hab¨ªa, entre otros, dos grandes verdugos: Hern¨¢n Cort¨¦s y Porfirio D¨ªaz. El primero, el conquistador. El segundo, el dictador que de 1876 a 1911, con mano de hierro y otros malos modos, gobern¨® M¨¦xico. A D¨ªaz se le reconoce que cre¨® prosperidad, pero a cambio, y militar de formaci¨®n como era, suprimi¨® derechos y reprimi¨® cualquier descontento, costara la sangre que costara.
El destino mexicano quiso que a D¨ªaz le tocara conmemorar el centenario de la lucha libertaria contra Espa?a. El entonces anciano general no sab¨ªa que al inaugurar, el 16 de septiembre de 1910, el ?ngel de la Independencia, que hoy es el monumento icono de la capital mexicana, su propio reino estaba a poco m¨¢s de dos meses de comenzar a derrumbarse.
Este 2010, al festejar el Bicentenario de la Independencia, los mexicanos tambi¨¦n recordar¨¢n el centenario de la Revoluci¨®n Mexicana, que comenz¨® con un fraude electoral de D¨ªaz a Francisco I. Madero, quien a su vez llam¨® a rebelarse el 20 de noviembre de 1910.
D¨ªaz parti¨® al exilio en mayo de 1911, fue a Francia, donde morir¨ªa en 1915. Durante d¨¦cadas, se ha discutido la figura de D¨ªaz. Distintas pol¨¦micas se han suscitado incluso ante propuestas como tramitar el retorno de los restos del general a M¨¦xico.
La paradoja de la historia podr¨ªa esconderse en que ante lo mal que han resultado muchos de los proyectos de infraestructura que se planificaron por el Gobierno de M¨¦xico para la conmemoraci¨®n de la gesta de independencia (el principal de ellos costar¨¢ el doble de lo previsto y estar¨¢ listo al menos un a?o despu¨¦s de la fecha del festejo, o sea a finales de 2011), surge en el aire una novedosa sensaci¨®n qu¨¦ podr¨ªa resumirse en un "qu¨¦ bien lo hizo don Porfirio". Hay incluso libros que recuerdan el fausto del festejo y las mil 419 obras realizadas para la ocasi¨®n por el octogenario militar.
Quiz¨¢ no sea malo del todo que de una vez por todas este pa¨ªs discuta sobre sus figuras hist¨®ricas, D¨ªaz incluido, pero de cualquier manera ser¨¢ extra?o cambiarle el tono a la frase, "?Qu¨¦ tiempos aquellos, don Susanito!", que surgida de una popular pel¨ªcula de mediados del siglo XX ridiculizaba la a?oranza de la aristocracia derrotada por los revolucionarios. Ahora la frase podr¨ªa resultar de admiraci¨®n a secas.
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