Chile celebra un Bicentenario austero
El terremoto, los mineros y los mapuches se dejan sentir en la conmemoraci¨®n
Chile celebra hoy su Bicentenario con festejos en todas las ciudades, intentando dejar atr¨¢s un a?o en el que la parte m¨¢s poblada de su territorio, la zona centro sur, sufri¨®, el pasado febrero, el embate del quinto terremoto de mayor intensidad que ha conocido la humanidad desde que hay registros, seguido por un maremoto que barri¨® las localidades costeras. Tras un impacto inicial, la econom¨ªa muestra signos de vigor y las autoridades proyectan un crecimiento del PIB del 5% para este a?o y del 6% para 2011. Las preocupaciones se trasladaron a la suerte de los 33 mineros atrapados por un derrumbe a 700 metros de profundidad, que luchan por sobrevivir, y de los 34 mapuches en huelga de hambre en c¨¢rceles para exigir sus derechos.
La fiesta por el Bicentenario ha sido austera. Juegos de luces, fuegos artificiales y 12 obras, entre ellas la modernizaci¨®n del Estadio Nacional, el mismo que los militares usaron despu¨¦s del golpe militar de 1973 como campo de concentraci¨®n para prisioneros pol¨ªticos. El Gobierno opt¨® por dar una se?al de sobriedad y ha gastado en las fiestas tres millones de d¨®lares, bastante menos que los cerca de 200 millones de d¨®lares que cost¨® la celebraci¨®n de M¨¦xico.
Los chilenos disfrutan de un fin de semana largo, con cuatro festivos entre viernes y lunes, merecido en este 2010 de fuertes emociones, en el que, adem¨¢s, el p¨¦ndulo del poder pol¨ªtico regres¨® despu¨¦s de 20 a?os de la centroizquierda a la derecha, con la llegada a La Moneda del presidente Sebasti¨¢n Pi?era. La derecha, que asumi¨® el poder por votaci¨®n popular por primera vez en m¨¢s de medio siglo, desde 1958, debi¨® agregar a su agenda las tareas de la emergencia del terremoto, que todav¨ªa no han concluido, y la reconstrucci¨®n, que apenas ha empezado, en medio de crecientes cr¨ªticas a su lentitud, y que ocupar¨¢ el periodo de Gobierno completo, hasta 2014.
La envergadura de esta tarea es may¨²scula, y es, probablemente, la m¨¢s importante de este Bicentenario. La cat¨¢strofe represent¨® para Chile da?os equivalentes al 17% del PIB, en contraste, por ejemplo, con los del hurac¨¢n Katrina, que signific¨® el 1% del PIB de Estados Unidos.
En las celebraciones de ricos y pobres la parrilla ha sido la reina del Bicentenario. El olor a carne de vacuno, cerdo y ave asada al carb¨®n inunda las calles del pa¨ªs, mientras cientos de miles acuden a las "fondas", lugares de comidas, bailes y entretenimiento, en todas las ciudades y pueblos. Es el reflejo de cu¨¢nto han cambiado los chilenos. En promedio, un chileno come hoy 81,3 kilos de carne al a?o, un 26% m¨¢s que hace una d¨¦cada y apenas por debajo de los pa¨ªses desarrollados (82,9 kilos).
La fiesta de los 200 a?os encuentra al pa¨ªs m¨¢s rico, desde el punto de vista de los ingresos, que en cualquier otro momento de su historia y m¨¢s cerca de su meta de ser desarrollado. El ingreso anual promedio de un chileno supera hoy los 15.000 d¨®lares: es mayor que el de un argentino y el m¨¢s alto de Am¨¦rica Latina en t¨¦rminos de paridad de poder de compra.
El pa¨ªs es m¨¢s rico porque su poblaci¨®n tiene m¨¢s acceso a la educaci¨®n, ha mantenido la macroeconom¨ªa y las cuentas fiscales en orden, disfrutado de estabilidad en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas y, sobre todo, porque encontr¨® un lugar en la globalizaci¨®n: Chile est¨¢ especializado en la exportaci¨®n de materias primas, una inversi¨®n sin embargo arriesgada porque el grado de elaboraci¨®n de su producci¨®n es reducido.
El ingreso de todos, incluidos los pobres, ha aumentado desde el regreso a la democracia, pero el de los ricos lo ha hecho en mayor medida. Esto se traduce en una desigualdad y concentraci¨®n de la riqueza que est¨¢n entre las m¨¢s altas de Am¨¦rica Latina.
La recesi¨®n global de 2009 provoc¨® un aumento de la pobreza, del 13,7% en 2006 al 15,1% en 2009, pero muy por debajo en todo caso del 38,6% que recibi¨® la democracia en 1990 como herencia de la dictadura. Las brechas entre ricos y pobres son fracturas visibles en las ciudades: barrios con ingresos, viviendas, servicios e infraestructuras de pa¨ªses desarrollados, que contrastan con sectores perif¨¦ricos donde las drogas y la delincuencia son cotidianas y los subsidios del Estado resultan fundamentales. Entre ambos se encuentra una clase media con aspiraciones, que no recibe apoyo y a?ora al Estado, mientras en las zonas rurales la pobreza tiene rostro ind¨ªgena. Todos han debido acostumbrarse a un pa¨ªs en el que la educaci¨®n y la salud son diferentes para ricos y pobres, y en el que la cuna contin¨²a resultando decisiva.
A pesar del terremoto y los dramas de mineros y mapuches, que en ambos casos reflejan injusticias hist¨®ricas, al hacer un balance del Bicentenario, los chilenos se sienten satisfechos, seg¨²n una encuesta reciente de la consultora IPSOS, que pregunt¨® por el grado de satisfacci¨®n con lo que ha ocurrido en el pa¨ªs desde la independencia. Un 79,8% de los chilenos se declar¨® "muy satisfecho" o "satisfecho", en contraste con el 44% de los argentinos.
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