El desencanto de los brasile?os marca las elecciones del domingo para substituir a Lula
La agresividad de los candidatos y la falta de programas podr¨ªa aumentar la abstenci¨®n
Los 135 millones de electores brasile?os est¨¢n desencantados con las elecciones del domingo para substituir al popular y carism¨¢tico presidente Luiz In¨¢cio Lula da Silva. La agresividad de la campa?a, los insultos mutuos de los dos candidatos, la falta de programas diversificados y la insistencia de Lula para que voten a su candidata, a cuyo esfuerzo lleva dedicando dos a?os de su tiempo quebrando la legislaci¨®n electoral, podr¨ªan llevar, seg¨²n los sondeos, a una abstenci¨®n y a un n¨²mero de votos blancos y nulos mayor que nunca.
A ello se suma un puente de cinco d¨ªas que une la festividad de difuntos al d¨ªa de los funcionarios p¨²blicos que podr¨ªa hacer, sobre todo en las grandes ciudades, que miles de electores dejen de votar a pesar de que el voto es obligatorio en Brasil. En realidad en la pr¨¢ctica no lo es porque basta pagar una multa de poco m¨¢s de un euro para no sufrir ninguna consecuencia legal. Artistas e intelectuales que en un primer momento hab¨ªan declarado su voto a favor o en contra de uno de los candidatos han acabado echando marcha atr¨¢s anunciando que votar¨¢n nulo.
Lula quiso convertir estas elecciones en un plebiscito que comparase sus logros de ocho a?os de gobierno - que los hubo, sobre todo en la econom¨ªa, aunque menos en la defensa de las instituciones democr¨¢ticas y en la pol¨ªtica exterior- con el pasado.
El eslogan que prest¨® a su candidata fue que los electores tendr¨ªan que decidir entre el progreso y el atraso, entre seguir su camino o volver atr¨¢s. La ecologista Marina Silva, en la primera vuelta luch¨® para quebrar dicho plebiscito present¨¢ndose como una alternativa basada en propuestas avanzadas y nuevas de pol¨ªtica ambiental. Lo logr¨® y con sus inesperados 20 millones de votos forz¨® una segunda ronda, todo lo que Lula no quer¨ªa.
En la segunda vuelta volvi¨® el fantasma del plebiscito entre el antes y el despu¨¦s. Los dos candidatos se olvidaron de sus programas o se los fueron copiando descaradamente, para hacer una guerra de biograf¨ªas: la inexperiencia pol¨ªtica de la candidata de Lula, Dilma Rousseff que nunca hab¨ªa disputado unas elecciones y la de su contrincante, Jos¨¦ Serra con 40 a?os de vida p¨²blica a las espaldas.
En la confrontaci¨®n se desencaden¨® una campa?a agresiva y hasta violenta f¨ªsicamente, con el ataque a Serra en R¨ªo por parte de los militantes del partido de Rousseff, el PT. Los programas de televisi¨®n y los debates p¨²blicos se convirtieron m¨¢s que en la presentaci¨®n de propuestas concretas en insultos rec¨ªprocos, lanz¨¢ndose a la cara verdaderos o presuntos actos de corrupci¨®n y descalificaciones de todo tipo.
Una campa?a en la que parec¨ªa valer todo, hasta la mentira. La campa?a de Rousseff coloc¨® en las listas de los artistas e intelectuales que la apoyan nombre famosos como el del mayor poeta vivo, Ferrera Gullar o de la m¨¢s famosa escritora de literatura infantil, Ruth Roche, siendo falso. Apoyando a Serra llegaban mensajes de Marina Silva la ecologista, cuando ella hab¨ªa declarado p¨²blicamente su neutralidad y la de su partido, el Partido Verde.
Serra lleg¨® a calificar la campa?a de su adversaria como "nazi", por las mentiras que, seg¨²n ¨¦l, le achacaban machaconamente, como la de estar a favor de la privatizaci¨®n de Petrobr¨¢s, contra las iniciativas sociales del Gobierno de Lula y a favor de la despenalizaci¨®n del aborto.
Al rev¨¦s, Rousseff, que muy probablemente, con la fuerza del apoyo de Lula, acabar¨¢ siendo elegida presidente, se ha quejado de que la oposici¨®n intent¨® enfrentarla con el electorado tanto cat¨®lico como evang¨¦lico achac¨¢ndole que era agn¨®stica, que hab¨ªa defendido el aborto y que estaba a favor del control de los medios de comunicaci¨®n.
Para tentar deshacerse de lo que ambos candidatos consideraban mentiras y calumnias llevaron ambos a presentarse como probablemente no son en realidad, defendiendo o rechazando posturas y decisiones que no pertenecen a sus biograf¨ªas, para conquistarse los votos de millones de pobres y de millones de creyentes. De ah¨ª que los electores vayan a votar sin saber a ciencia cierta lo que cada uno de ellos piensa de verdad sobre los grandes temas que interesan a la opini¨®n p¨²blica, como la seguridad ciudadana, la educaci¨®n, la salud, las drogas, o sobre las grandes reformas que a Lula se le quedaron en el tintero, como la pol¨ªtica, la fiscal, la de la seguridad social, la de la despenalizaci¨®n del aborto o el medio ambiente.
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