Vuela otra vez, Sanz
La polic¨ªa de Casablanca, con la complicidad de la compa?¨ªa a¨¦rea marroqu¨ª, impide viajar a El Aai¨²n a la prensa espa?ola y al enviado de EL PA?S
Las mejores poses de tipo duro no le habr¨ªan servido ahora de nada a Humphrey Bogart para embarcar en el vuelo de Casablanca a El Aai¨²n. Igual que los refugiados huidos del nazismo esperaban en vano una plaza para el avi¨®n de Lisboa en la legendaria pel¨ªcula de Michael Curtiz, el enviado de EL PA?S ha intentado sin ¨¦xito viajar a la capital del S¨¢hara Occidental para informar sobre la crisis surgida tras el desmantelamiento del campamento de Agdaym Izik.
El portazo a los corresponsales espa?oles golpea tambi¨¦n en la nariz de la opini¨®n p¨²blica de todo un pa¨ªs. Los servicios de seguridad de Rabat se est¨¢n esmerando a la hora de expulsar periodistas (Cadena SER), retirarles la acreditaci¨®n (Abc), impedirles bajar del avi¨®n (Efe, Antena 3, P¨²blico... ) o, simplemente, impedirles volar (EL PA?S, El Mundo...) En la terminal a¨¦rea de Casablanca cuentan adem¨¢s con la complicidad forzosa de la compa?¨ªa estatal Royal Air Maroc (RAM).
Un diplom¨¢tico espa?ol en Marruecos que viaj¨® ayer desde el mismo aeropuerto internacional Mohamed V a El Aai¨²n asegur¨® que el Ministerio de Exteriores estaba realizando gestiones para permitir el acceso de los reporteros al S¨¢hara. "Esperamos que en las pr¨®ximas horas o en pocos d¨ªas puedan viajar. Hay que esperar", explic¨® desde la sala de embarque.
Como en la pel¨ªcula: Esperar. Esperar. Esperar. Un responsable de relaciones p¨²blicas del Ministerio de Comunicaci¨®n marroqu¨ª se limit¨® a constatar que hab¨ªa recibido un escrito en el que se anunciaba el viaje de EL PA?S a El Aai¨²n y que le hab¨ªa dado tr¨¢mite. "Lo he trasladado a mis superiores, pero a¨²n no he tenido una respuesta. Tiene que esperar", asegur¨® sin m¨¢s explicaciones.
Cuando este enviado especial present¨® a primera hora de la tarde del jueves en el aeropuerto de Casablanca la tarjeta de embarque para el vuelo a El Aai¨²n (emitida desde la ma?ana en la Terminal 4 de Barajas), una asistente de tierra de la RAM consult¨® a dos agentes de seguridad impecablemente trajeados, m¨¢s conocidos como los Armani entre los corresponsales extranjeros en Rabat, antes de dar una respuesta:
- Lo siento, pero hay overbooking, a veces pasa, pero est¨¢ usted el primero en la lista de espera. Vuelva a las cuatro y todo se arreglar¨¢.
- Pero si el vuelo es a esa misma hora...
- No se preocupe, lleva bastante retraso.
A las tres de la tarde el problema de sobreventa de billetes segu¨ªa sin estar solucionado. Y a las tres y media el vuelo ya estaba cerrado y milagrosamente en hora. "Lo siento. No puede volar hoy", se encogi¨® de hombros la empleada de la RAM.
Poco antes del mediod¨ªa del viernes se repiti¨® la conversaci¨®n en el aeropuerto, esta vez con un auxiliar de tierra:
- No tiene n¨²mero de reserva. No puedo confirmarle si hay plaza.
- La reserva est¨¢ hecha desde la tarde de ayer, despu¨¦s de haber estado en lista de espera.
- Lo siento. No figura en el ordenador.
Peter Bouckaert, director de situaciones de emergencia de la ONG humanitaria Human Rights Watch (HRW), tambi¨¦n pretend¨ªa viajar a El Aai¨²n. Esgrim¨ªa su pasaporte azul estadounidense mientras gritaba: "Mu¨¦streme la pantalla y no me diga que no estoy en la lista de pasajeros. Eso no es cierto. ?Por qu¨¦ no puedo viajar? Yo no soy espa?ol". De poco sirvieron las quejas por el mal funcionamiento de la l¨ªnea a¨¦rea ni las amenazas de demanda judicial por responsabilidad econ¨®mica de la compa?¨ªa de bandera. Los empleados de Royal Air Maroc bajaban la cabeza con pesadumbre antes de echar un vistazo al gesto de desaprobaci¨®n de los trajeados agentes de seguridad, c¨®modamente instalados tras el mostrador de facturaci¨®n.
Poco despu¨¦s, una responsable de informaci¨®n de la RAM comunic¨® que ya hab¨ªa plazas garantizadas para el vuelo de la tarde del viernes a El Aai¨²n. Pero cuando el delegado de HRW y el enviado de EL PA?S se presentaron de nuevo ante el mostrador de facturaci¨®n se encontraron con el colaborador del diario El Mundo Al¨ª Lmbret voceando contra la muhabarat, los servicios secretos marroqu¨ªes. "?No hay derecho! ?No me dejan viajar dentro de mi propio pa¨ªs!", clamaba el periodista Lmbret, nacido en Tetu¨¢n, que pas¨® nueve meses en la c¨¢rcel por las aceradas cr¨ªticas al r¨¦gimen publicadas en los dos semanarios sat¨ªricos que dirig¨ªa antes de que fueran clausurados por las autoridades.
"A usted le pasa lo mismo que a estos se?ores: su billete tiene problemas", dec¨ªa la empleada de la RAM mientras devolv¨ªa los documentos de identidad y de viaje con una expresi¨®n de profunda tristeza.
El ¨²ltimo intento de El PA?S, por ahora, de viajar al S¨¢hara Occidental para informar sobre el terreno del mayor estallido social surgido en 35 a?os en la antigua colonia espa?ola, se ha producido esta misma tarde
- Su nombre figura en la lista de pasajeros, pero su billete est¨¢ bloqueado.
- ?Qui¨¦n ha dado la orden?
- No lo sabemos... pero es as¨ª...
A los Armani les falt¨® decir: "Hay sitios a los que no le aconsejar¨ªamos viajar" para completar un di¨¢logo digno de Casablanca. Parece el principio de una larga enemistad de Marruecos con la prensa espa?ola.
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