"Pasatiempos carnales" en Arabia Saud¨ª
Las ¨¦lites de la ciudad de Jeddah esquivan la ley isl¨¢mica protegidos por la realeza
El 29 de octubre de 2008, los diplom¨¢ticos del Consulado de Estados Unidos en Jeddah, en la costa oeste de Arabia Saud¨ª, asistieron a una fiesta de Halloween en la residencia de un pr¨ªncipe de la familia Al Thunayan. D¨ªas despu¨¦s, un cable confidencial del consulado, el 235420, detallaba a la Secretar¨ªa de Estado, a la CIA y a otras agencias y embajadas, c¨®mo los j¨®venes saud¨ªes consegu¨ªan esquivar la ley isl¨¢mica y darse a los "pasatiempos carnales".
"Puertas adentro y despu¨¦s de haberse quitado la abaya (ropa que cubre todo el cuerpo de la mujer)", se?ala el despacho, "[...] la escena recuerda a un club nocturno de cualquier lugar fuera del reino: alcohol en abundancia, j¨®venes parejas bailando, un disc jockey pinchando, y todos los invitados con disfraz". Son 150 personas, hombres y mujeres, de entre veinte y treinta y pocos a?os, invitados por el pr¨ªncipe y por una bebida energ¨¦tica que acaba de aterrizar en Arabia Saud¨ª. No es lo ¨²nico que se bebe en la fiesta. Aunque el alcohol est¨¢ prohibido por la ley saud¨ª, los diplom¨¢ticos relatan que el bar de la residencia tiene todo tipo de bebidas alcoh¨®licas de las que "los juerguistas" dan buena cuenta. Una vez agotadas las existencias, las botellas de marca son remplazadas por una especie de ponche fabricado con un licor local llamado "sadiqi". Los funcionarios norteamericanos tambi¨¦n a?aden a su informe que, "por boca de otros", pudieron saber que algunas de las mujeres presentes en la residencia eran prostitutas.
Para completar la informaci¨®n sobre estas costumbres, los diplom¨¢ticos que redactan el despacho recurren a su experiencia en otras fiestas similares: "Aunque no se ha visto directamente en este encuentro, el consumo de coca¨ªna y hach¨ªs es com¨²n en estos c¨ªrculos sociales y se ha presenciado en otras ocasiones".
Una comisi¨®n para prevenir el vicio
La fiesta se desarrolla lejos de la vigilancia de la Comisi¨®n para la Promoci¨®n de la Virtud y la Prevenci¨®n del Vicio (CPVPV). Aunque estas celebraciones son conocidas en Jeddah, los agentes de esta polic¨ªa religiosa saud¨ª hacen la vista gorda si vienen avaladas por la realeza saud¨ª. Seg¨²n una fuente citada por los funcionarios del consulado, los saud¨ªes tratan siempre de conseguir la presencia de alguno de los 10.000 pr¨ªncipes que existen en el Reino como una forma de evitar a la CPVPV. La ¨²nica autoridad que existe esa noche es la que ejercen los guardas de seguridad nigerianos del pr¨ªncipe, los llamados khawi, quienes controlan de forma estricta el acceso al lugar seg¨²n una lista de invitados de "Su Alteza". Este es el tratamiento que recibe el pr¨ªncipe, una de las muchas "altezas" de las ramas menos directas de la familia Al Saud, que gobierna en Arabia desde la creaci¨®n del Estado, en 1932. "Aunque no es un pr¨ªncipe cadete y no tiene posibilidad de acceder al trono, posee mansi¨®n, coche lujoso, s¨¦quito y riqueza de por vida", dicen los funcionarios del consulado.
El comentario final de los diplom¨¢ticos estadounidenses analiza el contexto de este tipo de fiestas que siempre se celebran de puertas adentro y solo para los m¨¢s ricos. "Son un fen¨®meno relativamente reciente en Jeddah", aseguran. Seg¨²n otra fuente, un joven saud¨ª citado en el informe, "hasta hace unos a?os, la ¨²nica actividad de los fines de semana era citarse en las casas de los ricos en peque?os grupos". Otra persona, un miembro de la alta sociedad saud¨ª, concluye que "el creciente conservadurismo de los ¨²ltimos a?os ha llevado las relaciones sociales al interior de las casas de la gente".
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