La calle conecta con la Red
Se miren desde donde se miren los acontecimientos en T¨²nez y Egipto de las ¨²ltimas semanas, es evidente que ambos movimientos de protesta fueron producto de un nuevo clima social, de nuevas condiciones que no exist¨ªan meses, incluso semanas, antes del estallido.
?Qu¨¦ ha pasado? ?Qu¨¦ ha permitido que se pongan en funcionamiento en un periodo tan breve mecanismos que en otras condiciones habr¨ªan tomado a?os, incluso d¨¦cadas, provocar el tipo de reacciones sociales que hemos visto en el mundo ¨¢rabe en las ¨²ltimas semanas?
Se ha materializado, sencillamente y quiz¨¢ como nunca antes, la trillada consigna que afirma que informaci¨®n es poder. M¨¢s todav¨ªa, en las ¨²ltimas semanas hemos visto c¨®mo la noci¨®n que ten¨ªamos de informaci¨®n en el siglo XX ?jer¨¢rquica, unidireccional y asincr¨®nica? ha dado paso a una nueva versi¨®n contempor¨¢nea mucho m¨¢s explosiva: bidireccional, sincr¨®nica y, lo m¨¢s importante de todo, en Red. Tres nuevas caracter¨ªsticas que lo cambian todo. Desde c¨®mo se estructura el poder en la cima del Estado a c¨®mo se articula el descontento social en la calle.
C¨®mo explicar, si no, que la primera reacci¨®n del r¨¦gimen chino ante los s¨ªntomas de contagio de T¨²nez a Egipto haya sido censurar informaci¨®n en Internet relacionada con las protestas. O, ?qu¨¦ nos dice que la primera reacci¨®n del Gobierno egipcio, cuando las manifestaciones en la calle se generalizaron, fuera cortar el acceso, primero a Twitter y despu¨¦s a toda la Red? O, si estos ejemplos no bastaran, ?qu¨¦ nos dice que una de las primeras exigencias impuestas por Obama a Hosni Mubarak haya sido restablecer acceso a las redes de comunicaci¨®n?
?Twitter revoluciones? ?Facebook como el nuevo catalizador de masas e Internet como agente de liberaci¨®n de los oprimidos? No exactamente. La realidad es m¨¢s compleja. El semillero del descontento social y la indignaci¨®n ciudadana sigue y seguir¨¢ estando en la calle, en la opresi¨®n y en la incompetencia de los gobiernos.
La red, y una capacidad nunca antes vista de organizaci¨®n, han dotado al ciudadano de una magn¨ªfica nueva herramienta que necesariamente le resta poder al Estado. Le quita capacidad de control y erosiona su monopolio sobre ciertos tipos de informaci¨®n. La naturaleza ubicua y descentralizada de la Red, sus m¨²ltiples nodos?que casi siempre terminan encontrando una forma de circunvalar la censura?y su capacidad para establecer conexiones entre millones de personas en tiempo real, est¨¢n creando nuevos mecanismos que subvierten el poder del Estado al tiempo que dotan al ciudadano de nuevos canales para ejercer la ciudadan¨ªa.
El papel de los medios tradicionales, amenazado
En T¨²nez, recordemos, la gota que colm¨® el vaso fueron revelaciones de los cables del Departamento de Estado filtrados por Wikileaks que expon¨ªan las tramas corruptas del presidente Ben Ali. Y en Egipto, solo hizo falta ver por televisi¨®n que bastaba con lanzarse a la calle para derrocar a un r¨¦gimen longevo y corrupto, para imitar su ejemplo y pedir la cabeza de Mubarak.
El papel de los medios de comunicaci¨®n tradicionales tambi¨¦n se ve amenazado en este nuevo ecosistema de la informaci¨®n. Rotas las jerarqu¨ªas y pulverizado el modelo que vertebr¨® la emisi¨®n vertical de informaci¨®n durante siglos, los medios tradicionales ahora se ven obligados a elegir: o rompen sus pactos t¨¢citos con el poder o los nuevos canales les arrebatar¨¢n la legitimidad para informar. La diferencia clave en el nuevo modelo es la democratizaci¨®n de la emisi¨®n aunada a la velocidad que permiten las nuevas herramientas. La plaza p¨²blica se acelera y aplana al mismo tiempo. Es el poder, en otras palabras, que otorga tener acceso a la informaci¨®n adecuada en el momento adecuado. No importa si la plataforma es Facebook, Twitter o Al Jazeera; es el conjunto de la Red y las sinergias que provoca de donde emana esta nueva forma de poder.
Un nuevo poder que, sin duda, plantea tambi¨¦n desaf¨ªos preocupantes: ?c¨®mo exigir responsabilidad a movimientos sin cabeza surgidos del caos y la improvisaci¨®n que caracterizan la Red? ?Qu¨¦ sucede una vez que se consigue el objetivo trazado? ?Se constituye en una fuerza pol¨ªtica, se al¨ªa a un grupo ya establecido o simplemente desaparece? Preguntas dif¨ªciles a las que, por lo pronto, T¨²nez y Egipto tendr¨¢n que encontrar respuesta.
Las lecciones, desde luego, van mucho m¨¢s all¨¢ del mundo ¨¢rabe. La organizaci¨®n por SMS despu¨¦s del 11-M, la campa?a presidencial de Obama en 2008, el impacto de las diversas filtraciones por parte de Wikileaks y ahora, T¨²nez y Egipto... parte de una misma tendencia en la que el poder de las redes ha comenzado a socavar y sacudir las certezas pol¨ªticas m¨¢s enraizadas.
Diego Beas acaba de publicar La reinvenci¨®n de la pol¨ªtica: Obama, Internet y la nueva esfera p¨²blica (Ediciones Pen¨ªnsula).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.