El m¨¢rtir de la revuelta popular
EL PA?S reconstruye el homicidio del 'bloguero' de Alejandr¨ªa que inspir¨® la protesta
"Todos los j¨®venes de Alejandr¨ªa llevamos su foto", afirman a un tiempo, ense?¨¢ndola en sus m¨®viles, los tres vecinos del bloguero Jaled Said, muerto a los 28 a?os por la polic¨ªa secreta en junio pasado. La cara de Said aparece ensangrentada y desfigurada por los golpes que le propinaron los dos agentes que le sacaron a empellones del cibercaf¨¦ Space.net, situado en la acera de enfrente del edificio donde viv¨ªa el muchacho. "Vinieron a por ¨¦l. La secreta nunca hab¨ªa entrado antes aqu¨ª", comenta Ahmed Manduah, de 20 a?os, dos de ellos empleado en este cibercaf¨¦ de Alejandr¨ªa.
La muerte de Said calent¨® los ¨¢nimos de la llamada capital del norte de Egipto. Miles de personas protestaron durante d¨ªas en la calle donde le mataron y ahora, cuando el pa¨ªs parece haber perdido el miedo al dictador, uno de los gritos que m¨¢s se oyen en las manifestaciones de protesta que desde el 25 de enero se concentran a diario en Alejandr¨ªa es: "La polic¨ªa secreta golpea al pueblo". Adem¨¢s, casi 400.000 j¨®venes se sumaron a la campa?a Todos somos Jaled Said, organizada a trav¨¦s de Facebook.
Jaled Said, de 28 a?os, fue golpeado hasta morir por la polic¨ªa de Mubarak
Mohamed Faris, el portero del edificio en cuyo portal mataron a Jaled, dice que vio c¨®mo los dos polic¨ªas vestidos de civil le arrastraban desde el cercano cibercaf¨¦. "Jaled se agarr¨® a la reja de la puerta para que no se lo llevaran, pero como est¨¢ vieja, el hierro se rompi¨® y trat¨® de defenderse con ¨¦l. Entonces le pusieron boca abajo con los brazos sujetos a la espalda y durante media hora no pararon de golpearle", afirma Faris, que ya ha sido interrogado como testigo por el juez. "Cuando Jaled perdi¨® la conciencia, uno de los agentes llam¨® a su jefe. Vinieron dos coches, uno de la polic¨ªa y otro sin identificaci¨®n, con agentes de paisano. Se lo llevaron y 10 minutos despu¨¦s le trajeron de nuevo, tiraron su cuerpo en la calle y llamaron a una ambulancia", cuenta Faris.
Al parecer, en ese tiempo llevaron al bloguero muerto a la comisar¨ªa cercana y le colocaron en la boca una bola de droga con la que justificar la brutal actuaci¨®n. "Yo o¨ª como Jaled gritaba: 'Me voy a morir' y la polic¨ªa, mientras segu¨ªa pate¨¢ndole, le contestaba: 'S¨ª, morir¨¢s antes o despu¨¦s'. No habr¨ªa podido gritar as¨ª con esa bola en la boca", sostiene el testigo. Al preguntarle si trat¨® de defender al joven que ve¨ªa que estaban matando, Faris responde sin titubear: "Cuando la polic¨ªa act¨²a nadie puede hacer nada. Contra ellos no se puede alzar la voz porque entonces van tambi¨¦n a por ti".
Nadie abre la puerta en la casa en la que Jaled Said viv¨ªa con su madre. El vecino de arriba, Aladin Ahmed, ingeniero mec¨¢nico de 53 a?os, cree que la madre se ha ido a El Cairo con su hija Zahraa, tambi¨¦n muy activa en las redes sociales para denunciar el salvaje asesinato de su hermano y la vergonzosa impunidad que ampara a la polic¨ªa secreta.
"La muerte de Jaled no ha sido el detonante de las actuales protestas contra Mubarak, pero no hay duda de que ha servido para levantar al pueblo contra la polic¨ªa secreta", se?ala Ahmed, cuyos hijos adolescentes llevan en el m¨®vil tanto la foto de Jaled muerto como otra anterior de un muchacho algo introvertido, que no ten¨ªa trabajo, pasaba largas horas en el cibercaf¨¦ y comentaba en su blog la realidad social de un Egipto donde casi el 70% de la poblaci¨®n tiene menos de 30 a?os. Un pa¨ªs en el que, pese a que la econom¨ªa ha crecido en los ¨²ltimos a?os a una media del 5%, m¨¢s del 40% de sus 80 millones de habitantes vive con menos de un euro al d¨ªa. Un Egipto orgulloso de su historia y de la influencia que mantiene en el mundo ¨¢rabe, pero donde los j¨®venes como Jaled tienen pocas esperanzas de encontrar un trabajo que les permita vivir una vida digna.
Fue la p¨¢gina Todos somos Jaled Said la que convoc¨® el D¨ªa de la Ira, el pasado 25 de enero. Sus 400.000 seguidores fueron tal vez los ¨²nicos que anticiparon el impacto de la protesta, a la que acudieron cientos de miles de personas entre El Cairo y Alejandr¨ªa.
Aquel primer d¨ªa, la polic¨ªa logr¨®, con gases lacrim¨®genos y disparos al aire, desalojar a los manifestantes de la plaza de la Liberaci¨®n, en el coraz¨®n de El Cairo, y de la plaza de Mencheia, en Alejandr¨ªa. Pero los egipcios hab¨ªan roto la barrera del miedo y las ansias de libertad comenzaban a cambiar la faz del pa¨ªs. "Estoy contenta de haber llegado a esta edad para vivir este momento de liberaci¨®n. No hay marcha atr¨¢s, Egipto ser¨¢ libre", dec¨ªa ayer Nabila Dakri, de 73 a?os, ya retirada de su c¨¢tedra de Toxicolog¨ªa en la Universidad de Alejandr¨ªa.
La aparici¨®n, el pasado d¨ªa 2, de violentos defensores de Mubarak, que reventaron el pacifismo de las manifestaciones celebradas hasta entonces y que dejaron 1.500 heridos en El Cairo y varios centenares en Alejandr¨ªa, no logr¨® amedrentar a quienes no se cansan de gritar "fuera Mubarak" y "se acab¨® la dictadura".
Las ilusiones perdidas de Jaled renacen cada d¨ªa en la gran mezquita de Ibrahim, desde donde parten los manifestantes de su ciudad para llegar a la plaza Mencheia, protegida por tanques, al igual que los lugares m¨¢s emblem¨¢ticos de la ciudad, como la Biblioteca de Alejandr¨ªa. Tambi¨¦n hay desplegados tanques en el entorno de las instalaciones militares, como el cuartel general del norte de Egipto, el hospital militar y la colonia de edificios de viviendas militares que se levanta junto a la cornisa sobre el Mediterr¨¢neo. Pero los egipcios siguen confiando en su Ej¨¦rcito y muchas familias suben a sus hijos peque?os a estos veh¨ªculos para hacerles una foto. Del Ej¨¦rcito m¨¢s que nunca depende hoy la democratizaci¨®n de Egipto.
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