"El aeropuerto de Osaka est¨¢ lleno de extranjeros que abandonamos el pa¨ªs"
Un cient¨ªfico espa?ol, actualmente en Jap¨®n, cuenta c¨®mo est¨¢ viviendo la cat¨¢strofe: "La organizaci¨®n, el civismo y el amor por el trabajo bien hecho, me tienen convencido de que este pueblo admirable va a ganar esta guerra"
No vi nada en Niigata que hiciera sospechar que un terremoto brutal se hubiera producido a tan solo 200 kil¨®metros al este. Salt¨¦ del autob¨²s, camin¨¦ a la estaci¨®n y tom¨¦ el Shinkansen hacia Tokio. Iba pr¨¢cticamente vac¨ªo. Pas¨¦ las dos horas del trayecto durmiendo profundamente y, como si fuera un japon¨¦s m¨¢s, me despert¨¦ unos minutos antes de llegar a la estaci¨®n central de Tokio. All¨ª tom¨¦ un taxi hacia el Hotel en el que mi colega, el profesor Tsukamoto -cuya mujer llevaba cuatro d¨ªas en su casa de Sendai sin luz, calefacci¨®n ni agua- me hab¨ªa reservado una habitaci¨®n.
Tsukamoto-Sensei no hab¨ªa dormido en las ¨²ltimas 30 horas y tenia cara de cansancio. Tras el abrazo tambi¨¦n se fijo en mi rostro demacrado por la falta de sue?o y la angustia. Pens¨¦ quedarme en Tokio un par de d¨ªas para descansar. En la recepci¨®n me dijeron que el segundo d¨ªa no habr¨ªa desayuno y que no pod¨ªan limpiar la habitaci¨®n. La explicaci¨®n era sencilla. El pa¨ªs, y particularmente esta inmensa urbe que es Tokio, ten¨ªa un gran problema de energ¨ªa y hab¨ªan reducido el flujo de trenes de cercan¨ªa, esos trenes que traen cada ma?ana desde el extrarradio a los millones de personas que vienen a trabajar en esta ciudad de m¨²ltiples corazones.
En uno de ellos, en Akasaka, estaba el hotel en el que me hospedaba. Cenamos en la calle, unos fideos japoneses con tempura de vegetales y gambas en uno de los escasos restaurantes abiertos, pues el racionamiento energ¨¦tico tambi¨¦n afectaba al comercio. Entramos en un supermercado en el que me fij¨¦ en que bastantes baldas estaban sin comida. Demasiadas cosas me empezaban a recordar a Sendai. Mi colega sigue empe?ado en hacer sus experimentos en vuelos parab¨®licos la pr¨®xima semana. Son experimentos que se realizan en un avi¨®n que sube y se deja caer en picado varias veces, con lo que se consigue reducir la gravedad y hacer flotar a los pasajeros por unos segundos que se aprovechan para hacer experimentos. Sin duda los estudiantes adoran este trabajo. Pregunt¨¦ por todos los que hab¨ªan quedado en Sendai para ultimar los preparativos del vuelo previsto desde mucho antes del terremoto. La Universidad de Tohoku hab¨ªa decidido cerrar hasta abril e incluso cancelar el acto formal de la graduaci¨®n. Muchos de sus treinta mil estudiantes que no son de Sendai querr¨¢n volver a sus casas y eso va a empeorar la salida. A la hora que escribo esto, ya est¨¢ pasando, pero mi colega conf¨ªa en sacar a los suyos a tiempo.
Volvimos al hotel. Por la noche tembl¨® dos veces no muy fuerte pero un de ellas me levant¨® alterado. Pens¨¦ en esa gran r¨¦plica que se prev¨¦ en Tokyo. Me pregunt¨¦: ?otra vez ? No le ten¨ªa miedo al terremoto sino a lo que venia despu¨¦s: otra vez no entender las llamadas de alarma, ni las recomendaciones, ni las respuestas a mis preguntas en ingl¨¦s, otra vez la angustia de estar a ciegas. Era como jugar una partida de ajedrez sin conocer las reglas. Pierdes seguro. "No", me dije, "ma?ana me voy". Record¨¦ que el conserje del hotel coment¨® que estaban cancelados los trenes al aeropuerto de Tokio y que los autobuses no ten¨ªan horario por falta de combustible. No, la salida es como entr¨¦: el Shinkansen a Osaka.
La estaci¨®n estaba a diez minutos en taxi y en ¨²ltimo caso pod¨ªa ir andando. En la agencia de viajes de Granada, ya Mario y Martha me hab¨ªan cambiado la fecha de salida hacia Dubai desde Osaka. Decidido. No me volv¨ª a acostar. Me duch¨¦, esper¨¦ hasta las seis de la ma?ana. Llam¨¦ por tel¨¦fono a Tsukamoto: me voy a Osaka ya. Nos ver¨ªamos en la Escuela Internacional de Cristalizaci¨®n que organizamos cada mayo en Granada. Cuando estaba en el taxi, me despidi¨® sin aspavientos: "No te olvides de pedir los recibos de todos los gastos para reembors¨¢rtelos. Buena suerte". Casi re¨ª y llor¨¦ a la vez.
El Shinkansen de las 6:26 de la ma?ana no iba lleno. Es verdad que en la espera habl¨¦ con una familia que, al completo, hu¨ªa de Tokio. Pero no hab¨ªa aglomeraciones. El viaje a Osaka fue absolutamente normal. En la parada de Kioto se ve¨ªan en el and¨¦n turistas japoneses que visitaban la hist¨®rica ciudad. Es obvio que los problemas creados por el terremoto se restringen a la costa norte del Pac¨ªfico arrasada por el tsunami, al ¨¢rea de Sendai y a Tokio.
Muy probablemente la situaci¨®n en Tokyo ir¨¢ a peor. Lo normal es que dejen sus dos aeropuertos comerciales para abastecimiento y operaciones de emergencia, porque de cualquier forma ser¨¢ dif¨ªcil llegar a ellos en autob¨²s e imposible por tren. Escasear¨¢ la comida en los pr¨®ximos d¨ªas. La electricidad continuar¨¢ racionada por horas y barrios pero el agua no tiene porqu¨¦ faltar. Creo que ese cuadro duro pero soportable es el que le espera a esta ciudad si no hay otro terremoto que empeore la situaci¨®n y si se despeja pronto el peligro nuclear, algo que esta ma?ana incluso algunos japoneses comenzaban a dudar. Pero sobre todo espero que puedan evitar el p¨¢nico, el mayor enemigo. Por eso cuento lo que veo, porque no quiero contribuir a los rumores que corren por Tokyo, rumores creados por los extranjeros que viven en la ciudad (los japoneses no permiten que los rumores suplanten a la realidad) y que la prensa internacional vocea ampli¨¢ndolos. Por ejemplo, ayer me dijeron desde Espa?a que los franceses e italianos estaban repatriando a sus ciudadanos. No es cierto. Al menos no lo era a las diez y media de la ma?ana de ayer cuando convers¨¦ con un italiano que hu¨ªa con su esposa e hijo. El recib¨ªa diariamente cinco correos informativos de la embajada de Italia y en ninguno hab¨ªa le¨ªdo eso. Se iba porque presagiaba que tenia que quitar a su beb¨¦ de all¨ª. Un italiano no necesita m¨¢s.
Creo que ser¨ªa prudente que quienes no sean imprescindibles abandonen Tokio sin prisas. Ayudar¨ªa a reducir el abastecimiento, el consumo de energ¨ªa y servicios y a mejorar una situaci¨®n dif¨ªcil pero controlable. El viajero italiano me dijo que hab¨ªa notado un gran n¨²mero de madres que viajaban con sus hijos al sur mientras sus maridos se quedaban en Tokio. Yo no lo not¨¦. Pero si es verdad que el aeropuerto de Osaka est¨¢ lleno de extranjeros que abandonamos el pa¨ªs. Ma?ana ser¨¢n m¨¢s porque los vuelos internacionales de las compa?¨ªas que continuaban operativas en Tokio se est¨¢n desviando a Osaka. Recibo un correo del Profesor Tsukamoto que no podr¨¢n realizar los experimentos de gravedad reducida en Nagoya porque su avi¨®n ha sido requisado para el seguimiento a¨¦reo de las centrales nucleares afectadas. Pero est¨¢ decidido a hacer los experimentos paralelos en Tierra: Juanma "No nos podemos dejar ganar por una cat¨¢strofe". Ese es el esp¨ªritu que junto a la disciplina, la organizaci¨®n, el civismo y el amor por el trabajo bien hecho, me tienen convencido de que este pueblo admirable va a ganar esta guerra. Llegu¨¦ aqu¨ª hace un mes y medio como Profesor para ense?ar y me voy con muchas lecciones aprendidas. Llaman a embarcar. Me cuesta trabajo levantarme y camiar hacia la puerta. No s¨¦ si estoy muy triste o solamente muy cansado. Probablemente las dos cosas a la vez.
PD: He conseguido saber los nombres de los dos universitarios que me ayudaron a encontrar el refugio el d¨ªa de la cat¨¢strofe: Nara-san y su esposo Watanabe-san
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