Yemaa el Fna, una plaza m¨¢gica Patrimonio de la Unesco
El lugar en el que se ha producido el atentado es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad Es el centro neur¨¢lgico de Marraquech, por el que pasan cientos de turistas cada d¨ªa
La plaza Yemaa el Fna es m¨¢gica. Cientos de turistas pasan cada d¨ªa por el centro neur¨¢lgico de Marraquech para mezclarse con sus aguadores, vendedores ambulantes y encantadores de serpientes, o toman un t¨¦ al atardecer desde alguna de las terrazas panor¨¢micas -como la atacada este jueves- que permiten contemplar el bullicio. Pero este entorno no es un monumento al uso: la galer¨ªa de pintorescos personajes que act¨²an desde el siglo XI en esta especie de teatro al aire libre le han valido la declaraci¨®n de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad y suponen un espect¨¢culo ¨²nico en el mundo.
A finales de 2010, la Unesco declar¨® que la humanidad deber¨ªa reconocer el valor del flamenco, la dieta mediterr¨¢nea y el canto de la Sibila mallorqu¨ªn. Casi 10 a?os antes, el empe?o del escritor Juan Goytisolo logr¨® lo mismo para una plaza que, a primera vista, parece un lugar desangelado, una extensi¨®n de asfalto que no ser¨ªa nada sin las personas que la pueblan a diario. Seg¨²n explica el autor espa?ol, residente en Marraquech, en aquel momento se pretend¨ªa construir un gran edificio para dar al entorno un aire "m¨¢s moderno", al precio de acabar con su encanto. Una ola de solidaridad y protestas consigui¨® frenar el proyecto y el reconocimiento del organismo de Naciones Unidas.
?Y en qu¨¦ consiste esa magia? De entrada, en que la plaza de Yemaa el Fna, en realidad, son muchas plazas. Por la ma?ana, temprano, abren los puestos de frutas, algunos turistas se acercan para tomar un zumo de naranja reci¨¦n exprimido por pocos d¨ªrhams y las motos cruzan a toda prisa. En ese momento, parece un aparcamiento grande y vac¨ªo. Al medio d¨ªa llega el bullicio y es cuando se puede descubrir a los personajes m¨¢s variopintos: desde el aguador que baja de las monta?as hasta las mujeres que pintan con henna; del encantador de serpientes al que tiene un mono amaestrado; tambi¨¦n del dentista sui g¨¦neris al vendedor de artesan¨ªa; todos a la b¨²squeda del extranjero al que pedir unas monedas a cambio de una foto.
Por la tarde, cuando arrecia el calor, la plaza desaparece entre las decenas de puestos de comida que se instalan en cuesti¨®n de minutos, y por la noche las luces de estos tenderetes improvisados -siempre atestados de locales y for¨¢neos- convierten el lugar en algo totalmente distinto. Ese momento tras el atardecer suelen aprovecharlo muchos turistas para tomar un t¨¦ en alguna de las t¨ªpicas terrazas panor¨¢micas desde las que se ve la plaza. Una de ellas, la cafeter¨ªa Argana, ha sido atacada este jueves.
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