Abbas reclamar¨¢ a la ONU que reconozca a Palestina como Estado
El presidente palestino anuncia que llevar¨¢ la propuesta el d¨ªa 23 al Consejo de Seguridad del organismo en un claro desaf¨ªo a EE UU, Europa e Israel
El conflicto israelo-palestino ha adquirido una nueva dimensi¨®n. El presidente Mahmud Abbas ha anunciado que el pr¨®ximo d¨ªa 23 pedir¨ªa al Consejo de Seguridad de la ONU el reconocimiento de Palestina como Estado miembro, con plenos derechos y obligaciones. Ha sido una forma de romper, despu¨¦s de 18 a?os casi infructuosos, la vieja baraja de las negociaciones basadas en los Acuerdos de Oslo. Abbas sabe que la iniciativa est¨¢ condenada al fracaso por el veto de EE UU, pero tambi¨¦n sabe que EE UU se ver¨ªa en grandes apuros para explicar a las poblaciones ¨¢rabes, inmersas en la efervescencia de un proceso revolucionario, las razones de su respaldo incondicional a Israel.
De hecho, pocas horas despu¨¦s del discurso de Abbas, el portavoz adjunto del Departamento de Estado de EE UU, Mark Toner, ha reafirmado la oposici¨®n de su pa¨ªs al plan palestino justificando que "es contraproducente" y que no acabar¨¢ con el resultado deseado de "dos Estados que conviven el uno junto al otro en paz y con seguridad", informa EFE.
El presidente de la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina (OLP) y de la Autoridad Palestina pod¨ªa haber optado por la v¨ªa posibilista, la que recomendaban Washington, Bruselas e Israel: acudir a la Asamblea General de la ONU, pedir una ligera mejora en su actual situaci¨®n de "entidad observadora" y arrancar algunas concesiones previas a una nueva ronda de negociaciones. Esa v¨ªa, seg¨²n los c¨¢lculos palestinos, iba a permanecer abierta tras el previsible no del Consejo de Seguridad por el veto estadounidense. Abbas ha decidido ir a por el premio m¨¢ximo y luego, seg¨²n evolucionaran los acontecimientos, conformarse con menos.
En cierta forma, Abbas ha apostado por lo que en t¨¦rminos diplom¨¢ticos equivaldr¨ªa a la guerra total. La suya ha sido una decisi¨®n unilateral, prohibida expresamente en los Acuerdos de Oslo; una decisi¨®n frontalmente opuesta a los deseos de EE UU, principal patrocinador del proceso de paz y financiador de la Autoridad Palestina; y una decisi¨®n condenada a agriar hasta extremos impredecibles las relaciones con Israel y las tensiones entre colonos y palestinos en la Cisjordania ocupada.
Abbas se encuentra en una situaci¨®n precaria, como simple presidente en funciones de la Autoridad Palestina (su mandato ya ha expirado), con Cisjordania y Gaza divididas en un reflejo del enfrentamiento entre la OLP y Ham¨¢s (que rechaza la iniciativa), e incapaz de formar un gobierno de unidad prometido desde mayo. En resumen, una situaci¨®n en la que no resulta irrazonable jugarse el todo por el todo.
El discurso de Abbas, televisado en directo a una poblaci¨®n palestina muy mayoritariamente favorable al recurso ante la ONU (incluso en Gaza, pese al rechazo de Ham¨¢s), ha sido cuidadoso a la hora de reconocer la legitimidad de Israel ("no queremos aislar a Israel, sino sus pol¨ªticas") y ha pedido a sus conciudadanos que no cayeran en la tentaci¨®n de la violencia ("eso es lo que ellos quieren, no les proporcionemos excusas"), pero no redujo ni un mil¨ªmetro las reivindicaciones de la OLP: un Estado palestino dentro de las fronteras del armisticio de 1948, con Jerusal¨¦n Oriental como capital, con derecho de retorno de los refugiados y sin limitaci¨®n de soberan¨ªa. Ha dedicado un recuerdo a los presos palestinos en las c¨¢rceles israel¨ªes, que "se convertir¨¢n en prisioneros de guerra en cuanto se nos reconozca como Estado".
El recurso a la ONU forma parte de una nueva estrategia diplom¨¢tica y, a corto plazo, no va a cambiar ni la ocupaci¨®n ni la vida cotidiana en Cisjordania y Gaza. Las consecuencias inmediatas previsibles van a reflejarse en el Gobierno israel¨ª, enfurecido; en Barack Obama, colocado en una situaci¨®n muy inc¨®moda; y en la UE, abocada como otras veces a admitir que carece de consenso en su pol¨ªtica exterior.
Quiz¨¢ el principal destinatario de las palabras de Abbas, al margen de los propios palestinos, es Obama. El presidente de EE UU prometi¨® mucho cuando lleg¨® a la Casa Blanca y despert¨® grandes esperanzas en el discurso que pronunci¨® en El Cairo el 5 de junio de 2009. "La situaci¨®n de los palestinos es intolerable", dijo. Dos a?os despu¨¦s, ni siquiera ha conseguido que Israel deje de construir colonias en los territorios ocupados. La decepci¨®n con Obama es perceptible en Ramala, sede administrativa de la Autoridad Palestina. Ahora, despu¨¦s de haber bendecido la primavera ¨¢rabe y respaldar los procesos revolucionarios, Obama tendr¨¢ que decir no al Estado palestino en el Consejo de Seguridad. Para la opini¨®n p¨²blica ¨¢rabe, eso puede ser peor que o¨ªr a Obama decir s¨ª a Hosni Mubarak o Muamar el Gadafi.
Los estrategas palestinos conf¨ªan en que Barack Obama (y la Uni¨®n Europea) se vean obligados a compensar a los ¨¢rabes en general y a los palestinos en particular con un respaldo sin condiciones en una hipot¨¦tica petici¨®n posterior de reconocimiento al Estado palestino en la Asamblea General de la ONU, que podr¨ªa elevar el rango de Palestina al nivel de observador que ocupa el Vaticano, y con un poco de presi¨®n sobre el Gobierno de Benjam¨ªn Netanyahu. Tambi¨¦n podr¨ªa ocurrir, sin embargo, que el Congreso de Estados Unidos cancelara toda la ayuda econ¨®mica a la Autoridad Palestina, que algunos pa¨ªses europeos hicieran lo mismo y que Cisjordania cayera en una espiral de violencia.
Solo una cosa es segura: la par¨¢lisis que en los ¨²ltimos a?os ha caracterizado el conflicto israelo-palestino, con Gaza bajo bloqueo y Cisjordania bajo ocupaci¨®n, puede darse por concluida.
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