Una izquierda no muy diestra
La inequidad en la distribuci¨®n de la riqueza ha dejado de ser el factor de movilizaci¨®n electoral
La mayor parte de las discusiones (m¨¢s bien, lamentos) acerca del futuro de la izquierda caben en el sencillo juego de palabras con el que abre esta columna. Para unos, el problema es que la izquierda no es muy diestra, es decir, que es muy torpe a la hora de convencer a sus potenciales votantes de que tiene la soluci¨®n a sus problemas. Esta l¨ªnea de pensamiento parte del supuesto de que, a grandes rasgos, la izquierda no solo tiene raz¨®n (hist¨®rica y / o moral, da igual), sino de que existe una mayor¨ªa de votantes potencialmente dispuesta a votar a una izquierda moderna pero fiel a sus principios de siempre. Para los que as¨ª piensan, que los votantes no respalden mayoritariamente en las urnas las opciones de izquierdas es un problema de primer orden, pero puede ser achacado a factores end¨®genos (las estrategias de comunicaci¨®n, la calidad del liderazgo o los sistemas electorales, entre otros) o bien a factores ex¨®genos. Entre estos ¨²ltimos suele destacarse (pi¨¦nsese en EE UU) el hecho de que el poder econ¨®mico respalde econ¨®micamente a los partidos conservadores, lo que situar¨ªa a la izquierda en evidente inferioridad de condiciones. Tambi¨¦n se menciona el hecho de que, por razones varias (exclusi¨®n social o d¨¦bil cultura pol¨ªtica), aquellos que m¨¢s se beneficiar¨ªan de las pol¨ªticas de izquierda se abstengan de votar, o se se?ala el hecho de que las din¨¢micas econ¨®micas (globalizaci¨®n) hagan imposible ¡°la socialdemocracia en un solo pa¨ªs¡±. En resumidas cuentas, por usar una terminolog¨ªa econ¨®mica, los partidos de izquierda tendr¨ªan un problema de oferta (tendr¨ªan que mejorar la calidad de su producto) pero no un problema de demanda (porque habr¨ªa demandantes dispuestos a comprar su producto). Por tanto, ante una crisis econ¨®mica como la actual, la respuesta estar¨ªa clara: m¨¢s y mejor izquierda.
Para otros, el problema es que la izquierda no es suficientemente diestra en el sentido de que no est¨¢ suficientemente centrada. En una sociedad moderna pol¨ªticamente, s¨®lida econ¨®micamente y dominada por las clases medias, dicen, los partidos de izquierda se enfrentan a un grave problema de demanda. Puede que sigan teniendo raz¨®n, s¨ª, y que sus principios clave sigan siendo validos, pero dado que la democracia es el gobierno de la mayor¨ªa, tener raz¨®n sirve de poco si uno nunca consigue una mayor¨ªa con la que llevar a la pr¨¢ctica sus ideas. As¨ª las cosas, la creencia t¨ªpicamente izquierdista en un Estado que regule los mercados y que garantice la igualdad de oportunidades mediante (elevados) impuestos progresivos y servicios p¨²blicos de calidad, tan loable como pueda ser considerada, podr¨ªa estar en v¨ªas de extinci¨®n si solo el tercio m¨¢s desfavorecido de la sociedad le concede su apoyo en las urnas. Continuando con la analog¨ªa econ¨®mica, la oferta ser¨ªa adecuada, pero no habr¨ªa suficientes demandantes. Aqu¨ª, averiguar qu¨¦ ha pasado con los desertores ser¨ªa crucial. ?Han cambiado de intereses, y por tanto de valores, es decir, se han derechizado? O, alternativamente, ?han colonizado algunos valores de la izquierda (especialmente los referidos a la libertad personal, como el aborto, divorcio, pero tambi¨¦n el medio ambiente...) otros espacios pol¨ªticos, permitiendo a muchos electores de clase media abandonar la izquierda sin renunciar enteramente a sus principios? Fuera lo que fuese, en ambos casos, la izquierda tendr¨ªa que repensar no ya sus estrategias, sino revisar a fondo sus planteamientos.
Ninguna de las respuestas a estas preguntas es sencilla ni inmediata. No obstante, desconocer cu¨¢les son las preguntas que uno tiene que hacerse es mucho m¨¢s grave que desconocer las respuestas a esas preguntas. Y da la impresi¨®n de que algo as¨ª le est¨¢ pasando hoy a la izquierda. Por un lado, la izquierda (espa?ola, europea y estadounidense) percibe que la inequidad en la distribuci¨®n de la riqueza, las diferencias sociales y la falta de regulaci¨®n de los mercados (a pesar de su importancia) han dejado de ser el factor de movilizaci¨®n electoral decisivo que inclina las elecciones a su favor. Por otro, tambi¨¦n percibe que los valores de libertad individual no est¨¢n puestos en cuesti¨®n ya que una muy amplia mayor¨ªa de los ciudadanos (tambi¨¦n en la derecha) no solo los tolera, sino que los practica. A la vez, muchos en la izquierda creen en la libertad econ¨®mica y de empresa como fuente de prosperidad y de distribuci¨®n de oportunidades, incluso en lo referido a la prestaci¨®n de servicios p¨²blicos esenciales, debilitando el credo redistributivo de la izquierda. Con todo este mestizaje de ideas y valores, la impresi¨®n es que la manta de la izquierda se ha quedado corta: si se tapa los pies, tiene fr¨ªo en el pecho y si se tapa el pecho, se le hielan los pies.
Twitter: @jitorreblanca
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