Un paso decepcionante
La cumbre ampl¨ªa el Fondo de Estabilidad y llega a un acuerdo sobre la quita de Grecia
La cumbre de Bruselas de ayer ha presentado un paquete de medidas que aspira a dar una respuesta contundente a la crisis financiera europea. La cumbre de julio fue fruct¨ªfera en cuanto a la definici¨®n de los instrumentos adecuados para combatir el caos de las deudas soberanas, pero pec¨® de inconcreci¨®n. Falta por ver el modo en que las medidas de ayer son recibidas por los mercados y luego son aplicadas. La cita de ayer, lastrada penosamente en su comienzo por la incapacidad del Gobierno de Berlusconi para ofrecer un plan de ajuste razonable a sus socios comunitarios, dio un paso m¨¢s en el perfeccionamiento del Fondo de Estabilidad Europeo (gracias, todo sea dicho, al aval pol¨ªtico que obtuvo Angela Merkel en el Bundestag) y zanj¨®, aunque de forma poco afortunada, el debate sobre la recapitalizaci¨®n de la banca europea.
Las decisiones sobre una nueva ronda de recapitalizaci¨®n bancaria y el c¨¢lculo de las deudas nacionales son discutibles. La l¨®gica de la situaci¨®n dice que una quita de la deuda griega del 50% pesar¨¢ sobre los balances de los bancos europeos; para prevenir este impacto se impone que la banca aumente desde el 7% al 9% la exigencia de capital de primera calidad, que deber¨¢ cubrir con dinero fresco; pero no es f¨¢cil (quiz¨¢ ni siquiera aconsejable, debido a su coste) buscar fondos en el mercado; la soluci¨®n de las ayudas p¨²blicas obliga a un esfuerzo de los Estados que deteriorar¨¢ la credibilidad de las deudas nacionales. Y vuelta a empezar.
En el caso de Espa?a, el coste calculado es de unos 26.161 millones, la segunda necesidad de financiaci¨®n en importancia de las bancas nacionales. La cantidad es incoherente con la situaci¨®n relativa de mejor solvencia de las entidades espa?olas respecto de las europeas y, por lo tanto, deber¨ªa ser explicada por las autoridades de la UE. Esta nueva fase de recapitalizaci¨®n dificultar¨¢ y encarecer¨¢ los cr¨¦ditos y probablemente no convencer¨¢ a los inversores, ya que los fracasos de las pruebas de esfuerzo anteriores han invalidado esa opci¨®n.
La valoraci¨®n de las deudas soberanas a precio de mercado supone una depreciaci¨®n de la deuda espa?ola en torno al 2%. Por varias razones, esta decisi¨®n es un contrasentido pol¨ªtico y econ¨®mico. Invalida los esfuerzos de ajuste fiscal aplicados por los Gobiernos precisamente para poder pagar la deuda contraida y convierte en papel mojado la presunci¨®n, defendida con especial fervor por Alemania, de que las pol¨ªticas de ajuste son imprescindibles para combatir la crisis financiera.
La ampliaci¨®n del Fondo de Estabilidad es al menos un avance sobre la situaci¨®n de julio. Pero no conviene enga?arse. Un bill¨®n de euros en lugar de 440.000, incluso con las modificaciones de funcionamiento bendecidas por Merkel, no resuelve el problema de fondo. La cuesti¨®n es que los ataques a las deudas nacionales no se podr¨¢n evitar mientras no exista un Tesoro europeo que sea capaz de actuar como el de Estados Unidos y Jap¨®n. Ese Tesoro debe poder financiar sus propios d¨¦ficits. Pero mientras Alemania tenga la llave de la caja europea, esta declaraci¨®n de heterodoxia es impensable.
Los acuerdos pol¨ªticos pueden calmar moment¨¢neamente a los mercados, pero est¨¢ por ver si son suficientes para atajar las dificultades que han llevado al euro al borde del colapso. El paso tranquilo que ha caracterizado a Francia y Alemania no es la marcha r¨¢pida que requiere el riesgo de quiebra de la eurozona. Por dejar que se pudra la crisis griega, ahora el caos acecha desde Italia. Lo m¨¢s probable es que la debilidad del Gobierno de Berlusconi agrave m¨¢s y m¨¢s la solvencia del pa¨ªs, hasta que no pueda pagar su deuda y tampoco existan recursos para su rescate. La cumbre de ayer es un paso adelante, aunque algo tard¨ªo en relaci¨®n con la extrema gravedad del riesgo.
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