"El capo de la Rocinha pagaba a la polic¨ªa y esta le proteg¨ªa"
El presidente de la Comisi¨®n de Investigaci¨®n de las milicias en las favelas de R¨ªo de Janeiro opina que la corrupci¨®n alimenta a la violencia
La amenaza llega en un papel con el sello del Gobierno de R¨ªo de Janeiro. A trav¨¦s de ese documento, el Estado carioca informa a su destinatario de lo que ha llegado a sus o¨ªdos. Esto es, que el expolic¨ªa pr¨®fugo Carlos Ary Ribeiro, alias Carl?o, tiene el encargo de matar al diputado estatal Marcelo Freixo por unos 165.000 euros. El pagador es Tony Angelo, alias Er¨®tico, miliciano de la zona oeste de R¨ªo. Con todos estos datos -se pregunta uno-, ?hay una investigaci¨®n abierta? ¡°Lo dudo¡±, admite Marcelo Freixo (R¨ªo de Janeiro, 1967). Lo ¨²nico que sabe el actual presidente de la comisi¨®n que persigue a las milicias de las favelas de R¨ªo es que las tentativas contra su vida (la descrita data del 26 de septiembre), al menos sobre el papel, van in crescendo: Siete solamente durante el pasado mes de octubre.
Freixo, miembro del PSOL (escisi¨®n del gobernante Partido de los Trabajadores), ha dejado Brasil junto a su familia durante 15 d¨ªas para respirar, tomar distancia y denunciar, junto a Amnist¨ªa Internacional, los abusos de estas ¡°mafias¡± de polic¨ªas fuera de servicio, exmilitares, guardias penitenciarios y bomberos. Su viaje coincide con la toma por las fuerzas de seguridad brasile?as de la macrofavela carioca de la Rocinha. Una operaci¨®n que no le pilla por sorpresa.
La imagen del traficante no es una imagen de poder sino de pobreza¡±
Pregunta. ?Por qu¨¦ se ha ejecutado ahora el asalto de la Rocinha?
Respuesta. Dije en R¨ªo hace poco que la Rocinha, Vidigal y otras comunidades iban a ser ocupadas por la polic¨ªa para la construcci¨®n de un corredor de seguridad. No hab¨ªa duda. Solamente Santo Amaro, en el barrio de Catete, contin¨²a en manos de los narcotraficantes en el sur de R¨ªo. Ha habido una reconquista de los territorios. Pero no hay guerra. No hay un Estado paralelo, no hay una fuerza pol¨ªtica o grupo con un proyecto para tomar el poder. No hay ideolog¨ªa, solo comercio. La imagen del traficante no es una imagen de poder sino de pobreza. Dentro de las favelas no hay un crimen organizado, aunque s¨ª mucha violencia. Fuera de ellas s¨ª lo hay. Y es el de las milicias. Est¨¢n dentro del Estado, son miembros del Estado, vinculados a diputados estatales, regionales.
Las milicias est¨¢n dentro del Estado, son miembros del Estado, vinculados a diputados estatales, regionales¡±
P. ?Qui¨¦n es, entonces, Nem, detenido como el capo m¨¢s buscado de la Rocinha?
R. Antonio Lopes Bonfim, Nem, es el principal l¨ªder de la Rocinha, pero nunca hab¨ªa salido de all¨ª, tiene solo 35 a?os. ?C¨®mo va a ser un gran traficante internacional? No lo es, aunque s¨ª es muy violento. Es muy importante recuperar el territorio a trav¨¦s de las Unidades de Polic¨ªa Pacificadoras. Es un proyecto de ciudad, no de seguridad. Y est¨¢ claramente relacionado con los Juegos Ol¨ªmpicos [de 2016] y la Copa del Mundo [de 2014]. El criterio para establecer este cord¨®n de seguridad no es la violencia, sino la inversi¨®n de capital privado. Una ciudad segura no es la que tiene muchos polic¨ªas sino derechos, escuelas, salud. La favela tiene ahora polic¨ªa, pero no servicios esenciales.
No hay un lugar con narcotr¨¢fico en el que no se pague a la polic¨ªa¡±
P. Se teme que los grandes traficantes de la Rocinha hayan huido...
R. S¨ª, unos han huido; otros, no. Se han quedado. Muchos de los que vimos armados durante la toma de la favela de Complexo do Alem?o en noviembre est¨¢n trabajando all¨ª, comerciando, sobreviviendo porque no es un crimen organizado. Los hay, no obstante, que se han ido a otras favelas, como las de la regi¨®n de Fluminense.
P. ?C¨®mo se persigue ahora a los huidos?
R. En R¨ªo hay m¨¢s de 1.000 favelas. Es imposible ocuparlas todas. No hay polic¨ªa suficiente. Es muy importante la refundaci¨®n de la polic¨ªa. Nem era un subordinado de la corrupci¨®n de la polic¨ªa. Con Nem preso, R¨ªo no va a cambiar nada. S¨ª cambiar¨¢ la realidad interna de la Rocinha. ?Cu¨¢ntos otros Nem hay? No hay un lugar con narcotr¨¢fico en el que no se pague a la polic¨ªa. Una parte muy grande de lo que facturaba Nem iba para la polic¨ªa. Y muchos agentes proteg¨ªan al narcotraficante.
P. ?C¨®mo?
R. Lo proteg¨ªan f¨ªsicamente y adem¨¢s le informaban de las operaciones. Si todos los traficantes de drogas tienen que pagar una propina a la polic¨ªa, ?qui¨¦n controla su comercio? El traficante, no.
P. ?Y de qui¨¦n depende la polic¨ªa?
R. Del Estado. La corrupci¨®n pol¨ªtica alimenta la policial. La polic¨ªa domina territorios al servicio de la corrupci¨®n pol¨ªtica. Un control del territorio para los negocios que se transforma en un dominio electoral. Y la milicia es resultado de esta corrupci¨®n en un grado m¨¢s elevado.
P. ?Qui¨¦nes forman estas milicias?
R. Polic¨ªas civiles, polic¨ªas militares, soldados del Ej¨¦rcito, funcionarios penitenciarios, bomberos, que en Brasil tienen armas. Son agentes p¨²blicos de seguridad que dominan muchos territorios, no solo favelas, tambi¨¦n otros sitios como Campo Grande. Y no es un dominio con barricadas sino a trav¨¦s de las actividades econ¨®micas de gran facturaci¨®n como el transporte alternativo. La milicia R¨ªo de las Piedras que investigamos en 2008 sacaba 60.000 euros al d¨ªa con este transporte. Comercian tambi¨¦n con el gas, la se?al de televisi¨®n, conceden pr¨¦stamos¡ Adem¨¢s, todo jefe de una milicia, lo es tambi¨¦n de un centro social. Dominan las armas, el terror y las muertes. El mapa de los homicidios coincide con el de las milicias. El brazo del terror es tambi¨¦n el de la asistencia, como con la mafia.
P. Y act¨²an donde el Estado no llega¡
R. Claro, act¨²an en ¨¢reas m¨¢s pobres. No hay milicias en la zona sur.
P. ?Qu¨¦ relaci¨®n tienen estas milicias con el narcotr¨¢fico?
R. Ninguna. Su discurso trata de legitimarse a trav¨¦s del rechazo del tr¨¢fico de drogas. Se dicen hombres de ley. Persiguen el dinero y el poder.
P. ?Y qu¨¦ hace el Estado para frenarlos?
R. Muy poco. Antes de 2008 se entend¨ªa como un mal menor. A partir de ese a?o, con el inicio de la investigaci¨®n parlamentaria, ha cambiado la opini¨®n p¨²blica sobre las milicias. Dentro de la polic¨ªa se contempla incluso ya su combate. Unos 590 milicianos han sido apresados en los ¨²ltimos tres a?os. En 2006, solo fueron arrestados cinco. Pero no basta, no se ha retomado el territorio que controlan como se ha hecho con el que gobernaban los narcos en la Rocinha.
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