La ¨²nica hija de Stalin muere a los 85 a?os en el anonimato y la pobreza
Tras la muerte de su padre, en 1953, los nuevos l¨ªderes del Kremlin la despojaron de sus privilegios El presidente Johnson le concedi¨® asilo pol¨ªtico en EE UU en los a?os 60
La princesa del Kremlin traicion¨® la memoria de su padre. Huy¨® a India, a Inglaterra, a Francia. Abraz¨® los valores capitalistas. Se refugi¨® en el gran desierto del oeste americano. Volvi¨® a la URSS y, de nuevo, a Norteam¨¦rica. Si su vida hubiera sido una novela rusa se habr¨ªa llamado La Huida. Y es cierto: tan compleja y prolija como una obra rusa fue la existencia de Svetlana Stalina, hija de Josif Stalin. Muri¨® el martes pasado a los 85 a?os como Lana Peters, en la pobreza y el anonimato del condado de Richland, en medio del vac¨ªo de las explanadas rurales de Wisconsin. Hab¨ªa perdido su fortuna. Hab¨ªa renegado de sus ra¨ªces. Se hab¨ªa alejado de su familia. Y muri¨® lejos de las c¨¢maras que la siguieron desde que naciera en Mosc¨² en 1926.
Fue la ¨²nica hija de Stalin. Tuvo tres hermanos varones. Para los resortes de la propaganda estalinista fue la forma de humanizar al dictador. Aparec¨ªa en fiestas y recepciones. Su padre la colmaba de atenciones. Le regalaba hasta pel¨ªculas americanas. La apodaban El peque?o gorri¨®n. Entre los cojines del Kremlin, ignoraba los efectos terror¨ªficos de la represi¨®n de su padre. Las circunstancias de su propia vida le eran tambi¨¦n ajenas. Cuando ten¨ªa seis a?os, su madre, Nadezhda Alliluyeva, se suicid¨®. Durante un tiempo, la peque?a crey¨® que hab¨ªa muerto de una apendicitis.
Aunque renegar¨ªa m¨¢s tarde de su padre, en realidad nunca le abandon¨®, a pesar de que durante la larga guerra con Alemania, entre 1941 y 1945, Stalin cambi¨®. A su hijo Yakov lo dej¨® morir a manos de los nazis, neg¨¢ndose a intercambiarlo por un general alem¨¢n capturado. Al novio de Svetlana ¡ªjud¨ªo¡ª lo mand¨® a Siberia. Se cas¨® con otro hombre en 1945, con quien tuvo un hijo. Se divorci¨® dos a?os despu¨¦s. Se volvi¨® a casar con el hijo de un colaborador de Stalin. Tuvo otra hija. Y se divorci¨® de nuevo.
Fue tras la muerte de su padre, en 1953, cuando los nuevos l¨ªderes del Kremlin, incluido el primer secretario Nikita Kruschev, la despojar¨ªan de sus privilegios. Antes que convertirse en una m¨¢s, prefiri¨® huir. Escap¨® a India en 1967. All¨ª pidi¨® asilo pol¨ªtico en la Embajada de Estados Unidos. El presidente Lyndon B. Johnson se lo concedi¨®. Seg¨²n escribi¨® en 1992 The Washington Times, el KGB trat¨® entonces asesinarla, un plan que no se complet¨®. Finalmente Svetlana lleg¨® a Nueva York en abril de 1967. Public¨® dos autobiograf¨ªas en las que renegaba de su padre, de la URSS y del comunismo.
Tras quemar en p¨²blico su pasaporte sovi¨¦tico, se asent¨® en Nueva Jersey. Tres a?os despu¨¦s conoci¨® a William Wesley Peters, disc¨ªpulo de Frank Lloyd Wright, y se cas¨® con ¨¦l. Ambos se mudaron a un complejo dise?ado por el famoso arquitecto en Scottsdale, en el desierto de Arizona. Pero como parece que era norma com¨²n en sus casamientos, tuvo una hija y, en dos a?os, se divorci¨®. Se nacionaliz¨® norteamericana en 1978, y cambi¨® su nombre por el de Lana Peters.
Entonces, hace ya 33 a?os, comenz¨® la decadencia de su vida. Se march¨® a Inglaterra. Justo cuando la historiograf¨ªa de la URSS rescataba la memoria de Stalin, ella comenz¨® a hablar mejor de su padre. Dijo que hab¨ªa sido un juguete de la CIA. Regres¨® a la URSS. Recuper¨® su pasaporte. Pero no encontr¨® el reconocimiento que esperaba, y se mud¨® a Georgia para, en 1986, volver de nuevo a Estados Unidos.
Ya en Wisconsin, dijo que nunca hab¨ªa renegado de EE UU, que todo hab¨ªa sido una mala traducci¨®n de sus palabras. Trataba de huir de los medios. Algunos escribieron que subsist¨ªa en la pobreza, que hab¨ªa enloquecido. Dio, finalmente, una entrevista al diario Wisconsin State Journal, el a?o pasado. De su padre, tuvo algo que decir, una frase lapidaria: ¡°Me rompi¨® la vida¡±.
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