?Hay algo m¨¢s impopular que la UE?
El ¨²ltimo ensayo de Enzensberger da la voz de alarma sobre c¨®mo se est¨¢ construyendo este ¡°monstruo¡± a espaldas y al margen del ciudadano europeo. De su intromisi¨®n solo queda a salvo un campo: la cultura
Inservible en sus medios de comunicaci¨®n, incapaz de crear una opini¨®n p¨²blica europea, una sociedad repleta de secretismos, ¡°alambrada infranqueable¡± en su lenguaje incomprensible, impopular por su ingente burocracia, con una megal¨®mana man¨ªa reguladora, opaca en su composici¨®n, incapaz de penetrar en el inter¨¦s social, jerga de siglas, impotente para sustituir a los funcionarios nacionales por los comunitarios y evitar duplicidades, almac¨¦n de pol¨ªticos molestos e inservibles, dictadura de la econom¨ªa sobre la pol¨ªtica y, finalmente, la ¨²ltima de las sospechas: ?es una instituci¨®n democr¨¢tica? Estas son algunas de las duras y pormenorizadas cr¨ªticas que Hans Magnus Enzensberger vierte sobre la Uni¨®n Europea en su ¨²ltimo ensayo o panfleto, El gentil monstruo de Bruselas (Anagrama). Un libro breve, claro, rotundo, bien informado, ir¨®nico y a veces tambi¨¦n mordaz e inquietante. ?Escrito por un antieurope¨ªsta? dir¨¢n quienes quieran descalificar al autor de El hundimiento del Titanic. Enzensberger no ha estado nunca en contra de los principios b¨¢sicos de la UE, pero discrepa y da la voz de alarma sobre c¨®mo se est¨¢ construyendo este ¡°monstruo¡± a espaldas y al margen del ciudadano europeo. Los europeos hoy circulamos sin complicaciones aduaneras, tenemos una moneda com¨²n, estudiamos en diferentes idiomas en distintas universidades y los Estados individuales, d¨¦biles para enfrentarse a las grandes multinacionales, lo hacen ahora con mayor seguridad a trav¨¦s de los ¨®rganos de la UE. Pero si bien se ha avanzado mucho, todav¨ªa nos quedan otros asuntos sometidos a los intereses individuales, por ejemplo, el control ¨²nico del espacio a¨¦reo que ahorrar¨ªa costes y tiempo, la energ¨ªa at¨®mica y sus residuos, as¨ª como la triste cultura de las subvenciones.
?Sirve para algo gastarse m¨¢s de 25 millones de euros en los medios de comunicaci¨®n europeos que tienen un seguimiento menor que muchos de nuestros vituperados canales auton¨®micos? ?Qui¨¦n ve Euronews, qui¨¦n escucha Euronet, o el sopor¨ªfero Canal del Parlamento? Su ineficacia se demuestra por la incapacidad en conformar una opini¨®n p¨²blica europea. Y tanto es as¨ª, que han ca¨ªdo en la tentaci¨®n de asumir como necesaria la tarea de conformar esa opini¨®n p¨²blica. Es decir, ¡°el juicio personal o sentimiento que la mente se forma acerca de las cosas o las personas¡±, seg¨²n lo defin¨ªa Pulitzer, mediante encuestas por lo general siempre favorables. El Eurobar¨®metro es el gran suplantador de la opini¨®n p¨²blica que, sin embargo, no ha podido, a pesar de sus resultados triunfalistas, explicar por qu¨¦ cada vez hay menos europeos que consideran beneficiosa la pertenencia a la UE. ?Contribuye a este estado de ¨¢nimo el secretismo de muchas de las decisiones de Bruselas y la ¡°alambrada infranqueable¡±, como denomina Enzensberger al lenguaje incomprensible del Tratado de Lisboa y de la mayor¨ªa de las normas jur¨ªdicas? El autor de este ensayo est¨¢ convencido de que los redactores de estos mandamientos son conscientes y responsables de ese ¡°escarnio del lenguaje y de la inteligencia¡±. ?Cu¨¢ntos europeos han le¨ªdo el Tratado? El representante de Irlanda ante la Comisi¨®n afirm¨® que en su pa¨ªs (m¨¢s de cuatro millones de personas) apenas 250 lo hab¨ªan le¨ªdo y que ni siquiera 25 lo hab¨ªan comprendido. Creo que Enzensberger no es del todo justo pues ?cu¨¢ntos europeos han le¨ªdo sus respectivas Constituciones y las han entendido?
?Hay algo hoy m¨¢s impopular en Europa que la propia UE? La reputaci¨®n del Consejo de Ministros, la Comisi¨®n, el Tribunal de Justicia y de los miles de funcionarios deja mucho que desear. Mala fama en torno al dispendio econ¨®mico, los privilegios y los horarios. La impopularidad tambi¨¦n podr¨ªa provenir de la opacidad de su gesti¨®n econ¨®mica. La man¨ªa reguladora desmedida tambi¨¦n ha provocado grandes conflictos, incluso esa ¡°cl¨¢usula de flexibilidad¡± mediante la cual la UE puede autorizarse a ampliar sus competencias sobre asuntos sobrevenidos. En este sentido, Enzensberger hace una reflexi¨®n que yo comparto porque as¨ª la viv¨ª. Estoy hablando de lo siguiente: ¡°De su intromisi¨®n sin tregua en la vida cotidiana de los europeos solo queda a salvo un campo: el de la cultura. La UE nunca le ha prestado excesiva importancia. La cultura molesta por el mero hecho de ser dif¨ªcilmente homogeneizable. Es coherente, pues, que la Comisi¨®n haya encomendado la cartera al menos avisado de sus miembros. Basta con echar un vistazo al presupuesto que destina a ese apartado para entender a qu¨¦ se debe esto: asciende a 54 millones de euros y se sit¨²a as¨ª en un ¨ªnfimo tanto por mil; para ser exactos, es de 11 c¨¦ntimos anuales por cada ciudadano de la UE¡±. Enzensberger compara este presupuesto con el de cultura de su ciudad, M¨²nich, de 161 millones de euros. Y esta despreocupaci¨®n por la cultura europea se contradice con lo que se acord¨® en el Congreso de la Haya de mayo de 1948.
?Cu¨¢ntos europeos conocen los nombres de los presidentes, vicepresidentes, comisarios? ?Cu¨¢ntos europeos han visitado las sedes de Bruselas, Estrasburgo o Luxemburgo? Por otro lado ?cu¨¢ntos espa?oles conocen los nombres de sus ministros o han visitado la sede de nuestro Parlamento o Senado? Estoy seguro de que esto mismo sucede en cada uno de los pa¨ªses europeos. Quiz¨¢ el desinter¨¦s colectivo provenga de esa extendida opini¨®n de que los diputados enviados a Bruselas son pol¨ªticos que resultan molestos. Adem¨¢s, el poder de esta representaci¨®n elegida democr¨¢ticamente, es menor que el poder ingente de los lobistas que se calculan en m¨¢s de 15.000 personas. ?El presidente del Consejo Europeo es igual que el presidente del Consejo de la UE? ?Cu¨¢ntos ciudadanos podr¨ªan responder a esta sencilla pregunta? ?Por qu¨¦ no hay una materia com¨²n en todos los bachilleratos sobre la UE? Enzensberger enumera todo un bosque de siglas imposible. ?Alguien sabe lo que es el OSHA, un organismo que se encarga de la seguridad y la salud en el trabajo y que pese a no tener m¨¢s que 64 empleados cuenta con 84 consejeros? Tambi¨¦n el Servicio Europeo de Acci¨®n Exterior es un derroche. ?Son necesarias las embajadas y consulados entre los pa¨ªses de la Uni¨®n?
Lo m¨¢s complejo de estas meditaciones podemos resumirlo en dos asuntos vitales. ?La econom¨ªa se entronizar¨¢ definitivamente sobre la pol¨ªtica? y ?puede la democracia, tal cual la conocemos, funcionar a un nivel supranacional? La econom¨ªa, en cambio, se revela como esa fuerza mayor a la que nada puede cerrar el paso, y menos las tradiciones de los pa¨ªses europeos. Una econom¨ªa global sin sentimientos ni compasiones. Enzensberger acusa a la UE de, a sabiendas, haber acogido en su seno a pa¨ªses que hab¨ªan falsificado sus cuentas.
Uno de los padres de la UE, Jean Monnet, prefer¨ªa, seg¨²n es conocido, las decisiones de ¨¦lite tomadas por consenso, en las que poco ten¨ªan que decir los Parlamentos y los ciudadanos. Rechazaba los referendos y las consultas del pueblo. Era tecn¨®crata e intervencionista, poco populista. Las dudas de Enzensberger son muchas y el escritor austriaco Robert Menasse lo ayuda a respaldarlas, por ejemplo, con respecto a la divisi¨®n de poderes. ¡°En la UE¡±, dice, ¡°la divisi¨®n de poderes est¨¢ suspendida. Aunque el Parlamento es elegido, no tiene ning¨²n poder de iniciativa legal (o, despu¨¦s de Lisboa, solo uno indirecto): lo tiene la Comisi¨®n. Pero la Comisi¨®n es una instituci¨®n en la que la legitimaci¨®n democr¨¢tica queda anulada: trabaja en ella un aparato no elegido e indestituible plebiscitariamente que ha suspendido la divisi¨®n de poderes. Desde el punto de vista pol¨ªtico-democr¨¢tico, esa tr¨ªada formada por el Parlamento, el Consejo y la Comisi¨®n produce un agujero negro en el que desaparece lo que entendemos por democracia¡±. ?Es el d¨¦ficit democr¨¢tico una enfermedad cr¨®nica de la UE? ?La comunidad est¨¢ incapacitando pol¨ªticamente a sus ciudadanos? ?Es cierto que el Consejo de Ministros y la Comisi¨®n ¡°acordaron¡±, ya en el momento fundacional de la Comunidad Europa, que la poblaci¨®n no tendr¨ªa ni voz ni voto en sus decisiones? Largo asunto que deber¨ªa ser discutido en profundidad.
Patrocinado por la Fundaci¨®n Sonning, de Copenhague, y el Prix de Litt¨¦rature Europ¨¦enne, en Cognac, este ¡°panfleto¡± no es ni antieurope¨ªsta ni ha sido pagado por lobbies antieuropeos. Tampoco deriva del euroescepticismo, sino que expresa la preocupaci¨®n que tantos defensores de la UE tenemos por la marcha de su conformaci¨®n en tiempos dif¨ªciles, para los cuales se necesitan pol¨ªticos preparados y honestos.
C¨¦sar Antonio Molina es escritor y exministro de Cultura.
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