Nuestra piel
Los Estados aplican recetas destructoras, bajo la batuta de una Alemania conservadora
?Qui¨¦n tiene inter¨¦s en utilizar la crisis social y econ¨®mica actual? No cabe duda ahora que nos estamos enfrentando a una ofensiva hist¨®rica, a escala europea, de las capas m¨¢s ricas y de los detentadores del capital financiero para, aprovechando la crisis mundial, reorganizar los sistemas sociales europeos para su propio beneficio. Esa ofensiva se apoya en las clases conservadoras y, a menudo, cuenta con la complicidad consciente del social liberalismo encarnado por algunos partidos socialistas europeos. Varios apuntes testifican esa dur¨ªsima batalla.
Primero, en la zona euro, la Comisi¨®n de Bruselas, el Consejo Europeo y el eje franco-alem¨¢n, fieles servidores del Banco Central, est¨¢n impulsando cada vez m¨¢s pol¨ªticas dr¨¢sticas de recortes, haciendo pagar a las clases medias y populares el coste de la lucha contra los d¨¦ficits presupuestarios.
Segundo, en vez de modernizar la maquinaria econ¨®mica con una pol¨ªtica mundial y europea de flexibilizaci¨®n del d¨¦ficit y de relanzamiento del crecimiento, lo que significar¨ªa intervenciones p¨²blicas masivas y una reforma del sistema monetario internacional (recuerdo aqu¨ª que, salvo el ¨²ltimo punto, es precisamente lo que en 2008 le propuso, en balde, Barack Obama a la se?ora Merkel), los c¨ªrculos financieros mundiales y europeos optaron por incrementar la presi¨®n sobre los Estados europeos para que reduzcan la financiaci¨®n de las pol¨ªticas p¨²blicas, acaben con los sectores de inter¨¦s general de sanidad, educaci¨®n y con las Administraciones de servicios de uso p¨²blico, bien privatiz¨¢ndolos, bien aniquil¨¢ndolos. La encarnaci¨®n viva de esta pol¨ªtica la tenemos hoy en todos los Gobiernos europeos, sometidos al liderazgo del eje Merkel-Sarkozy, que recuerda la pareja Ronald Reagan-Margaret Thatcher de los ochenta del siglo pasado.
Tercero, desde la quiebra griega, los mercados financieros se apoderaron de la riqueza p¨²blica europea con tipos de inter¨¦s cada vez m¨¢s altos, y obligan a algunos pa¨ªses a endeudarse como nunca ocurri¨® en su historia. De hecho, estos pa¨ªses europeos est¨¢n perdiendo su soberan¨ªa nacional. M¨¢s grave a¨²n, los detentadores de capital se benefician, desde 2008, de la falta de resistencia de los Estados; pueden tambi¨¦n apostar a que la depresi¨®n social no provocar¨¢ revoluciones sociales en los pa¨ªses desarrollados, siendo el ahorro privado importante y que el envejecimiento de la poblaci¨®n, vinculado con la disgregaci¨®n pol¨ªtica de la izquierda europea, est¨¢ facilitando una estrategia ofensiva en contra del mundo asalariado.
Cuarto: casi cinco a?os despu¨¦s del estallido de la crisis, no hay ni un pa¨ªs de la zona euro que haya podido reducir sus d¨¦ficits estructurales; la deuda p¨²blica aumenta por doquier, el paro se dispara (m¨¢s de tres millones en Francia, pronto seis millones en Espa?a) igual que la inflaci¨®n, mientras que reaparece la hidra del empobrecimiento. En su libro Contra la crisis, otra econom¨ªa y otro modo de vivir, el economista Juan Torres L¨®pez apunta que en Francia ¡°cuatro millones de personas viven en situaci¨®n de aislamiento, no tienen ning¨²n v¨ªnculo relacional y que hay 8,4 millones de pobres. En Alemania se calcula que en 2011 hay 12,6 millones de pobres y seg¨²n la ONU, en este pa¨ªs, uno de cada cuatro ni?os va al colegio sin desayunar; en Italia, en 2010 hab¨ªa 8,2 millones de pobres y en Estados Unidos 44 millones de pobres¡±. Al rev¨¦s, la especulaci¨®n financiera sigue utilizando los circuitos bancarios y tampoco sabemos hacia d¨®nde ha ido a parar el dinero que se les ha otorgado a estos bancos desde 2008.
Sin embargo, los Estados siguen aplicando las mismas recetas destructoras, bajo la batuta de una Alemania conservadora, del seguidismo de Francia y de un euro sobrevalorado (empez¨® en 2002 con la casi paridad con el d¨®lar y ?est¨¢ ahora un 25% m¨¢s caro!). No son hoy en d¨ªa solo los sindicatos (¨²ltimo basti¨®n de resistencia social porque los partidos han capitulado frente a la finanza internacional) los que tachan esta estrategia de dram¨¢tica para el mundo del trabajo: es el propio Fondo Monetario Internacional quien, en su informe de principios de 2012, declara que la recesi¨®n se va a incrementar con los actuales objetivos de d¨¦ficit a nivel europeo.
La cruda realidad es que las medidas propuestas en Europa no est¨¢n a la altura; el proyecto europeo, para seguir existiendo, necesita un giro radical hacia una Europa social y pol¨ªtica. En ausencia de este proyecto solidario, quedar¨¢ por resolver si, despu¨¦s de habernos quitado a los ciudadanos la ropa, los mercados nos van a pedir que les demos tambi¨¦n trozos de nuestra piel.
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