Flores de madera
A Wilman Villar lo mat¨® usar su cuerpo como plaza p¨²blica de la indignaci¨®n en Cuba
La celda de castigo es estrecha, tiene un metro y medio de ancho por dos de largo, hace fr¨ªo y ni siquiera hay una manta para cubrirse. Por el hueco que sirve como excusado, a ras de suelo, sale de vez en cuando una rata y mira con curiosidad al hombre que yace acurrucado. Afuera se escuchan gritos, ruidos met¨¢licos y el barullo general de la prisi¨®n de Aguadores, una de las m¨¢s temidas del oriente cubano. Esta escena, com¨²n en nuestro sistema penitenciario, volvi¨® a repetirse a principios de enero y tuvo como protagonista a un joven de 31 a?os. Se llamaba Wilman Villar Mendoza y fue detenido el 14 de noviembre de 2011 mientras participaba en una protesta antigubernamental por las calles de Contramaestre, su pueblo natal. En im¨¢genes difundidas con posterioridad a su fallecimiento, se le ve a la cabeza de un grupo portando la bandera cubana, mientras los at¨®nitos transe¨²ntes no saben si sumarse o reprimir a los manifestantes. Probablemente los recuerdos de aquella marcha pasaron una y otra vez por su cabeza mientras temblaba entre las h¨²medas paredes del calabozo, pero eso nunca podremos confirmarlo. Porque de aquel lugar solo sali¨® ¡ªya moribundo¡ª en direcci¨®n al hospital y finalmente hacia una tumba en el cementerio.
Villar Mendoza, el preso que reci¨¦n falleci¨® a consecuencia de una huelga de hambre, se ganaba la vida haciendo trabajos de carpinter¨ªa y alba?iler¨ªa. Su especialidad eran esas espigadas y hermosas flores de madera que los turistas compran para llevarse como recuerdo de esta isla. Un tallo y seis p¨¦talos tallados con la paciencia de quien sabe que el tiempo en Cuba no vale mucho, que los minutos no lo har¨¢n ni m¨¢s pr¨®spero ni m¨¢s feliz. Le daba forma a un trozo de cedro, por horas y horas, rumiando as¨ª parte de esa frustraci¨®n que entre los j¨®venes de provincia es siempre mayor. En septiembre de 2011 esa misma inconformidad social lo llevar¨ªa a formar parte del grupo opositor Uni¨®n Patri¨®tica de Cuba. Para la propaganda oficial se trataba de un delincuente com¨²n que incluso hab¨ªa golpeado ¡°brutalmente¡± a su esposa en julio del a?o pasado. Pero demasiados testimonios ¡ªincluyendo el de su propia mujer¡ª apuntan a que tales insultos solo tratan de matar su imagen una vez fallecido su cuerpo.
En Cuba ¡ªal decir de un amigo¡ª ¡°nadie sabe el pasado que le aguarda¡±, pues los antecedentes penales de los ciudadanos est¨¢n determinados tambi¨¦n por su comportamiento pol¨ªtico. Al no existir una separaci¨®n de poderes que independice el aparato judicial de la rama partidista, los considerandos de corte ideol¨®gico influyen en el prontuario criminal de cada cual. Se ha sabido de generales que han disparado contra sus amantes, ministros sorprendidos en desfalcos millonarios e hijos de pap¨¢ enrolados en diversos delitos, que jam¨¢s han sido llevados ante un tribunal. Pero cuando se trata de un opositor, basta que haya comprado una bolsa de leche en el mercado negro, peleado con su mujer o aparcado mal el auto para ser tenido como culpable. El C¨®digo Penal no incluye ninguna figura por ¡°delito pol¨ªtico¡±, de manera que los inc¨®modos son juzgados siempre por terceras causas. Justamente eso le ocurri¨® a Wilman Villar Mendoza, quien se resisti¨® a un arresto policial el 7 de julio de 2011 despu¨¦s de un incidente dom¨¦stico. ¡°Casualmente¡± solo ser¨ªa procesado por esta causa cuatro meses despu¨¦s, cuando particip¨® en una protesta contra el Gobierno. Al apresarlo, un oficial le grit¨® frente a varios testigos: ¡°ahora s¨ª te vamos a desaparecer¡±, y as¨ª lo hicieron.
La pr¨¢ctica de hacer pasar por criminales a los activistas no es nada novedosa. En febrero de 2010, cuando Orlando Zapata Tamayo muri¨® despu¨¦s de 85 d¨ªas sin probar alimentos, el propio Ra¨²l Castro afirm¨® p¨²blicamente que se trataba de un delincuente com¨²n. Olvidaba entonces que siete a?os antes, en el libro Los disidentes, hecho por periodistas oficialistas para justificar los encarcelamientos de la primavera negra, aparec¨ªa referido Zapata Tamayo con foto, nombre y dos apellidos. Juguetear con la historia y reacomodarla tiende a crear esas contradicciones¡ puesto que ning¨²n Gobierno ha podido predecir nunca ¡°el futuro que le aguarda¡±.
Afortunadamente un prontuario delictivo no puede explicar todas las actitudes que un hombre llega a asumir en su vida. Presentar a Villar Mendoza solo como un marido col¨¦rico que golpeaba a su esposa no aclara entonces por qu¨¦ se dej¨® morir sin probar alimentos. Acusarlo de preso com¨²n pretende reforzar esa idea tan maniquea de que en Cuba no hay personas decentes, patriotas y respetuosas de las leyes que adem¨¢s est¨¦n en contra del Gobierno. De ah¨ª la catarata de insultos que ha llovido sobre la memoria del fallecido y el inter¨¦s oficial de hacer pasar su activismo c¨ªvico como una forma de ¡°limpiar¡± alg¨²n historial delictivo. Un reciente editorial del peri¨®dico Granma llega a asegurar que tampoco existi¨® la huelga de hambre. No explica, sin embargo, c¨®mo alguien de 31 a?os se deterior¨® tan r¨¢pidamente en dos meses de encierro hasta el punto de morir en un hospital por ¡°fallo multiorg¨¢nico¡±. Existe adem¨¢s el testimonio de familiares y amigos que visitaron a Villar Mendoza en la c¨¢rcel para convencerlo de que volviera comer, pero sin lograr que ¨¦l dejara de repetir ¡°?Libertad o muerte!¡± Como desmentido a la versi¨®n oficial, aparecen tambi¨¦n los innumerables reportes del ayuno que desde mediados de diciembre aparecieron en medios noticiosos del exilio y en las cuentas de Twitter de activistas locales. Internet muestra lo que la prensa cubana esconde.
La pr¨¢ctica de hacer pasar por criminales a los activistas no es nueva
Seg¨²n la declaraci¨®n de Maritza Pelegrino, su esposo dej¨® de alimentarse el propio 24 de noviembre cuando fue condenado a cuatro a?os de privaci¨®n de libertad. Interrumpi¨® la huelga el 23 de diciembre porque sus carceleros le hicieron creer que estar¨ªa en la lista de los presos indultados por el general Ra¨²l Castro. Pero regres¨® a la inanici¨®n seis d¨ªas despu¨¦s, al comprobar que todas aquellas promesas eran simples mentiras, sucios ardides. Amarrado y desnudo lo pusieron entonces en la celda de castigo donde contrajo la neumon¨ªa que lo matar¨ªa. Lleg¨® al hospital el 13 de enero y los doctores advirtieron a la familia que solo un milagro podr¨ªa salvarlo. Menos de una semana despu¨¦s ya no respiraba.
A Wilman Villar lo mat¨® la tard¨ªa intervenci¨®n m¨¦dica y la negligencia de quienes debieron velar por ¨¦l en la prisi¨®n. Acab¨® con su vida un sistema que ha cortado todos los caminos pac¨ªficos, c¨ªvicos y electorales para que los ciudadanos influyan en el derrotero nacional. Lo convirti¨® en cad¨¢ver un aparato judicial plagado de irregularidades y de preferencias de corte ideol¨®gico, donde un opositor pol¨ªtico es tenido por culpable de cualquier delito con pocas posibilidades de probar lo contrario. No fue solo la falta de comida o de agua la que provoc¨® el triste desenlace del 19 de enero pasado, sino el tener que usar el cuerpo como plaza p¨²blica de indignaci¨®n, en una isla donde protestar est¨¢ prohibido.
Al morir, Wilman Villar Mendoza ten¨ªa dos hijas, de cinco y siete a?os. Su madre todav¨ªa no sabe c¨®mo explicarles lo ocurrido.
Yoani S¨¢nchez es periodista cubana y autora del blog Generaci¨®n Y.
? Yoani S¨¢nchez
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