Ahmadineyad mide su popularidad en las legislativas entre la apat¨ªa de los iran¨ªes
En la pugna electoral se dirime el reparto de poder y se mide la apat¨ªa de los iran¨ªes
Nada de ruidosas noches electorales, ni caravanas de apoyo a los candidatos, ni pasquines, ni cintas de colores. La campa?a para las legislativas del viernes en Ir¨¢n casi ha pasado desapercibida en medio de los problemas econ¨®micos, la disputa nuclear y las amenazas de un ataque israel¨ª. Las autoridades han querido evitar que la primera cita con las urnas tras la pol¨¦mica reelecci¨®n de Mahmud Ahmadineyad en 2009 diera pie a un nuevo estallido popular. El boicoteo de los reformistas tambi¨¦n resta inter¨¦s a unos comicios en los que lo ¨²nico que se dirime es el reparto de poder entre los ultraconservadores y el nivel de apat¨ªa de los iran¨ªes.
¡°En el barrio han pegado algunos carteles y a mi marido le han llegado mensajes al m¨®vil donde le proponen un candidato ¡®con mucha experiencia¡¯¡±, relata una profesora residente en Sadatabad, un barrio de clase media al noroeste de Teher¨¢n. Ella piensa votar, pero tiene dif¨ªcil la elecci¨®n ya que los aspirantes a diputado no ofrecen propuestas diferenciadas. No hay partidos pol¨ªticos, ni programas. Las elecciones se han convertido en una mera lucha de poder interna.
Los candidatos, filtrados previamente por el Consejo de Guardianes, son asociados con dos facciones ultraconservadoras rivales que los analistas etiquetan como ¡°leales al l¨ªder supremo, Ali Jamene¨ª¡±, y ¡°leales al presidente Ahmadineyad¡±. Es una forma de hablar para entenderse porque el r¨ªgido sistema isl¨¢mico se funda en la lealtad al l¨ªder supremo (velayat-e faqih) y cuestionar su supremac¨ªa dejar¨ªa a quien se lo planteara fuera de la ley. Es lo que sucedi¨® con los grupos reformistas en 2009, cuando Jamene¨ª respald¨® el triunfo electoral de Ahmadineyad y trasladaron la responsabilidad por las irregularidades en el recuento a la m¨¢s alta instancia pol¨ªtica.
Desde su llegada al Gobierno en 2005, el presidente siempre ha intentado ampliar el alcance de sus competencias. Pero la creciente influencia de su c¨ªrculo a partir de su reelecci¨®n alarm¨® a los tradicionalistas que rodean al l¨ªder y desat¨® una guerra sucia entre unos y otros. El entorno de Jamene¨ª ha visto con preocupaci¨®n c¨®mo los principalistas de Ahmadineyad marginaban al clero en favor de ambiciosos tecn¨®cratas salidos, como el propio presidente, de las filas de los Pasdar¨¢n.
Argumentan que est¨¢ en juego el legado de Jomeini, el fundador de la Rep¨²blica Isl¨¢mica. En la pr¨¢ctica, lo que se litiga es el control de los enormes ingresos del petr¨®leo y la influencia que garantizan sea mediante subvenciones a los votantes dentro del pa¨ªs o a grupos afines en el extranjero. Al ver peligrar su centro de poder, los tradicionalistas llegaron a acusar a sus rivales de pertenecer a una ¡°corriente desviada¡± que practica ritos sat¨¢nicos, una alegaci¨®n muy grave en un r¨¦gimen confesional que castiga la apostas¨ªa con la muerte. Varios aliados de Ahmadineyad, incluido su consuegro y heredero pol¨ªtico, se encuentran encausados.
La pugna pol¨ªtica se centra en el control de los enormes ingresos del petr¨®leo y la influencia que garantizan
Pero es sobre todo la situaci¨®n econ¨®mica la que, seg¨²n los observadores, va a inclinar el resultado de las elecciones hacia esa alianza de cl¨¦rigos, comerciantes, altos oficiales de los pasdar¨¢n y pol¨ªticos que recelan de Ahmadineyad. En la calle, la mayor¨ªa responsabiliza al presidente por la subida de los precios, el fin de las subvenciones a la energ¨ªa y el desabastecimiento de productos importados a los que les acostumbr¨® durante su primer mandato. Poco importa que el aislamiento internacional sea fruto del programa nuclear sobre el que, a pesar de las fanfarroner¨ªas de Ahmadineyad, es el l¨ªder supremo quien tiene la ¨²ltima palabra y quien vet¨® su disposici¨®n a un arreglo en septiembre de 2009.
¡°El recuento est¨¢ en manos de la misma organizaci¨®n que eligi¨® a Ahmadineyad; no s¨¦ para que se esfuerzan en hacer campa?a cuando pueden manipular los resultados¡±, discrepa Mehdi, un ingeniero que, como el resto de su familia, no va a votar. ¡°Tienen algunas diferencias entre ellos, pero no pueden enga?arse porque saben de qu¨¦ pie cojea cada uno¡±, a?ade restando importancia a la querella interna.
Su actitud refleja la apat¨ªa de muchos iran¨ªes que perdieron cualquier esperanza que pudieran tener en el sistema tras las presidenciales de 2009 y la brutal represi¨®n a las manifestaciones en protesta por el resultado. El r¨¦gimen necesita una alta participaci¨®n para mostrar al mundo que tiene legitimidad. De hecho, la televisi¨®n ha intensificado en los ¨²ltimos d¨ªas la campa?a institucional llamando al voto. Incluso ha llegado a utilizar el f¨²tbol para ello. El mi¨¦rcoles, durante el partido de clasificaci¨®n para el Mundial entre las selecciones de Ir¨¢n y Catar, un texto sobreimpreso dec¨ªa: ¡°Haz que se cumpla la pesadilla de los enemigos participando en las elecciones¡±.
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