Serbia cierra el c¨ªrculo
La UE conceder¨¢ el estatus de candidato a la adhesi¨®n a la exrep¨²blica yugoslava
Ocho a?os despu¨¦s, Serbia sigue el mismo camino de Croacia hacia la Uni¨®n Europea. Es el tiempo que ha necesitado la propaganda victimista para llegar al pragmatismo. A¨²n le esperan a?os de paciencia y duras negociaciones hasta alcanzar el objetivo. Belgrado y Sarajevo ven en Europa la soluci¨®n a sus anomal¨ªas hist¨®ricas, entre ellas, sus ya longevas disputas fronterizas. Mientras, El Dorado al que caminan se desangra en una crisis de d¨¦ficits, insolidaridades y ajustes; otro tipo de anomal¨ªa.
Para Serbia, ser candidato a la UE es un triunfo, el s¨ªmbolo que cierra un c¨ªrculo de violencia, guerras, muerte y destrucci¨®n que comparti¨® con Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina y Kosovo. Serbia se hab¨ªa especializado en desperdiciar oportunidades de redimirse. Tras la detenci¨®n en 2001 de su expresidente, Slobodan Milosevic, coarquitecto del incendio de los Balcanes junto al croata Franjo Tudjman, y su env¨ªo al Tribunal Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia, con sede en La Haya, para ser juzgado por sus cr¨ªmenes, Serbia vivi¨® un breve periodo de esperanza.
La primera transici¨®n termin¨® abruptamente el 12 de marzo de 2003. Cuando el mundo miraba a Irak, un pistolero de la mafia ultranacionalista mat¨® al primer ministro, el reformista Zoran Djindjic. Su legado aperturista qued¨® en manos de Vojislav Kostunica, un supuesto dem¨®crata que vir¨® pronto hacia el nacionalismo. Para defender su puesto se ali¨® con los ultras del Partido Radical. Era la Serbia de Milosevic, pero con otros collares.
Croacia, ganadora de su guerra, logr¨® un sue?o: ser un Estado independente de Yugoslavia. Ese ¨¦xito sirvi¨® a Tudjam y sus seguidores para tapar los cr¨ªmenes, las violaciones de derechos humanos, la expulsi¨®n masiva de los serbios de la Krajina.
Los Gobiernos croatas no miran atr¨¢s; nadie les pregunta por el pasado ni les exige cuentas. No hay catarsis colectiva para los vencedores. El barniz nacionalista lo cubre todo. El general croata Ante Gotovina, considerado un h¨¦roe nacional, fue detenido en Espa?a y hoy est¨¢ preso en La Haya. Es su criminal de guerra m¨¢s notorio.
Serbia no ha tenido victoria que vender, solo derrotas y humillaciones. Carec¨ªa de elementos de distracci¨®n. Se enroc¨® en el victimismo y en ¨¦l vivi¨® sinti¨¦ndose agraviado por todos hasta la p¨¦rdida de Kosovo en 2008.
El dem¨®crata Boris Tadic se hizo con la presidencia en 2004, pero no pudo hacer mucho con un Parlamento hostil. La UE exig¨ªa la entrega de los dos criminales, los jefes de la guerra Radovan Karadzic y Ratko Mladic. En la fiscal¨ªa de La Haya hab¨ªa convicci¨®n de que Belgrado los proteg¨ªa. El presidente Tadic no ten¨ªa mando sobre los servicios secretos militares serbios, la ¨²ltima fortaleza de Mladic.
El Partido Democr¨¢tico de Tadic (y Djindjic) mejor¨® en 2007 sus resultados en las elecciones legislativas y pudo formar un Gobierno estable, con algunos acuerdos contranatura, como el cerrado con el partido de Milosevic, que necesitaba un ba?o de presentabilidad. En ese momento comenz¨® la segunda transici¨®n.
Tras la dram¨¢tica p¨¦rdida de Kosovo en febrero de 2008, los serbios y los agitadores del odio se quedaron, parad¨®jicamente, sin una baza emocional de agitaci¨®n. Sin Kosovo, el pa¨ªs toc¨® fondo. Las detenciones de Karadzic, en julio de 2008, cinco meses despu¨¦s de Kosovo, y la de Mladic, el a?o pasado, despejaron el camino a Bruselas.
La Serbia de hoy es una naci¨®n joven, llena de emprendedores, con energ¨ªa, necesitada de volver a ser respetable. El camino a Europa es solo un paso, peque?o quiz¨¢, pero representa un formidable apoyo para los sectores m¨¢s europe¨ªstas, dem¨®cratas y abiertos del pa¨ªs.
Para entender los Balcanes, las fronteras, dos libros esenciales: Caf¨¦ Titanic (Acantilado) y Un puente sobre el Drina (RBA). Ambos de Ivo Andric, premio Nobel de Literatura en 1961.
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