La oposici¨®n a Estados Unidos
Teher¨¢n y Mosc¨² son ahora el ¨²nico frente de rechazo cohesionado a la hegemon¨ªa de Washington
?No es la bipolaridad de la Guerra Fr¨ªa, pero hoy existe en el mundo una oposici¨®n relativamente cohesionada a la hegemon¨ªa de Estados Unidos. Y dos de sus principales representantes, Rusia e Ir¨¢n, acaban de celebrar elecciones ¡ªpresidenciales en el primer caso y legislativas en el segundo¡ª que refuerzan ese alineamiento.
En ambos pa¨ªses han ganado los que estaban en el poder. Vlad¨ªmir Putin volver¨¢ a la presidencia de Rusia, aunque, como primer ministro del presidente Medv¨¦dev, nunca hab¨ªa dejado de ser mucho m¨¢s que un primus inter pares; y en Ir¨¢n los seguidores del jurisconsulto Al¨ª Jamenei han conseguido una aplastante victoria sobre el presidente Mahmud Ahmadineyad. Las dos parejas, rusa e iran¨ª, no son exactamente sim¨¦tricas, porque Ahmadineyad, elegido cuando a¨²n contaba con el benepl¨¢cito del Gu¨ªa, hab¨ªa tratado en los ¨²ltimos a?os de establecer una base de poder aut¨®noma, y si bien Dmitri Medv¨¦dev pudo gesticular en alg¨²n momento como si pretendiera otro tanto, pronto asumi¨® su condici¨®n de escudero de quita y pon.
Pero ambos sistemas presentan caracter¨ªsticas en parte comunes. Rusia es una democracia manipulada desde el Kremlin en la que se preserva un margen limitado de pluralismo que condena a la oposici¨®n a perder elecciones, mientras que en la Rep¨²blica Isl¨¢mica Jamenei reduce a voluntad el espacio dentro del que hay que actuar, y la oposici¨®n est¨¢ en la c¨¢rcel o la clandestinidad. Putin obra sobre el hecho electoral para hacer segura y m¨¢s grande su victoria, mientras que Jamenei dicta las reglas del juego para que ese hecho no le decepcione.
En ambos casos cab¨ªa especular con que la primavera ¨¢rabe, que est¨¢ transformando el panorama pol¨ªtico de ?frica del Norte y Oriente Pr¨®ximo, podr¨ªa reeditarse en Mosc¨² y Teher¨¢n. En las ¨²ltimas semanas la oposici¨®n ¡ªliberal, ultra, y comunista¡ª a Putin hab¨ªa hecho creer que el cambio era posible, pero el nuevo zar ha sofocado con trampa en las urnas y violencia en las calles lo que pudiera haber de cambio clim¨¢tico; y en Ir¨¢n un viento de primavera ya se hab¨ªa anticipado en las presidenciales de junio de 2009, que Jamenei, pillado por sorpresa, tuvo que retocar para que su, entonces todav¨ªa pupilo, Ahmadineyad, venciera claramente. En marzo de 2011, ante aspavientos populares que pretend¨ªan emular la protesta de El Cairo, la autoridad iran¨ª se expres¨® con su habitual contundencia y los l¨ªderes de la oposici¨®n, Mehdi Karrub¨ª y Husein Musav¨ª, fueron encarcelados, al tiempo que la f¨®rmula previa de vetar a los candidatos que no gustaran al l¨ªder resolv¨ªa el problema electoral. La idea de oposici¨®n en Teher¨¢n es, en cualquier caso, diferente a la occidental: la llamada ola verde de 2009 era tan isl¨¢mica como el propio poder teocr¨¢tico y su programa de enriquecimiento de uranio habr¨ªa sido llevado adelante con igual entusiasmo. Si acaso, defend¨ªa alguna medida de pluralismo dentro del r¨¦gimen.
En junio de 2001, Putin dio una muestra de c¨®mo pensaba reorientar la pol¨ªtica exterior pos-sovi¨¦tica, con la creaci¨®n de la Organizaci¨®n de Cooperaci¨®n de Shangh¨¢i, que integran Rusia, China y cuatro Estados del Asia central de la antigua URSS. Y Obama anunciaba en 2011 la prioridad que otorgaba al ¨¢rea Asia-Pac¨ªfico, no sin levantar con ello ronchas en la epidermis de Pek¨ªn. Teher¨¢n no cejaba, paralelamente, en su programa nuclear que puede culminar con la producci¨®n de la bomba at¨®mica, aunque se sigue asegurando que solo persigue fines pac¨ªficos. Y hoy ambas potencias tienen un cliente com¨²n, Siria, en cuyo beneficio Mosc¨² veta en la ONU las sanciones de Occidente contra la dictadura de Bachar el Asad, y Teher¨¢n financia y utiliza el pa¨ªs levantino como corredor estrat¨¦gico para aprovisionar a la guerrilla de Hezbol¨¢ en el L¨ªbano. Aliados distantes, aunque muy expresivos son tambi¨¦n Venezuela y adl¨¢teres. Y, finalmente, China, menos comprometida, pero atenta a todo lo que afecte a Ir¨¢n, que le suministra gran parte de su petr¨®leo.
No es un eje, sino una mera concertaci¨®n de intereses entre la primera fuerza militar de Eurasia y el l¨ªder regional del Golfo. Pero ambas potencias encabezan, con China, a la vez dentro y fuera, esperando por si llega el momento de hacer notar su formidable peso, el pelot¨®n de los que no se reconcilian con el fiat de Washington. Y sus posibilidades de acci¨®n se ver¨ªan m¨¢s que puestas a prueba si Israel, Estados Unidos ¡ªo a cuatro manos¡ª atacaran las instalaciones nucleares iran¨ªes. Los resultados electorales en Rusia e Ir¨¢n refuerzan esa inc¨®gnita.
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