Rojo de sangre
El marido, destituido de todos sus cargos por graves faltas disciplinarias. La esposa, detenida y acusada de asesinato. En dos meses, una de las familias m¨¢s poderosas de China ha pasado del cielo al infierno. El hombre, Bo Xilai, m¨¢ximo dirigente de una poderosa municipalidad de 30 millones de habitantes, iba a incorporarse a la c¨²pula dirigente, nueve sillas tan solo, del comit¨¦ permanente del Politbur¨® del Partido Comunista Chino. La esposa, Gu Kailai, era una exitosa abogada de negocios. Nada queda ahora de la carrera pol¨ªtica del primero y vamos a ver qu¨¦ queda de la vida de la segunda en un pa¨ªs que castiga con la muerte este tipo de delitos.
Uno de los pr¨ªncipes rojos, hijo de un mitificado fundador de la Rep¨²blica Popular, y aspirante ¨¦l mismo hasta hace dos meses a una alta magistratura, ha sido destituido de todos sus cargos y sometido a arresto domiciliario; y su esposa, hija tambi¨¦n de un general de la ¨¦poca fundacional comunista, as¨ª como uno de sus sirvientes, acusada de asesinato.
Puede que todo sea un montaje. O no. El ascenso de Bo Xilai, encaramado en un izquierdismo neomao¨ªsta, ya era una anomal¨ªa en s¨ª mismo. Tambi¨¦n un desaf¨ªo a la l¨ªnea neoliberal de los actuales gobernantes, el presidente Hu Jintao y el primer ministro Wen Jiabao, justo en el momento del quinto relevo generacional despu¨¦s de Mao.
El esc¨¢ndalo entero extiende dudas sobre el car¨¢cter pac¨ªfico del relevo y m¨¢s bien constituye un indicio de que la lucha por el poder en un sistema opaco e indescifrable alcanza una intensidad inesperada, que no se corresponde con la venta del producto que se hace a los occidentales, tan desenga?ados con las disfunciones de sus sistemas democr¨¢ticos.
El caso judicial en s¨ª ser¨¢ dif¨ªcil de dilucidar y es probable que jam¨¢s se sepa la verdad. El sistema no permite hacerse muchas ilusiones. A estas horas, por ejemplo, todav¨ªa no se tiene noticia alguna de la versi¨®n de los hechos seg¨²n los acusados. Normalmente, el derecho de defensa es una palabra vac¨ªa, pero lo es m¨¢s todav¨ªa en un caso como este en el que se producen y anuncian a la vez un delito com¨²n y una depuraci¨®n ideol¨®gica.
El cuerpo del delito, es decir, el cad¨¢ver del ciudadano brit¨¢nico Neil Heywood, supuestamente asesinado por Gu Kailai, fue incinerado, por lo que habr¨¢ muchas dificultades para certificar que no muri¨® por una intoxicaci¨®n et¨ªlica sino por envenenamiento. Sucedi¨® en noviembre de 2011, en un hotel de Chongqing, la inmensa ciudad de la que Bo Xilai era alcalde y primer dirigente comunista, territorio adem¨¢s donde puso en pr¨¢ctica sus ideas contra las mafias y la corrupci¨®n, adornadas por vocabulario e iconograf¨ªa mao¨ªstas, que le dieron prestigio pol¨ªtico y le catapultaron hacia la c¨²pula del r¨¦gimen.
La denuncia contra Bo Xilai y su esposa tiene dos or¨ªgenes. De una parte, los rumores que conmocionaron a la colonia brit¨¢nica acerca de la muerte de Heywood, hasta el punto de suscitar la petici¨®n de una investigaci¨®n por parte del Gobierno de Londres. Por la otra, el comportamiento del n¨²mero dos de Bo Xilai, el vicealcalde de Chongqing, Wang Lijun, que se refugi¨® durante unas horas en el consulado de Estados Unidos en Chengdu y se entreg¨® despu¨¦s a las autoridades chinas, aparentemente para evitar las represalias de su jefe, a quien acus¨® de intrigar para escalar en el poder, y de su esposa Gu Kailai, a quien imputa el asesinato.
Todo estall¨® el 15 de marzo, en la reuni¨®n anual parlamentaria que se celebr¨® en el Palacio del Pueblo de Pequ¨ªn. All¨ª apareci¨® todav¨ªa Bo Xilai, antes de caer en desgracia. All¨ª Wen Jiabao le reprendi¨® p¨²blicamente por el esc¨¢ndalo del jefe de polic¨ªa. El pasado martes por la tarde, la agencia Xinhua anunci¨® la doble imputaci¨®n, de indisciplina y de asesinato. En la red social Weibo, equivalente de Twitter, han sido bloqueados desde el 10 de abril todos los t¨¦rminos relacionados con los personajes de este drama. El Departamento Central de Propaganda del Partido Comunista, m¨¢s conocido por los blogueros como el Ministerio de la Verdad, ha emitido directivas que proh¨ªben referirse al esc¨¢ndalo de Chongqing.
El comunismo como sistema ha desaparecido. Pero no las purgas estalinistas. Stalin liquidaba primero a sus compa?eros bolcheviques y luego borraba sus im¨¢genes de las fotos. Las viudas sol¨ªan sobrevivir en el dolor y la pobreza. La ¨²ltima purga de la China posmao¨ªsta reescribe en forma de un culebr¨®n posmoderno los combates cruentos entre sus dirigentes para alcanzar el poder.
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