La recta final de la campa?a
Es dif¨ªcil saber c¨®mo se repartir¨¢ el voto de los extremos en segunda vuelta de las presidenciales francesas, porque hay muchos indecisos
Los finales de campa?a son extra?os. Los candidatos est¨¢n exhaustos, presas de esa especie de exaltaci¨®n que los pone en peligro de sufrir los ¨²ltimos patinazos. Entre los partidos peque?os, se intenta un ¨²ltimo puerta a puerta. En los dos equipos principales, se preocupan por el futuro, se prepara de manera febril la vuelta al refugio o se sue?a con gabinetes ministeriales, al mismo tiempo que se dan vueltas sobre los rencores y las rivalidades acumuladas a lo largo de varias semanas.
El domingo pasado, en Par¨ªs, Nicolas Sarkozy reuni¨® a sus partidarios en la plaza de la Concordia, Hollande agrup¨® a los suyos en Vincennes, y el keniano Stanley Biwott gan¨® la marat¨®n con un tiempo de 2 horas, 5 minutos y 11 segundos. Estos ¨²ltimos son los ¨²nicos n¨²meros cre¨ªbles de la jornada: socialistas y conservadores se pelean como de costumbre por sus respectivos recuentos. Como es natural, del ambiente en el bando de Hollande se desprende la embriaguez de una victoria varias veces anunciada, aunque en las ¨²ltimas semanas haya sufrido la arremetida de la incisiva campa?a del presidente saliente y, m¨¢s a¨²n, la ascensi¨®n izquierdista de Jean-Luc M¨¦lenchon.
Con su giro a la derecha, Sarkozy no ha logrado
la recuperaci¨®n que se daba por descontada
En el equipo de Sarkozy, ha llegado la hora de los enfrentamientos entre asesores, los que preconizan una reorientaci¨®n de los ¨²ltimos d¨ªas de campa?a hacia los votantes del centrista Fran?ois Bayrou y los atrincherados en una l¨ªnea dura de derechas que ha permitido al candidato conservador igualar a su rival socialista en los sondeos de la primera vuelta. Sin embargo, lo que no ha logrado es la recuperaci¨®n que daba por descontada. Pese a la avalancha de nuevas propuestas lanzadas en este tiempo, la opini¨®n p¨²blica no se acuerda pr¨¢cticamente de ninguna. Tampoco le han hecho gran impresi¨®n las de su rival, excepto la promesa de imponer un impuesto del 75% para las rentas altas, una medida dirigida a frenar el ascenso de la extrema izquierda. Hollande, en estas semanas, no ha sido objeto de ning¨²n arrebato de entusiasmo. Pero la estrategia que sigue desde enero sigue dando frutos: navegar sobre el rechazo que padece el presidente saliente y no ofender a ninguna corriente de opini¨®n.
Todos los institutos de encuestas predicen una ligera ventaja para Sarkozy en la primera vuelta, mientras que las previsiones para la segunda vuelta dan una ventaja muy clara a Hollande.
Los pron¨®sticos son m¨¢s contradictorios en relaci¨®n con Jean-Luc M¨¦lenchon, en la extrema izquierda, y Marine Le Pen, en la extrema derecha, que se disputan el tercer puesto. Hollande intenta circunscribir la escalada del primero apelando a los electores a que ejerzan el voto ¨²til ya en la primera vuelta. Sarkozy ha querido reproducir su maniobra de 2007 para absorber los votos del Frente Nacional: una inflexi¨®n deliberada hacia la extrema derecha pero, al mismo tiempo, la denuncia de las ¨¦lites, las primas y bonificaciones y la evasi¨®n fiscal. Da la impresi¨®n de que no ha sido suficiente para aproximarlo a una clase popular obsesionada por el alto nivel de paro, al que no se ha puesto freno en cinco a?os.
Hollande intenta
frenar la escalada de
Jean-Luc M¨¦lenchon
apelando al voto ¨²til
Marine Le Pen, pese a haber demostrado su aplomo, su energ¨ªa y una forma de modernidad que seduce al electorado m¨¢s joven y menos politizado, no estar¨¢ en la segunda vuelta. Sin embargo, su cruzada contra Europa y contra la inmigraci¨®n ha obligado a sus adversarios a tener en cuenta esos temas, empezando por Sarkozy, que ha llegado a denunciar los acuerdos de Schengen y la falta de protecci¨®n comercial en las fronteras.
?C¨®mo se repartir¨¢n en la segunda vuelta los votos de los extremos y los del centro, reducido a un 10%? El c¨¢lculo es dif¨ªcil porque a¨²n hoy muchos votantes se declaran indecisos. Es representativo de la extra?a morosidad que impregna esta campa?a: como si los ciudadanos reprocharan a los candidatos que no abordan sus aut¨¦nticos problemas, la realidad de Europa y el mundo, cuando, en realidad, no tienen ninguna gana de o¨ªr hablar de ellos. Entre un candidato que no les gusta y otro que no logra convencerlos del todo, protestar¨¢n mediante el voto a Le Pen, M¨¦lenchon o incluso Philippe Pouton, otro candidato de extrema izquierda, trotskista, que, a base de ser natural y cometer torpezas medi¨¢ticas, se ha granjeado simpat¨ªas. El domingo se dar¨¢n un paseo contestatario, por as¨ª decir. O quiz¨¢, teniendo en cuenta que cae en plenas vacaciones escolares, se abstendr¨¢n.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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