Cuba como pretexto
Nunca se ha visto en esta regi¨®n un presidente norteamericano m¨¢s condescendiente y menos interesado en imponer su hegemon¨ªa que Obama
Este fin de semana, en Cartagena de Indias, el asunto de Cuba ha vuelto a provocar el fracaso de una reuni¨®n de presidentes americanos. Las discrepancias sobre el trato que se debe dar al r¨¦gimen autoritario de Cuba ha sido, de nuevo, el pretexto con el que se ha ocultado la incapacidad de los l¨ªderes de la regi¨®n de avanzar hacia una mayor integraci¨®n pol¨ªtica y un mejor entendimiento con Estados Unidos.
Am¨¦rica Latina es hoy una regi¨®n din¨¢mica, con sociedades avanzadas que est¨¢n combatiendo eficazmente la pobreza y reclaman un papel destacado en el futuro del mundo. Pero sus dirigentes se han demostrado impotentes a la hora de traducir esos avances en una plataforma pol¨ªtica que le d¨¦ a esos pa¨ªses, al mismo tiempo, credibilidad y prestigio. Cuba ha sido la excusa para justificar esta nueva ocasi¨®n perdida.
EE UU tiene cierta responsabilidad en ello al insistir en un embargo que, con el tiempo, se ha demostrado ineficaz y contraproducente. Como otros presidentes antes que ¨¦l, Barack Obama ha dado prioridad a los intereses electorales en Florida, donde reside la mayor¨ªa de la comunidad cubana en el exilio, sobre la evidencia de que el embargo es hoy tan solo una coartada del Gobierno cubano y de sus aliados para no emprender las reformas democr¨¢ticas que se precisan.
Esta torpeza de la Administraci¨®n norteamericana no es, sin embargo, raz¨®n suficiente para que Cuba impida progresos en todas las dem¨¢s ¨¢reas en las que EE UU y Am¨¦rica Latina est¨¢n llamados a cooperar. La responsabilidad principal de superar el escollo cubano la tienen los gobiernos latinoamericanos que, por distintas razones, prefieren ignorar la realidad de que en Cuba no hay democracia. Si el presidente cubano se hubiera sentado en la mesa de Cartagena de Indias, como ped¨ªa la mayor¨ªa de los presentes, hubiera sido el ¨²nico gobernante all¨ª que no hab¨ªa sido elegido por su pueblo. Si Cuba no estuvo en Cartagena no es porque EE UU lo impidiese. EE UU apoy¨® la decisi¨®n de la 39 Asamblea de la OEA que decidi¨® en 2009 en San Pedro de Sula suspender la exclusi¨®n que pesaba sobre Cuba desde 1962. Pero esa asamblea decidi¨® tambi¨¦n que la participaci¨®n en esa organizaci¨®n estaba condicionada al cumplimiento de la Carta de la OEA, que exige el respeto a la democracia y a los derechos humanos.
Los pa¨ªses del ALBA tratan de eludir esa condici¨®n e incluso niegan que Cuba sea una dictadura. Otros gobiernos de la regi¨®n, incluido el presidente Juan Manuel Santos, de Colombia, reclaman, igualmente, la incorporaci¨®n de Cuba, tratando de demostrar un pedigr¨ª americanista que les facilite un mejor entendimiento con el bloque capitaneado por Hugo Ch¨¢vez y en el que ahora destaca como primer lugarteniente Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner. Por supuesto, a la hora de la verdad, como se demostr¨® en Cartagena, el verdadero aliado de Santos es EE UU.
Toda esa hipocres¨ªa y doble lenguaje, no solo arruin¨® esta ¨²ltima reuni¨®n, sino que est¨¢ a punto de hacer naufragar todo el proyecto de la Cumbre de las Am¨¦ricas. La frustraci¨®n de Obama con el desarrollo de la reuni¨®n fue evidente. En alg¨²n momento, lleg¨® a comentar que no sab¨ªa a qu¨¦ EE UU se refer¨ªan algunos de los participantes que hablaban de imperialismo y abuso de poder.
Nunca se ha visto en esta regi¨®n un presidente norteamericano m¨¢s condescendiente y menos interesado en imponer su hegemon¨ªa. Si Am¨¦rica Latina no puede entenderse con Obama, no puede entenderse con nadie.
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