Derecha extrema
El entero hemisferio conservador franc¨¦s saldr¨¢ transformado de las elecciones de 2012
La derecha extrema no es la extrema derecha. Al menos todav¨ªa. La primera es la radicalizaci¨®n, desacomplejada y populista, y esperemos que circunstancial, de la derecha de siempre; mientras que la segunda anida y vive en el cabo del fin del mundo ideol¨®gico, aunque en algunos casos, como ahora en Francia, intente salir de su soledad y apoderarse del espacio conservador entero.
Puede que Nicolas Sarkozy haya cruzado la l¨ªnea roja que separaba ambos territorios y que Jacques Chirac, su predecesor en el gran partido de la derecha francesa, la Uni¨®n para un Movimiento Popular (UMP), y en la presidencia de la Rep¨²blica, hab¨ªa trazado y mantenido celosa y en¨¦rgicamente desde los a?os ochenta, cuando empez¨® el ascenso electoral del Frente Nacional. Seg¨²n un editorial de ayer de Le Monde, esto ya ha sucedido, puesto que ha adoptado ¡°el lenguaje, la ret¨®rica, y por tanto, las ideas, o mejor dicho, las obsesiones, de la se?ora Le Pen¡± y atizado ¡°los miedos de la sociedad francesa en vez de apaciguarlos, como es el caso de la estigmatizaci¨®n de las ¨¦lites, lanzadas como pasto al pueblo; o la denuncia del sistema, sobre el que cabe preguntarse si acaso no es la Rep¨²blica de la que ¨¦l mismo deber¨ªa ser el garante¡±.
Dentro de pocos d¨ªas, en la segunda vuelta de la elecci¨®n presidencial francesa, se comprobar¨¢ si se ha roto el tab¨². Y ser¨¢ a cara o cruz, sin posibilidad de entrar en muchos matices, con la rotundidad de la apuesta arriesgada en la que se ha embarcado Sarkozy con su viaje extremista, puesto que la victoria cada vez m¨¢s dudosa solo ser¨¢ posible si el 6 de mayo los votantes de Marine Le Pen, magnetizados por sus numerosos gui?os y cucamonas, se trasladan en masa a votarle.
Hay muchas dudas respecto a la huella que dejar¨¢ Sarkozy en la historia de la presidencia francesa. Pero, despu¨¦s de los resultados de la primera vuelta, pocas hay respecto a los efectos de su paso sobre la configuraci¨®n del campo conservador. La levedad de Sarkozy como presidente es tan notable como su car¨¢cter transformador en relaci¨®n a su partido y a la derecha en general: tambi¨¦n en ambas cosas hay algo que le aproxima a Zapatero.
Es casi seguro que de esta elecci¨®n presidencial saldr¨¢ un nuevo paisaje pol¨ªtico, suceda lo que suceda en la segunda vuelta. Si gana Sarkozy, gracias a su viraje hacia el cabo de la derecha, la UMP soltar¨¢ algo de lastre por el centro y evolucionar¨¢ hacia un nuevo partido que se habr¨¢ apropiado de buena parte del programa y de la cultura pol¨ªtica del lepenismo, pero sin las m¨¢s lacerantes desventajas del Frente Nacional y del apellido Le Pen; es decir, una derecha bien extrema y populista, eur¨®foba e incluso xen¨®foba, pero dirigida e incluso moderada por su caudillo conservador.
Si gana Hollande, las bandas del Frente Nacional (FN) abandonar¨¢n definitivamente su finisterre pol¨ªtico y penetrar¨¢n en territorio de la derecha cl¨¢sica, con Marine le Pen, su victorioso condotiero al frente. La transformaci¨®n ser¨¢ todav¨ªa mayor, porque la derrota de Sarkozy dejar¨¢ descabezada y dividida a la UMP, que f¨¢cilmente se fragmentar¨¢ en todas direcciones.
Todo esto no empezar¨¢ a suceder hasta las elecciones legislativas (10 y 17 de junio) en las que se cosechar¨¢ en diputados la siembra de los votos recogidos ahora en las dos vueltas presidenciales. El sistema mayoritario a doble vuelta franc¨¦s no tendr¨¢ piedad con la derecha presidencial si sale Sarkozy derrotado, y situar¨¢ a muchos de sus candidatos en la tesitura de aliarse con el Frente Nacional o entregar la circunscripci¨®n a la izquierda.
El candidato conservador ha prohibido a los suyos que hablen en p¨²blico de este momento crucial que ser¨¢n las legislativas: los quiere concentrados solo en la segunda vuelta. El FN se ocupa de lo contrario. Prepara incluso un cambio de nombre en el que se exprese la vocaci¨®n mayoritaria de su nueva etapa: Rassemblement Bleu Marine, barajado para una nueva formaci¨®n que sustraer¨ªa a la vieja derecha la idea de la asamblea o uni¨®n gaullista, el rassemblement, as¨ª como el color azul marino que incluye el nombre del nuevo caudillo de la derecha. Y sin las siglas ni el nacional del FN, y menos todav¨ªa el apellido de su descarado e impresentable fundador y dirigente, Jean-Marie Le Pen.
Marine ha hecho un buen trabajo para diferenciarse de su padre, manteniendo el patrimonio mientras acrecentaba su capital electoral. Y Sarkozy ha contribuido notablemente a allanarle el camino, con su ruptura de los tab¨²es republicanos y gaullistas, el mayor de todos la prohibici¨®n de tratar con la extrema derecha heredera del r¨¦gimen colaboracionista de Vichy. Si la derecha extrema deriva todav¨ªa m¨¢s hacia la derecha, la extrema derecha se expande para ocupar todo el espacio de su hemisferio pol¨ªtico, con la eventualidad de que toda la derecha salga transformada. El desplazamiento y confusi¨®n de l¨ªneas entre la derecha extrema y la extrema derecha tambi¨¦n modificar¨¢ necesariamente el entero espacio pol¨ªtico franc¨¦s tal como la hemos conocido hasta ahora, aunque con toda seguridad tendr¨¢ tambi¨¦n consecuencias en el conjunto de Europa.
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