Ya hemos votado
La gran derrota de estas elecciones es que no haya sido capaz de organizarse a tiempo un frente com¨²n antirrescate para trazar unos m¨ªnimos que permitieran conquistar el Gobierno
En los ¨²ltimos dos a?os, al pueblo griego le han sido ya escamoteados dos importantes plebiscitos: uno, para pronunciarse sobre su deseo de someterse o no a un plan de rescate que ha hipotecado seriamente su presente y su futuro y que le ha obligado a contratar uno de los mayores pr¨¦stamos de la historia de la humanidad (decisi¨®n que tom¨® el Gobierno de Papandreu sin siquiera la aprobaci¨®n del pleno parlamentario); y otro, para elegir democr¨¢ticamente un nuevo Gobierno tras la retirada de Papandreu, derecho que le fue canjeado por un Ejecutivo dise?ado a conveniencia de los rescatadores y encabezado por Lukas Papademos.
Este domingo s¨ª que hubo un refer¨¦ndum, si bien es verdad que convocado de forma tan apresurada que, entre el cierre de las listas de partidos y el momento del voto, mediaron solo 17 d¨ªas. Todo indica que era un refer¨¦ndum pensado para propiciar el continuismo, mantener el statu quo y darle a la pol¨ªtica que se viene haciendo un cierto marchamo de legitimidad democr¨¢tica.No es que el tiro haya salido por la culata, pero algo no sali¨® como estaba previsto. Dejando aparte el importante ascenso de la ultraderecha nazi ¡ªque pone de manifiesto que entre el electorado descontento hay mucha gente insolidaria, racista y manipulable¡ª, el verdadero elemento de distorsi¨®n es ese segundo puesto alcanzado por la coalici¨®n de izquierda Syriza. Este partido ha capitalizado el voto pragm¨¢tico de buena parte de los disidentes del dogma pol¨ªtico de la austeridad y los rescates. Ha dado una razonable opci¨®n de voto a los muchos ciudadanos conscientes que protagonizaron las m¨¢s de 2.000 movilizaciones que han tenido lugar en los dos ¨²ltimos a?os. Veremos ahora qu¨¦ margen y qu¨¦ capacidad de acci¨®n le queda para tratar de subvertir esta pol¨ªtica y de enviar un contundente mensaje a Europa.
Estando las cosas como est¨¢n, con tantas y tantas movilizaciones, con un 28% de la poblaci¨®n bajo el umbral de la pobreza, con el cierre de decenas de miles de empresas, con un paro que aumenta vertiginosamente cada d¨ªa, con una deuda que crece a base de intereses sobre intereses, con una soberan¨ªa cada vez m¨¢s d¨¦bil, con un Estado social y de derecho desmantelado para pagar la deuda de la especulaci¨®n y los desmanes de la clase pol¨ªtica¡, la gran derrota de estas elecciones es que la disidencia frente a todo esto no haya sido capaz de organizarse a tiempo en un frente com¨²n antirrescate, no haya sido capaz de trazar una l¨ªnea de m¨ªnimos que permitiera la unidad para conquistar democr¨¢ticamente el Gobierno.
Por desgracia, para poder subvertir este sistema perverso, la sociedad tiene que radicalizarse m¨¢s en sus convicciones, hacerse m¨¢s pol¨ªtica en el sentido participativo, y, sobre todo, superar la mera condici¨®n de s¨²bdito para acceder a la de ciudadano, a la de portador activo de la esencia pol¨ªtica de la democracia. Ya el viejo Sol¨®n, el padre de la democracia ateniense, dispuso con acierto retirar los derechos pol¨ªticos a aquellos ciudadanos que no se implicaran en las cuestiones p¨²blicas y se quedaran en su casa esperando con indolencia a ver qui¨¦n gana.
Pedro Olalla es escritor residente en Atenas, autor de Historia Menor de Grecia (Acantilado).
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