Frente al abismo
El euro no estallar¨¢. Desde que en diciembre de 2011 y en febrero de 2012 el BCE brind¨® liquidez a la banca por un bill¨®n de euros, ese escenario se esfum¨®.
Pero tiene una variante: un grave susto griego contagiar¨ªa a¨²n m¨¢s a las otras deudas sure?as. Las encarecer¨ªa. Provocar¨ªa un hurac¨¢n, de alcance que ser¨¢ mejor no verificar. La eurozona luce m¨¢s s¨®lidos parapetos que anta?o, los fondos de rescate. Pero mejor que Berl¨ªn y Atenas no jueguen con fuego ¡ªla hip¨®tesis de la salida griega del euro¡ª, porque quema.
Quemar¨ªa sobre todo a los griegos. Si los sucesores de Pericles siguen rezando su oraci¨®n f¨²nebre y acaban rompiendo el pacto que dio lugar a su segundo rescate, dif¨ªcilmente la Uni¨®n y el FMI desembolsar¨¢n los 31.000 millones que corresponden a este trimestre. Ser¨ªa la antesala de la escapada de Grecia de la uni¨®n monetaria, pero como no est¨¢ prevista por el Tratado, de la propia UE.
Es un escenario en que la peor parte la llevar¨ªan los griegos. Justo ahora que, tras haber actuado como sacrificado laboratorio de la excesiva austeridad ¡ªfracasada¡ª, asoma un respiro en forma de semialternativa, la agenda del crecimiento impulsada desde Par¨ªs.
M¨¢s les vale rechazar el abismo, los cantos de las sirenas extremistas seg¨²n los cuales, si se plantan, recuperar¨¢n la competitividad y el orgullo nacional perdidos. As¨ª lo propugna el ultraconservador instituto muniqu¨¦s IFO, de Hans Werner Sinn, que los quiere fuera, como el Bild Zeitung.
As¨ª se lo aconseja en forma de ¡°vacaciones¡± temporales el hechicero de Ronald Reagan, Martin Feldstein (Expansi¨®n, 18 de febrero de 2010), ese gestor tan genial que, con otros, llev¨® a la ruina, como consejero y director, a la aseguradora AIG: Richard Baldwin y Charles Wyplosz le demostraron que sus efectos equival¨ªan a los de una salida permanente (How to destroy the eurozone. www.voxeu.org, 22 de febrero).
Y as¨ª lo inspira la m¨¢s juvenil biblia del izquierdismo radical de Costas Lapavitsas y compa?¨ªa, que conviene leer aunque sobresalte su fervoroso paleonacionalismo (Breaking up: a route out of the eurozone crisis. RMF, 2011).
Todos ellos juran que sin la f¨¦rula de la pol¨ªtica de estabilidad, Atenas recuperar¨ªa en un santiam¨¦n la capacidad de competir. Resulta incre¨ªble.
Salir del euro ser¨ªa volver al dracma, una moneda devaluada respecto a aquel. Y si Grecia lograse seguir en el SME y la UE ¡ªalgo m¨¢s que dudoso¡ª con la paridad dictada por sus socios, excluida toda decisi¨®n soberana, a¨²n m¨¢s que en la etapa preeuro.
Todos los activos se depreciar¨ªan. Algunos apuntan a una p¨¦rdida de la mitad del PIB, de la riqueza nacional (Eurobreak up. UBS, 6 de septiembre de 2011; The greek tragedy. Bruegel, 14 febrero de 2012).
Antes de recrear el dracma, transcurrir¨ªa un largo periodo de negociaciones t¨¦cnicas, que los temerosos (?el dinero lo es!) aprovechar¨ªan para evadir a Suiza los pocos capitales que quedasen en el interior.
El precio de la deuda, como los tipos de inter¨¦s, se disparar¨ªa (pocos prestar¨ªan a Atenas), lo que exacerbar¨ªa la perentoriedad de la pol¨ªtica de austeridad, pues los ¨²nicos ingresos ser¨ªan los procedentes de los impuestos, menguantes por el devaluado valor del PIB... salvo en caso del repudio que postulan los rebeldes. Que convertir¨ªa a Grecia en un pa¨ªs paria.
Adem¨¢s, esta perder¨ªa la inyecci¨®n de fondos estructurales europeos que suponen en torno al 3% de su PIB anual. Y as¨ª hasta el infinito.
Pero quiz¨¢ lo peor no fuera el rev¨¦s econ¨®mico. Un desaf¨ªo aut¨¢rquico a Europa impedir¨ªa a Grecia aprovechar su amparo para modernizarse: aprender a recaudar impuestos, a fabricar estad¨ªsticas, a crear catastros. A reconstruir su Estado fallido.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.