Ghana: Estado de buena esperanza
En 2011 dio la campanada al ser el segundo pa¨ªs del mundo que m¨¢s creci¨® tras Catar. Esto, su estabilidad pol¨ªtica, los ¨ªndices sociosanitarios ¨Cque han mejorado¨C y el petr¨®leo fresco lo convierten en centro de todas las miradas. Es objetivo comercial para unos y un sue?o para otros: que sepa convertirse en modelo a seguir en ?frica occidental.
Subes a la primera planta del Ministerio de Informaci¨®n y te cruzas con Miss Evelyn Anthony, directora del servicio de prensa, de aspecto poderoso, voz grave y tel¨¦fono ardiente en el que suenan cantos de iglesia. Ella, al verte y/o sentirte periodista, ordena: ¡°Esperen en mi oficina¡±. All¨¢ vamos. Y all¨ª vemos que en ella guarda Miss Anthony las esencias de la madre patria: una mesa repleta de papeles con membretes oficiales que remiten a mil tareas pendientes y crecientes desde que Ghana est¨¢ en boca de todos por su subid¨®n econ¨®mico; sillones avejentados para aliviar el sofoco del clima; monta?as de recortes de peri¨®dicos y paneles donde cuelgan convocatorias y fotos de los ministros del Gobierno actual y otros l¨ªderes internacionales que pasaron por aqu¨ª y a los que, se ve, ella aprecia: el primer ministro de India; la canciller alemana Angela Merkel; la reina Isabel de Inglaterra; el premier chino Wen Jiabao, que representa obras p¨²blicas y cr¨¦dito¡ Se echa de menos al presidente Obama en esta galer¨ªa de retratos siglo XXI, justo ahora que ha invitado al actual mandatario de Ghana, Atta Mills, a la reciente cumbre del G-8 (junto a Ben¨ªn, Etiop¨ªa y Tanzania).
Los beneficios de los recursos deben llegar al pueblo. No hay desarrollo si no es humano
Un mundo esta sala. Tanto como el pa¨ªs mismo. ¡°Una econom¨ªa del tama?o de Murcia, con 39.000 millones de d¨®lares de PIB¡±, nos dir¨¢ luego Jorge Alvar, de la Oficina Econ¨®mica y Comercial de Espa?a en Ghana, que abri¨® aqu¨ª en 2008. Un pa¨ªs del golfo de Guinea productor mundial de oro y cacao con 24 millones de habitantes, de mayor¨ªa akan, repartidos entre cristianos y musulmanes en la mitad de superficie que Espa?a; partidos pol¨ªticos legalizados desde 1992; con el segundo mayor crecimiento econ¨®mico del mundo en 2011 tras Catar (un 13%), y petr¨®leo brotando de sus aguas en este mismo instante a un ritmo de 90.000 barriles diarios que, vaticinan, ser¨¢n pronto 220.000. Oil, oil, oil, podr¨ªa ser el ¨²ltimo hit de esa m¨²sica pegadiza nacida aqu¨ª en los a?os veinte y bautizada como highlife. Del crudo hablan todos. Se le espera. Alzas la mirada en Accra y los anuncios por las calles remiten a un mundo rico, occidental, pleno de productos de consumo y de deseo, bancos, mansiones, coches, tecnolog¨ªa¡ La bajas y contemplas las cloacas: una realidad para los dos millones de habitantes largos que viven en chabolas. En marzo, varias ciudades africanas salieron a la calle para exigir dignidad, tal como se llama la campa?a de Amnist¨ªa Internacional, es decir, lo b¨¢sico: agua, luz, alcantarillado. Entre ellas, Accra.
Ghana es diferente. Es la estrella emergente. Lo afirman el FMI, Transparency International, el Banco Mundial, y lo recoge la citada Oficina Econ¨®mica y Comercial de Espa?a en su imprescindible informe sobre el pa¨ªs. Pero un 30% de su poblaci¨®n vive bajo el umbral de la pobreza, otros tantos tiran como pueden y el resto se diluye entre potentados y aspirantes, los residentes en Trassaco Valley, East Legon o en Cantonments; habituales del Accra Mall y similares, donde se han abierto tiendas de marca y telas occidentales (Vlisco o Woodin); de los hoteles internacionales de lujo, los resorts y los puertos deportivos en lugares paradis¨ªacos (Ada, Krokobite Beach¡) o los clubes de Polo (en Pram Pram); que se desplazan en veh¨ªculos de altura, viven en casas que no bajan de dos mil euros al mes de alquiler y viajan mucho.
S¨ªmbolo de este tiempo es la mole del nuevo hotel M?venpick, con un interior de revista, o las vallas met¨¢licas de las residencias cerradas al estilo brit¨¢nico en Cantonments, que, seg¨²n cuenta bromeando la corresponsal de The Guardian Afua Hirsch (ghanesa crecida en Londres y reci¨¦n retornada junto a su marido, abogado, tal como hacen muchos ahora), en realidad se han puesto de moda porque sirven para ¡°mantener alejada a la familia¡±. ¡°Aqu¨ª la tradici¨®n es que un pariente se te presenta en casa con dos maletas y se instala sin m¨¢s¡±. Hasta las estructuras familiares est¨¢n cambiando en este lugar en el que cada ciudadano se llama seg¨²n el d¨ªa de la semana en que nace y solo por eso ya se consideran hermanos.
Mucha gente regresa ahora de Am¨¦rica y Europa y quiere tener aqu¨ª lo que all¨ª
El barrio de Osu, en Accra, define bien el nuevo tiempo. Bohemios, profesionales independientes, oficinas¡ All¨ª tienen sus estudios el fot¨®grafo Nana Kofi Acquah o la dise?adora Nelly Hagan-Aboagye, de 26 a?os, que se abre un hueco en el mundo de la moda con su marca Duaba Serwa y se mueve entre Londres y Accra. ¡°Prefiero estar aqu¨ª, es stressless¡±, asegura. ¡°All¨ª todo es dinero y oportunidades, s¨ª, pero aqu¨ª, con los productos necesarios, podr¨¢s hacerlo, se consigue, se trata de planear. Sacar adelante 25 piezas en cada colecci¨®n no es un chiste. Lo he hecho. Si tienes prisa por ganar dinero, entonces fracasar¨¢s¡±. As¨ª que va despacio. Acaba de participar en la Arise Fashion Week celebrada en Lagos (Nigeria) junto a otros 70 dise?adores, donde el minimalismo de su ropa gust¨® mucho, y prepara ya otra colecci¨®n para la Semana de la Moda de Ghana, en octubre. ¡°Hay creatividad en Osu, pero tambi¨¦n mucho humo, pocos sobresalen¡±, asegura esta amante de Balenciaga y Armani.
El barrio bulle de actividad. Desde el interior del Frankies, con gran ventanal a la Oxford Street, se ve desfilar a la humanidad capitalina entera. ¡°Los ghaneses siempre regresamos. Y ahora lo hacemos por una combinaci¨®n de factores: porque es mejor estar aqu¨ª dignamente que ser el ¨²ltimo de la cola en Europa, porque la econom¨ªa va bien y porque muchos expatriados de ONG se han movido a Ghana dado lo que sucede en Costa de Marfil o Mal¨ª¡±, sigue Afua. El pobre pobre no llega hasta Osu, se queda m¨¢s en los slums o en el puerto viejo de Accra, en James Town. Aunque sobre este ¨²ltimo lugar Nana Kofi previene y precisa: ¡°La pobreza tambi¨¦n puede ser una opci¨®n, hay gente que vive de parecer pobre¡±, asegura. ¡°Si me hablas del norte del pa¨ªs, s¨ª, ah¨ª la cosa est¨¢ desesperada y fea, pero aqu¨ª hay que andar con ojo. No todo es lo que parece¡±. ?l lo sabe, creci¨® all¨ª.
Sobre la mesa tiene Miss Anthony un libro voluminoso sobre el padre de la independencia Kwame Nkrumah con t¨ªtulo sugerente: El hombre que devolvi¨® el primer pedazo del Imperio brit¨¢nico a ?frica. Poderosa la imagen del h¨¦roe nacional, el primer presidente de Ghana libre y autor de un tratado que es lema del panafricanismo, ?frica debe unirse. ?l afirm¨® al crearse la Uni¨®n Africana en 1963: ¡°Si conseguimos erigir en ?frica el ejemplo de un continente unido con una pol¨ªtica y un objetivo comunes, ser¨¢ la mejor contribuci¨®n posible a esa paz que anhelamos¡±. Fue hace medio siglo. Y no se ha logrado. Aunque ni de lejos habr¨ªa so?ado Nkrumah (muri¨® en 1972) con un Obama. ¡°C¨®mprenlo, vale cien d¨®lares¡±, dice Miss Anthony sec¨¢ndose el rostro con esa toalla que todos tienen siempre a mano para cuando las gotas de sudor se hacen cascada. Nos excusamos. Ante ella y ante el esp¨ªritu de Nkrumah. No hay dinero. Europa est¨¢ en crisis. Ella resopla y pasa a contestar a nuestras preguntas: ?cu¨¢ntos peri¨®dicos hay en Ghana? ¡°Plenty ¡± (muchos, 95 en ingl¨¦s, aclara). ?Radios? ¡°Plenty¡±. ?Lenguas? Casi doscientas. ?Es posible entrevistar al presidente? ¡°Se va de viaje¡±. ?A las ministras de Industria o de Ciencia, a la hija de Nkrumah? ¡°Denme las preguntas y esperen cita¡¡±. ?Control institucional? No. Este pa¨ªs presume de libertad. Y la tiene. El locutor Kwami Sefa Kayi, de Radio Peace, elegido una de las 100 personas m¨¢s influyentes de Ghana en 2011 (una suerte de Francino all¨ª), lo confirma: ¡°Tenemos libertad de prensa, de expresi¨®n, de acci¨®n y asociaci¨®n; tenemos libertad, queremos usarla y la usamos¡±.
Imagina si los Estados africanos con petr¨®leo estuvi¨¦ramos unidos...
Nuestro objetivo es asistir primero a un acontecimiento: la introducci¨®n en el calendario de dos vacunas, la de la neumon¨ªa y el retrovirus, que presenta la Alianza GAVI, y recorrer luego el pa¨ªs, le decimos a Miss Anthony para mitigar su curiosidad: mirar, hablar, comprobar que Ghana va bien como dicen, y buscar su clase media. Y ella nos mira, calla y sella las acreditaciones de prensa, obligatorio para poder fotografiar allende los contornos del Estado (cien cedis por persona, 50 euros). Cien d¨®lares aqu¨ª, 50 euros all¨¢. No es barato Ghana. No para el visitante, el expatriado, y menos para ellos. Y se quejan taxistas, m¨¦dicos, maestros¡ Han subido la electricidad, los combustibles, los alimentos, las casas¡ Los precios aumentan al ritmo en que se extraen barriles de petr¨®leo, se dir¨ªa, en el yacimiento de Jubilee Field, cuyo grifo abri¨® el presidente Mills en diciembre de 2010 (tienen adem¨¢s gas que hoy d¨ªa no tienen capacidad para procesar). Pero sus beneficios, de momento, no se ven. Por eso y otras cosas, la pr¨®xima campa?a electoral del 7 de diciembre promete emoci¨®n. E intranquiliza. ¡°Ojal¨¢ que sea en paz¡±, comentan Prince Aybewoley y sus compa?eros de cuarto, cuatro estudiantes entre los 30.000 de la Legon University, p¨²blica, impecable. Nos hablan del deseo de partir o quedarse, de la crisis en Europa, del nivel educativo, de becas y familias, de que en Ghana no hay discriminaci¨®n por origen y las mujeres se acercan poco a poco al 50% de los alumnos¡ Est¨¢n informados. Quieren hacer algo por su pa¨ªs. ¡°No tenemos otro¡±.
Ser¨¢ muy re?ida la pelea entre los dos grandes partidos, el socialdem¨®crata NDC, en el Gobierno, y el conservador NPP, en la oposici¨®n, y un bisagra, el CPP, m¨¢s a la izquierda, heredero de Nkrumah y liderado por su hija Samia. Estas elecciones tienen adem¨¢s nuevos protagonistas: la comunidad Blogging Ghana lanz¨® la iniciativa en Twitter @GhanaDecides para ense?ar el uso y valor de las redes sociales. Una de sus actividades, al calor del Registro Biom¨¦trico para garantizar elecciones limpias que est¨¢ efectuando la Comisi¨®n Electoral y que ha inundado de p¨®steres todo el pa¨ªs, es la campa?a #iRegistered. En los quioscos, The Africa Report muestra al candidato opositor, Nana Akufo-Addo, abogando por el respeto a la democracia y elecciones sin incidentes. Todos juegan a convencer con el mismo n¨²mero: riqueza compartida, progreso, educaci¨®n, lucha contra el desempleo¡
El calor es espantoso en Accra estos d¨ªas: 32 grados y una humedad que supera el 80% y ning¨²n ventilador puede amortiguar. Y lo ser¨¢ en Koforidua, en Dodowa, en Ada, en Cape Coast y Elmina¡ All¨ª donde no hay aire refrigerado, la vida es miserable. Gran pega para el turismo, para el que se ha creado un nuevo organismo de promoci¨®n. E inversores extranjeros ya est¨¢n empezando a explorar el terreno. En el Accra Mall, una alemana invita a ¡°conocer el para¨ªso¡±, Ankobra Beach. Y lo muestra en un ordenador: playas de ensue?o, caba?as, palmeras, precios asequibles. Lugares similares a los hermosos resorts de playa de Midas, Kermat o el comunitario de Maranatha que ya existen en la desembocadura del Volta, en Ada, por ejemplo, y que son propiedad (y cedidos en leasing a otros) de la familia de Namley Narnor, nutricionista en Estados Unidos, que ha vuelto. ?Por qu¨¦?, le preguntamos. ¡°Por la tierra, la familia. Para hacer algo¡±, dice. Asombrada con los cambios, piensa recorrer el pa¨ªs de inmediato para poder juzgar.
En Ada viven el periodista ?ngel Gonzalo y la fisioterapeuta Elena Llanos, dos espa?oles voluntarios que decidieron instalarse aqu¨ª un a?o para ayudar en el hospital local y en lo que fuera necesario. Y lo necesario es tanto que hasta andan construyendo una escuela. Su vida es dur¨ªsima para el est¨¢ndar occidental (¨¦l lo cuenta la mar de bien en su blog Ghaneantes, aviso para). All¨ª se ve un entorno de casas pobr¨ªsimas de adobe, chabolas low cost y tenderetes levantados con cuatro tablas que son la imagen lamentable de un modo de vida enquistado. Y en Ada, cercana a la central de Akosombo, la luz se va con frecuencia, dej¨¢ndoles sumidos en la oscuridad y en manos del calor. Un 25% del territorio del pa¨ªs est¨¢ sin electrificar. Frank Kwabi, de 24 a?os, que trabaja en Radio Mountains, en Koforidua, lo cont¨®: ¡°Los j¨®venes tienen m¨®viles y deben ir a cargarlos a otro pueblo a kil¨®metros¡±. Por eso muchos carteles salpican las carreteras en plan poes¨ªa pol¨ªtica: ¡°No light, no vote¡±, ¡°More schools¡±, ¡°Stop domestic violence¡± o ¡°It¡¯s cool! Stay away from early sex!¡±.
El miedo es que Ghana sea considerada rica cuando un tercio de su gente es pobre
No hace falta traducirlo.
Dicen que Ghana es candidata a alcanzar en 2015 uno de los objetivos del milenio, la reducci¨®n a la mitad del nivel de la pobreza. En Unicef (este fue el primer pa¨ªs del mundo en ratificar la Convenci¨®n sobre los Derechos del Ni?o en 1990) recogen los avances en salud infantil: las muertes de menores de cinco a?os se han reducido a la mitad entre 1993 y 2010; tambi¨¦n el n¨²mero de mujeres que mueren en el parto, la mortalidad infantil y la pobreza; un 92% de los ni?os completan hoy la ense?anza primaria, y la tasa de prevalencia de sida es del 1,5%. Pero la protecci¨®n de la infancia a¨²n deja que desear (50.000 ni?os viven o trabajan en las calles de Accra; muchos explotados laboral o sexualmente), la anemia sigue casi inalterable entre los m¨¢s peque?os, y la esperanza de vida no alcanza los 60 a?os. El norte del pa¨ªs, una franja del Sahel, es fuente de mucha preocupaci¨®n, nos dice Kaniz Kahn, del Programa Mundial de Alimentos, sobre todo con la reducci¨®n de fondos. ¡°Ya no hay casi ni dosis para repartir¡±. Y comenta un miedo que est¨¢ latente: ¡°Que Ghana sea considerada demasiado pronto rica, cuando un tercio de su poblaci¨®n es a¨²n pobre¡±.
La tasa de vacunaci¨®n de menores de dos a?os es del 94%. Un ¨¦xito. Y durante los ¨²ltimos d¨ªas de abril, Ghana fue noticia porque la Alianza GAVI introduc¨ªa la inmunizaci¨®n contra la neumon¨ªa y el rotavirus (contra la diarrea). La primera es la mayor causa de muerte de menores de cinco a?os en el mundo. Este es el pa¨ªs n¨²mero 19 en pedirla, y aun siendo una vacuna muy costosa, GAVI la consigue por unos tres d¨®lares cuando su precio es de casi cien. El acto fue una fiesta. Acudi¨® hasta la primera dama del pa¨ªs, quien se?al¨® el horror de que cada 23 segundos muera un ni?o por tal causa, mientras el ministro de Salud record¨® lo que supuso la erradicaci¨®n de otros males como la polio. L¨ªderes locales, miembros del Ej¨¦rcito, invitados y periodistas internacionales se reunieron con ganas y humor en una ceremonia a pleno sol en la que corrieron los buenos deseos y vaticinios y hasta chistes sobre sus vecinos nigerianos (algo muy com¨²n).
Esos d¨ªas, en la comunidad de Ayikuma, en Dodowa, zona de mangos y sand¨ªas, entre fuertes lluvias, los profesionales del centro m¨¦dico presentaron las cifras de la zona, donde la neumon¨ªa arrasa, la malaria es la gran amenaza para todos y la diarrea puede ser complicaci¨®n mortal. Sus m¨¦todos de gesti¨®n y control son similares a los de cualquier pa¨ªs organizado, lo que llena de orgullo a las ONG locales. Y las madres con sus ni?os se agolparon en la sala con sus tarjetas sanitarias en mano. La pediatra Mame Ya Nyarioc explic¨® luego en el hospital infantil Princess Marie Luise lo que supone para las familias ser hospitalizados. ¡°Un 40% no acude a la sanidad porque no tiene medios para llegar siquiera¡±. Y no pueden pagar. Diez d¨®lares al d¨ªa cuesta, m¨¢s medicinas. El sueldo m¨ªnimo ronda los cien euros al mes.
Y s¨ª se ven escuelas, buenas carreteras (en las ciudades importantes: Accra, Kumasi, Takoradi¡), m¨¢s red de alcantarillado y limpieza que en otros pa¨ªses continentales. Se ve intenci¨®n. ¡°Ghana ha iniciado un viaje ascendente al desarrollo, pero le falta para llegar a puerto¡±, opina la representante del Fondo de Poblaci¨®n de la ONU (UNFPA) en el pa¨ªs, Dennia Gayle, costarricense, descendiente de esclavos, mientras visita Cape Coast, un lugar central en esa triste historia que fue el mercado triangular de seres humanos por mercanc¨ªas¡ Casi 70 fortalezas hab¨ªa en esta hermosa Costa de Oro (kil¨®metros y kil¨®metros de palmeras sobre la costa, barcas coloristas de pescadores, un ambiente caribe?o) dedicadas a negocio tan fruct¨ªfero que hasta hizo languidecer el del oro. ¡°Es imprescindible que los beneficios de los recursos lleguen al pueblo. No puede haber desarrollo econ¨®mico ¨¦tico si no es humano¡±, indica.
¡°Si Ghana es capaz de manejar adecuadamente los ingresos del petr¨®leo y evitar el mal holand¨¦s [consecuencias da?inas del aumento de los ingresos en un pa¨ªs], sentar¨¢ un importante ejemplo en una regi¨®n muy necesitada de buenas pr¨¢cticas¡±, opina Jorge Alvar, que cuenta c¨®mo las exportaciones espa?olas a Ghana se doblaron en 2010 y hay ya 30 empresas espa?olas aqu¨ª, desde distribuidoras alimentarias hasta constructoras; desde Iberia, que inaugura vuelo directo en julio, y los zumos Don Sim¨®n hasta Abengoa, pasando por la embotelladora de Coca-Cola en ?frica occidental, la catalana Cobega.
La expectaci¨®n creada en el terreno de los negocios es inmensa. Ahora mismo, mientras se escriben estas l¨ªneas, se celebra un foro en Londres titulado Ghana Oil & Gas & Mining Forum, y en Accra acaban de inaugurar el primer Foro Econ¨®mico de Ghana, donde la ministra de Industria insisti¨® en las medidas para convertir el petr¨®leo en riqueza social ya en marcha. Y los roces entre tradici¨®n y modernidad no se han hecho esperar, naturalmente. Ejemplo: lo que sucede con los chabolistas de las antiguas v¨ªas de tren. Empezaron a expulsarlos en 2011, como parte de la recuperaci¨®n de las l¨ªneas ferroviarias incluidas en la agenda Better Ghana. Un proyecto necesario. Pero sin realojamientos, miles de personas no tienen donde ir, se convertir¨¢n en desplazados interiores. Algo similar a las 65.000 de la laguna de Songor que claman por su supervivencia.
En el ¨²ltimo d¨ªa y momento, Miss Anthony nos convoca de nuevo a su oficina. Pero salimos de ella en un pisp¨¢s, con un ayudante que porta la carta (que hab¨ªamos escrito hac¨ªa una semana) para Samia Nkrumah. As¨ª aterrizamos en la sede de su partido, el CPP, en Assylum Down, que tiene un gallo como s¨ªmbolo y del que ella es l¨ªder y ¨²nica parlamentaria. Cuando Samia, de 52 a?os, de aspecto juvenil, aparece, dormitamos fundidos con el sof¨¢ y el paisaje, y ella se r¨ªe: ¡°?Por qu¨¦ no hab¨¦is subido a una sala con aire?¡±. No tenemos respuesta. Pero su dinamismo nos salva. Conserva intacta la idea de Estado paterna. ¡°Yo estoy aqu¨ª para defender el legado de mi padre¡ Tenemos que transformarnos, cambiar estructuras y el paradigma con el que se ha hecho pol¨ªtica tras la independencia, tenemos que crear cuadros medios, dotar de formaci¨®n profesional, ser m¨¢s mujeres en pol¨ªtica, iniciar cambios en la industria, en tecnolog¨ªa¡ Y todos los partidos debemos estar de acuerdo¡ Imagina si los Estados africanos que tenemos petr¨®leo estuvi¨¦ramos unidos para su control¡ entonces cambiar¨ªan las cosas¡±. Cambiar¨ªan. Y mientras habla recordamos la frase del fot¨®grafo Nana Kofi cuando le preguntamos si en Ghana existe clase media. ¡°En ?frica, clase media es cuando te levantas por la ma?ana y tienes donde comer, donde dormir y algo que hacer. Yo soy clase media¡±, dijo. El petr¨®leo deber¨ªa garantizar, al menos, eso: que cada ciudadano abra los ojos y tenga donde comer, dormir y trabajar. Entonces este pa¨ªs amable ser¨ªa un modelo. Y no solo para ?frica.
Artistas con clase
Nana Kofi Acquah/ Manuli Afatsiano, fot¨®grafo y documentalista. Reivindican el valor de su obra. ¡°El dinero est¨¢ hoy en ?frica, India y Asia¡ mucha gente regresa de Am¨¦rica y Europa por la crisis y quiere tener aqu¨ª lo que all¨ª¡±, dice Nana Kofi en su estudio de Osu, zona creativa de Accra siguiendo la Oxford Street, donde abundan tiendas de ropa, oficinas, restaurantes que mutan en clubes a medianoche y negocios de estilo occidental, la mayor¨ªa propiedad de libaneses. ¡°Para los grandes fot¨®grafos africanos, el suyo era un oficio, hasta que llegaron los europeos y lo hicieron arte¡±, dice. Hoy su pelea es que por la fotograf¨ªa se pague adecuadamente.
Hija del h¨¦roe nacional
Samia Nkrumah, de 52 a?os, un hijo, heredera del primer presidente tras la independencia. Parlamentaria. Porta el testigo del legado de su padre, al que considera un visionario y l¨ªder adelantado a su tiempo. Madre de un hijo adolescente, Samia es la ¨²nica parlamentaria de su partido (de 230, solo 19 son mujeres en el pa¨ªs: ¡°Aqu¨ª, para una mujer, entrar en pol¨ªtica es muy caro y muy duro¡±), el CPP, de izquierda, con af¨¢n de romper el bipartidismo imperante y ajustado. ¡°Creo que los pol¨ªticos estamos maduros para iniciar los cambios necesarios. Queremos buscar soluciones por nosotros mismos, no que nos digan lo que debemos hacer¡±.
El agua, la sal y la radio
Leticia Amakie, Aryertey Ablade y Daniel Ngornyndor, veintea?eros, redacci¨®n de Radio Ada. Ada, lugar donde el r¨ªo Volta y el mar se unen en un sue?o de agua, arena y palmeras, es conocida por su cercan¨ªa a la laguna de Songor, productora de sal desde tiempo inmemorial. Las 15 comunidades que habitan alrededor, legendarias propietarias de la tierra, la extraen con m¨¦todos tradicionales dur¨ªsimos. Cuando el Gobierno decidi¨® su explotaci¨®n industrial, el conflicto estall¨®: los locales piden participaci¨®n y derecho a la supervivencia. Radio Ada, emisora comunitaria abierta a todo y todos, que se financia con anuncios de los funerales (aut¨¦nticas fiestas aqu¨ª), es uno de sus foros habituales.
Los j¨®venes sue?an
Reuben Ocansey, de 23 a?os, taxista de Reuben & Co. Canta en la iglesia presbiteriana. Es hombre dispuesto a estar ¡°en tu puerta cuando desees¡±. As¨ª se presenta. Hu¨¦rfano de padre, reside en Ada con hermanos y parientes. Su vida no es ni ha sido f¨¢cil. Sue?a con Europa. La tasa de paro entre j¨®venes es alt¨ªsima, faltos de formaci¨®n profesional y t¨¦cnica; el subempleo es su ¨²nica alternativa. Dice que en su pa¨ªs las relaciones entre sexos son libres y fluidas. En su taxi, la buena m¨²sica est¨¢ garantizada.
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