Abdel al Megrahi, el terrorista de la masacre de Lockerbie
La muerte de 270 personas al explotar un avi¨®n sobre Escocia se convirti¨® en un pulso entre Libia y Occidente
Su muerte deja muchas preguntas sin respuesta sobre uno de los episodios m¨¢s conocidos del terrorismo internacional del siglo XX; sobre un acto de barbarie que molde¨® durante a?os las relaciones entre Occidente y el r¨¦gimen del difunto Muamar el Gadafi. El libio Abdel Baset al Megrahi, ¨²nico condenado por el atentado de Lockerbie, en el que en 1988 murieron 270 personas, falleci¨® ayer de c¨¢ncer en Tr¨ªpoli a los 60 a?os.
A medio camino entre el chivo expiatorio y la moneda de cambio, la controversia acompa?¨® todos sus pasos desde aquel fat¨ªdico 21 de diciembre. Aunque siempre se declar¨® inocente, Al Megrahi fue condenado en 2001 por el ataque que aquel d¨ªa hizo estallar un Boeing 747 de la compa?¨ªa estadounidense Pan Am que volaba de Londres a Nueva York. Su posterior excarcelaci¨®n en 2009, por un c¨¢ncer que se supon¨ªa terminal ¡ªle daban tres meses de vida¡ª, provoc¨® airadas quejas de los familiares de las v¨ªctimas (189 de ellas, norteamericanas) y fue blanco de las cr¨ªticas por su regreso triunfal a Tr¨ªpoli, donde fue recibido como un h¨¦roe. El hecho de que acabara sobreviviendo al propio Gadafi no hizo sino calentar a¨²n m¨¢s el enfado de Reino Unido. El primer ministro brit¨¢nico, David Cameron, ha manifestado repetidas veces que Al Megrahi nunca deber¨ªa haber sido liberado.
La secuencia de los hechos del caso Lockerbie semeja el guion de una pel¨ªcula de suspense. Seg¨²n el tribunal escoc¨¦s que le juzg¨®, Al Megrahi se las apa?¨® para expedir una maleta cargada con explosivos desde el aeropuerto de Luqa, en Malta (base de operaciones de las l¨ªneas a¨¦reas libias), hasta el de Fr¨¢ncfort, y de all¨ª a Heathrow, en Londres, donde el artefacto fue facturado en el vuelo 103 de la Pan Am con destino a Nueva York. A bordo iban 259 personas. Tras estallar cuando sobrevolaba la localidad escocesa de Lockerbie, el impacto del avi¨®n sobre el suelo caus¨® la muerte a otras 11 personas del lugar.
Gadafi entreg¨® a Al Megrahi, oficialmente un ejecutivo de las l¨ªneas a¨¦reas libias ¡ªy un turbio pe¨®n de los servicios secretos, seg¨²n la mayor¨ªa de las versiones¡ª, gracias a un acuerdo patrocinado por la ONU. La cesi¨®n formaba parte de un plan de lavado de imagen mediante el cual Gadafi pon¨ªa distancia respecto al mecenazgo de grupos terroristas para asegurarse la cooperaci¨®n de firmas occidentales en la explotaci¨®n de las reservas de gas y petr¨®leo libias. De hecho, la excarcelaci¨®n de Al Megrahi fue vista por muchos como un claro intento brit¨¢nico de garantizarse su parte del pastel libio, algo que Londres niega.
De nada sirvieron las razonables dudas sobre su culpabilidad ¡ªsu inocencia fue incluso aventurada por algunos familiares de las v¨ªctimas¡ª, pues el caso Lockerbie parece no haberse cerrado ni siquiera con su muerte. El Consejo Nacional de Transici¨®n libio, que ocupa el poder tras la ca¨ªda del coronel Gadafi, ha afirmado que colaborar¨¢ con las autoridades escocesas en la investigaci¨®n de posibles pistas que conduzcan a otros colaboradores en el atentado. En octubre pasado, el propio Al Megrahi declar¨® que Occidente hab¨ªa exagerado su papel y que la verdad saldr¨ªa a la luz muy pronto. Otro punto de suspense para engordar el caso.
Lo ¨²nico cierto es que tras la entrega de Al Megrahi, Libia empez¨® a sacar cabeza en la escena internacional. Sobre la memoria del fallecido, en cambio, pesar¨¢ siempre el oprobio de haber sido ¡ªpresuntamente¡ª el hombre que expidi¨® una maleta Samsonite color bronce con rumbo a la tragedia.
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