El asesinato del juez Falcone por la Mafia: 20 a?os sin respuesta
Visita a Palermo, coraz¨®n de la ¡®Cosa Nostra¡¯, ciudad donde se consum¨® el asesinato del juez Falcone, el hombre que cambi¨® los m¨¦todos para perseguir a la Mafia. Utiliz¨® mafiosos arrepentidos e investig¨® el circuito del dinero sucio. Su muerte tiene a¨²n puntos oscuros.
En el verano de 1984, Giovanni Falcone escucha durante 45 d¨ªas seguidos a Tommaso Buscetta, ¡°el capo de los dos mundos¡±, el hombre clave de Cosa Nostra en el tr¨¢fico de drogas entre Sicilia y Estados Unidos. Solos los dos en un calabozo de Roma ¡ªFalcone ya no se f¨ªa de nadie¡ª, el capo habla y el juez rellena con su pluma estilogr¨¢fica 329 folios de confesiones. El m¨ªtico Buscetta se convierte en el primer gran arrepentido de la Mafia siciliana. Da nombres, cuenta las divisiones entre las familias, reconstruye para el juez viejos cr¨ªmenes no resueltos. Al final, antes de despedirse, el mafioso, que entonces tiene 56 a?os, regala al juez una advertencia:
¡ªNo creo que el Estado italiano tenga verdadera intenci¨®n de combatir a la Mafia. Le advierto, doctor Falcone, que despu¨¦s de este interrogatorio usted se convertir¨¢ en una celebridad. Pero buscar¨¢n destruirlo f¨ªsica y profesionalmente. No lo olvide: la cuenta que ha abierto con la Cosa Nostra no se cerrar¨¢ nunca.
Palermo. Son las 17 horas, 56 minutos y 48 segundos del mi¨¦rcoles 23 de mayo de 2012. La cuenta sigue abierta.
¡°No existe ninguna raz¨®n de Estado que pueda justificar retrasos en la b¨²squeda de la verdad¡±, ha proclamado Monti
Hace exactamente 20 a?os, aqu¨ª, en esta curva de la autopista entre Isla de las Mujeres y Capaci, mataron al juez antimafia Giovanni Falcone, a su esposa, la tambi¨¦n magistrada Francesca Morvillo, y a los escoltas Rocco Di Cillo, Antonio Montinaro y Vito Schifani. La precisi¨®n del instante se conoce porque los instrumentos del Instituto de Geof¨ªsica y Vulcanolog¨ªa del monte Erice registraron un ¡°peque?o movimiento s¨ªsmico¡± con epicentro en aquella curva. No era un terremoto, sino la explosi¨®n de 500 kilos de trinitrotolueno (TNT) colocados bajo la carretera y hechos estallar al paso de la comitiva. La cuenta sigue abierta porque los autores materiales del atentado fueron capturados, desde Salvatore Tot¨° Riina ¡ªel ¨²ltimo capo dei capi¡ªa Giovanni Brusca, el que apret¨® el detonador. Pero ya nadie duda en Italia de que aquel atentado de la Mafia no fue solo cosa de la Mafia. No lo duda ni el jefe del Gobierno actual, Mario Monti, quien durante los actos de conmemoraci¨®n del 20? aniversario en Palermo se mostr¨® a favor de que se investigue hasta el final, sin topes de ninguna clase, la connivencia del Estado con la Mafia. ¡°No existe ninguna raz¨®n de Estado¡±, advirti¨® Monti, ¡°que pueda justificar retrasos en la b¨²squeda de la verdad: los trozos que faltan van a ser buscados hasta el final¡±.
Las palabras del actual jefe del Gobierno italiano tienen mucha importancia. Sobre todo si se comparan con las de su antecesor, Silvio Berlusconi, quien, hace tres a?os, cuando tuvo noticias de las investigaciones abiertas ¡ªen Palermo, Caltanissetta y Mil¨¢n¡ª para tratar de delimitar el papel del Estado en la matanza, arremeti¨® contra los fiscales: ¡°Es una locura. Vuelven a mirar hechos del 92, 93 o 94, con el dinero de todos, conspirando contra los que trabajamos por el bien del pa¨ªs¡±. ?Qu¨¦ tem¨ªa Berlusconi? ?Qu¨¦ sigue temiendo? Tal vez la posibilidad que acaba apuntar Attilio Bolzoni, un periodista del diario La Repubblica que conoce como nadie los entresijos de la Mafia. Hace falta un arrepentido. Pero no de Cosa Nostra, que ha habido muchos y los sigue habiendo. Hace falta un arrepentido del Estado¡
¡°Lo que m¨¢s ha cambiado es que hoy se habla de Mafia. Antes se negaba su existencia¡±, dice el fiscal Carrara
Sobre la figura de Falcone se han escrito y filmado infinidad de libros y pel¨ªculas. La otra tarde, una monja-dependiente de la librer¨ªa Paulina de Palermo cont¨® hasta 100 t¨ªtulos de libros disponibles en la librer¨ªa ¡ªun escaparate lleno¡ª y otros 400 o 500 codificados en el ordenador.
Pero, para entender el car¨¢cter del juez, ese impulso met¨®dico que lo llev¨® a convertirse en el enemigo p¨²blico n¨²mero uno de la Mafia, tal vez sea suficiente con aproximarse a su primera investigaci¨®n. Corre el invierno de 1979 y Falcone ¡ªque acaba de cumplir los 40 a?os¡ª ha regresado como juez a Palermo, su ciudad, de la que se march¨® hace 13 a?os. Por aquel entonces, la sociedad palermitana se repite a s¨ª misma una mentira piadosa, una jaculatoria al diablo que dice: ¡°La Mafia no existe. Es una invenci¨®n de los peri¨®dicos del Norte¡±. El joven juez decide investigar a un constructor que acaba de ganar un concurso p¨²blico para la construcci¨®n de 422 apartamentos. El tipo en cuesti¨®n se llama Rosario Spatola. Mueve gran cantidad de dinero, sin m¨¢cula aparente. El ¨²nico lunar con la justicia procede de sus tiempos, no muy lejanos, de vendedor ambulante de leche. Le abrieron un expediente administrativo por aguar el producto. Una ridiculez. Ahora, en cambio, es un gran constructor. El periodista Attilio Bolzoni lo explica muy gr¨¢ficamente en su reci¨¦n publicado libro Uomini Soli (editado por La Biblioteca di Repubblica): ¡°Rosario Spatola es un mafioso. En Palermo lo consideran un benefactor¡±.
¡°La Mafia te mata si haces una guerra por tu cuenta, pero si te organizas puede llegar a respetarte¡±
Falcone se convierte ya en un pionero en aquella primera investigaci¨®n. No escudri?a las idas y venidas del mafioso, sino de sus billetes. Se percata de que el tal Spatola maneja gran cantidad de dinero contante y sonante y que, a su vez, tiene gran facilidad, para hacerse con contratos p¨²blicos. La senda del dinero lo lleva a descubrir que Spatola tiene unos primos en Estados Unidos, concretamente en Cherry Hill, New Jersey, a donde llegaron en 1964. El juez Falcone construye su particular ¨¢rbol geneal¨®gico de los Spatola y llega a una conclusi¨®n: el dinero que llega de Am¨¦rica es a cambio de la hero¨ªna que parte desde Sicilia.
El periodista Bolzoni ¡ªentonces redactor de un peri¨®dico local¡ª recuerda su primer contacto con Rosario Spatola. ¡°Es un d¨ªa de invierno de 1980, delante de las oficinas de su empresa, en la calle Beato Angelico. Lo busco porque un primo suyo, Vincenzo, est¨¢ involucrado en el falso secuestro del banquero Michele Sindona. No me hace entrar en la oficina, sale ¨¦l. Como todos los mafiosos, es de apariencia cort¨¦s, amable, no levanta nunca la voz. Es enero, tal vez febrero. Est¨¢ broncead¨ªsimo, gafas ray ban, una pesada cadena de oro al cuello. Y un peluqu¨ªn en la cabeza. Cabello falso color cobre. Me dice que no habla con Vincenzo desde hace mucho. Me dice tambi¨¦n que est¨¢n sucediendo cosas feas en Palermo¡ Al resto de su familia la vuelvo a ver el 13 de mayo de 1981, en la capilla de Passo di Rigano, el d¨ªa de los funerales de Salvatore Inzerillo, uno de los jefes de la mafia palermitana asesinado por los Corleoneses. La mujer de Salvatore Inzerillo es Filippa Spatola, hermana de Rosario, el empresario mafioso de Beato Angelico. Los muros de las calles cercanas est¨¢n cubiertos de coronas de flores, un gent¨ªo espera a la viuda. Filippa baja de una limusina color crema, algunos hombres en traje oscuro ¡ªque hablan americano entre ellos¡ª la acompa?an hasta el altar. Son los parientes llegados de Cherry Hill. La capilla est¨¢ a rebosar, y en la peque?a plaza hay centenares de muchachos. Hace calor, muchos de ellos est¨¢n en camisa, se vislumbran las pistolas. Hay guerra de mafia en Palermo. Me siento en una pel¨ªcula¡ Escribo as¨ª mi primera cr¨®nica de un funeral de la Mafia¡±.
Es esa la Mafia a la que se enfrenta, a principios de los 80, Giovanni Falcone. M¨¢s de 30 a?os despu¨¦s, Cosa Nostra sigue existiendo, pero muchas cosas han cambiado. Sentado en un hotel de V¨ªa Roma, el fiscal Carmelo Carrara ¡ª ¡°yo conoc¨ª a Falcone antes de que se convirtiera en Falcone¡±¡ª ha visto en primera l¨ªnea esos cambios. No solo en la Mafia. Tambi¨¦n, o sobre todo, en la sociedad que la sufre. ¡°Lo que m¨¢s ha cambiado en estos 20 o 30 a?os es seguramente la manera de mirar a la Mafia por parte de los ciudadanos. Ahora se habla. Antes, directamente, se negaba su existencia. Ahora hay adem¨¢s hay una actitud de rebeli¨®n por parte de las j¨®venes generaciones de empresarios con respecto al pizzo (la extorsi¨®n). Y esto es m¨¢s importante de lo que pueda pensarse desde fuera. Porque, en la conciencia de los sicilianos, pagar el pizzo es como pagar los impuestos al Estado. De hecho, tambi¨¦n en el interior de las organizaciones criminales el pizzo est¨¢ considerado como un impuesto".
¡°Un cad¨¢ver se puede hacer desaparecer en ¨¢cido. Pero el dinero deja siempre una huella¡¡±, sosten¨ªa Falcone
Tan es as¨ª que el pizzo no solo lo pagan los empresarios, tambi¨¦n lo pagan los mafiosos. Se ha sabido que Matteo Messina Denaro, considerado el capo m¨¢s importante de Sicilia tras la detenci¨®n, en 2006, de Bernardo Provenzano, pag¨® a la mafia de Agrigento 10.000 euros por abrir un supermercado. ¡°Ah¨ª se ve¡±, a?ade el fiscal, ¡°hasta qu¨¦ punto el pizzo est¨¢ en el ADN de la Cosa Nostra. Da igual que seas el n¨²mero uno. Si abres un negocio o levantas una casa en el territorio de otra familia, pagas. Para ellos es un impuesto tan leg¨ªtimo como el de que hay que pagar al Estado. Una tasa que no solo viene a engrosar el bolsillo del mafioso, sino tambi¨¦n el sustento de las familias de los detenidos, de los hombres de honor ca¨ªdos. Su familia mafiosa paga los gastos de abogados, y tambi¨¦n el sustento de sus familiares mientras ellos est¨¢n en la c¨¢rcel¡±. Pagar el pizzo generaci¨®n tras generaci¨®n tiene, adem¨¢s, un peligro a?adido: ¡°Quien paga, de facto, est¨¢ reconociendo a Cosa Nostra como una organizaci¨®n leg¨ªtima. Un Estado dentro del Estado¡±.
¡ª?Qu¨¦ le pasa a quien no paga?
¡ªAcoso, amenazas, incendios¡ A veces tambi¨¦n la muerte¡
¡ªEntonces¡
¡°Un pueblo entero que no paga el ¡®pizzo¡¯ (la extorsi¨®n mafiosa) es un pueblo libre¡±, canta un grupo de j¨®venes
¡ªHay una manera de oponerse. La mafia no es una sociedad gallarda, no es una sociedad criminal valiente. Te mata si haces una guerra solitaria, por tu cuenta, pero si te organizas puede llegar a respetarte. Ahora hay revueltas contra la Mafia en toda Sicilia. Esto ha cambiado desde los tiempos de Falcone¡
O gracias a la inteligencia y a su sacrificio. Hace casi 30 a?os, el juez Giovanni Falcone ya vislumbraba que la manera m¨¢s efectiva de atacar a Cosa Nostra es a trav¨¦s de su poder¨ªo econ¨®mico. Se lo explica de una manera muy gr¨¢fica a su jefe, el instructor Rocco Chinnici, que acaba de hacerse con el puesto despu¨¦s de que a su antecesor, Cesare Terranova, lo asesinaran a tiros al m¨¢s puro estilo del Oeste americano, con un Winchester. ¡°El cad¨¢ver de un hombre¡±, dice Falcone, ¡°se puede hacer desaparecer, basta con sumergirlo en ¨¢cido, y sin el cuerpo del delito no hay delito. El dinero, sin embargo, deja siempre una huella¡¡±.
Rocco Chinnici, que ser¨ªa asesinado por la Mafia poco despu¨¦s, en julio de 1983, respalda a Falcone. ¡°Y as¨ª¡±, recuerda el fiscal Carrara, ¡°se empiezan a hacer las primeras investigaciones patrimoniales, bancarias. Se empieza a investigar el circuito del dinero. Giovanni descubre que las grandes cantidades de dinero con las que se hacen los edificios en Palermo provienen del tr¨¢fico de hero¨ªna entre Sicilia y Estados Unidos. La droga llega desde los pa¨ªses productores del Tri¨¢ngulo de Oro. Las refiner¨ªas est¨¢n en Sicilia y en Francia, sobre todo en Marsella. Y desde aqu¨ª, finalmente, parten hacia Estados Unidos como pa¨ªs de consumo. Aquellas investigaciones culminaron con el famoso maxiproceso¡±. Falcone logra sentar en el banquillo a 400 mafiosos. Dicta contra ellos condenas que suman m¨¢s de 2.500 a?os.
Italia vive ahora la nueva amenaza terrorista, tras los atentados contra un empresario en G¨¦nova y el instituto de Brindisi
Hace 20 a?os. El bunker de Palermo donde se celebr¨® entonces aquel famoso maxiproceso es hoy ¡ªmi¨¦rcoles 23 de mayo de 2012¡ª el escenario de un emotivo encuentro. A Palermo han acudido el presidente de la Rep¨²blica, Giorgio Napolitano, y tambi¨¦n el primer ministro Mario Monti. Alrededor de ellos, 2.600 muchachos de toda Italia que han llegado en los dos ¡°barcos de la legalidad¡±. Uno parti¨® de Civitavecchia ¡ªa 80 kil¨®metros de Roma¡ª y otro de N¨¢poles. Entre los estudiantes, pertenecientes a 250 colegios de todo el pa¨ªs, hay tambi¨¦n compa?eros de Mellisa Bassi, la joven de 16 a?os asesinada el pasado s¨¢bado frente a su instituto en Brindisi. Los chavales cantan: ¡°Un pueblo entero que no paga el pizzo (la extorsi¨®n mafiosa) es un pueblo libre¡±. El flem¨¢tico Monti se conf¨ªa ante la ministra del Interior, Anna Maria Cancellieri: ¡°Estos muchachos me han emocionado¡±. Tambi¨¦n el presidente de la Rep¨²blica deja escapar una l¨¢grima. El viejo Napolitano es un personaje muy querido en Italia, entre otras cosas porque suele hablar claro, esa rara cualidad en los pol¨ªticos. Y hoy, justo 20 a?os despu¨¦s de aquel atentado brutal, no trae buenas noticias. Les dice a los chicos y a toda la naci¨®n que, entre la situaci¨®n actual y la de 1992, existen algunas analog¨ªas preocupantes: ¡°Las graves dificultades de la pol¨ªtica, una crisis financiera aguda, un desgaste del tejido institucional que puede llegar a golpear gravemente nuestro edificio democr¨¢tico¡±. Los muchachos escuchan con respeto, tambi¨¦n cuando el presidente Napolitano advierte lo que al d¨ªa siguiente, entre la preocupaci¨®n general, recogen todos los diarios italianos en portada: ¡°No excluyo el retorno de los m¨¦todos terroristas, de las masacres¡¡±.
Italia, 20 a?os justos despu¨¦s del asesinato de Falcone, vive la nueva amenaza terrorista en medio del desconcierto. Los dos atentados m¨¢s recientes ¡ªcontra un empresario en G¨¦nova y contra el instituto de Brindisi¡ª siguen sin resolverse. La polic¨ªa no sabe si atribu¨ªrselos a un terrorismo heredero de las Brigadas Rojas, a una mafia desconocida o tal vez a un desequilibrado. En contraste con la debilidad del Estado y sus estancias oscuras, los muchachos que acudieron a Palermo lo hicieron a cuerpo gentil, sin miedo, con la foto y las palabras del juez asesinado grabadas en las camisetas y en sus canciones: ¡°Los hombres pasan, las ideas permanecen. Continuar¨¢n caminando sobre las piernas de otros hombres¡±.
Falcone y su esposa, su amigo el tambi¨¦n juez Paolo Borsellino ¡ªasesinado 57 d¨ªas despu¨¦s¡ª, sus escoltas y todos los hombres y mujeres valientes que se enfrentaron a la Mafia cuando la vida era en blanco y negro se merecen una respuesta. Pero tambi¨¦n estos muchachos de los globos blancos, verdes y rojos como la bandera italiana que atravesaron su pa¨ªs para decir fuerte y claro que est¨¢n por la legalidad y contra la Mafia. Se llame como se llame. Cosa Nostra en Sicilia, Camorra en N¨¢poles, N'drangheta en Calabria¡ o pol¨ªticos corruptos en Roma.
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