Christine Lagarde, una dama de acero y seda
La directora general del FMI sigue en pol¨ªtica una norma que aprendi¨® en su etapa de nadadora: ¡°Apretar los dientes y sonre¨ªr¡±
Cuando Christine Lagarde tom¨® posesi¨®n como la primera mujer ministra de Hacienda en una gran potencia mundial, hasta tal punto el mundo era mucho m¨¢s feliz que ahora que el principal foco de inter¨¦s para los medios de comunicaci¨®n fue su talento para la nataci¨®n sincronizada. Era la atractiva francesa que hab¨ªa ganado medallas en el equipo nacional cuando era adolescente, luego se hab¨ªa labrado una carrera que la hab¨ªa llevado a presidir una firma estadounidense de abogados en Chicago y despu¨¦s hab¨ªa vuelto a Par¨ªs, con una invitaci¨®n para ser ministra de Comercio en 2005 y, dos a?os m¨¢s tarde, responsable del Tesoro. Los periodistas se divert¨ªan mucho cuando la imaginaban boca abajo en una piscina, con barra de labios resistente al agua y una pinza en la nariz, y Lagarde les segu¨ªa la broma y dec¨ªa que el deporte le hab¨ªa ense?ado algo que era muy ¨²til en pol¨ªtica: ¡°Apretar los dientes y sonre¨ªr¡±.
Nos encontramos en las oficinas del Fondo Monetario Internacional (FMI) en Par¨ªs, un edificio modernista de hormig¨®n gris tan discreto que no tiene ni un cartel que anuncie su existencia. La directora gerente del FMI parece una de esas modelos esculturales de cabello plateado que se ven en los reportajes de moda para mujeres mayores, pero es una de las mujeres m¨¢s poderosas del mundo, en el ojo del peor hurac¨¢n que se recuerda. En los a?os anteriores a la crisis de 2008, el FMI hab¨ªa empezado a parecer, si no del todo superfluo, tampoco demasiado importante; daba la impresi¨®n de que la mayor¨ªa de las econom¨ªas mundiales progresaban bastante bien sin ¨¦l. Pero la crisis cambi¨® todo, de modo que tengo curiosidad por saber cu¨¢ndo empez¨® a pensar ella en ser candidata al puesto. En realidad, dice, no fue idea suya, sino del ministro de Hacienda brit¨¢nico, George Osborne.
Cuando estudia el balance griego y exige medidas que sabe que pueden significar que muchas mujeres no tengan acceso a una comadrona para dar a luz, que los pacientes no obtengan los medicamentos capaces de salvarles la vida y que los ancianos mueran a solas por falta de atenci¨®n, ?consigue olvidarse de todo eso y fijarse solo en las sumas?¡°No, pienso m¨¢s en los ni?os de una escuela de una aldea de N¨ªger que tienen dos horas de clase al d¨ªa, que comparten una silla entre cada tres y que est¨¢n deseosos de adquirir una educaci¨®n. Pienso en ellos todo el tiempo. Porque creo que ellos necesitan todav¨ªa m¨¢s ayuda que la gente de Atenas¡±.
¡°?En Espa?a se ven hoy grandes cambios respecto a las pol¨ªticas econ¨®micas y financieras del anterior Gobierno? No¡±
Lagarde es una seductora mezcla de acero y seda, porque es capaz de pasar sin inmutarse de este tipo de frases tan duras a la diplomacia m¨¢s sutil. Cuando se le pregunta si cree que va a ser la ¨²ltima europea al frente del FMI, responde: ¡°Conf¨ªo en no ser la ¨²ltima mujer¡±. ?Y la ¨²ltima europea? ¡°No lo s¨¦¡±. Sonr¨ªe y a?ade, en tono p¨ªcaro: ¡°Puede que dure mucho tiempo¡±.¡°Bueno, creo que, cuando se indaga a fondo qu¨¦ hace falta para ser director gerente del FMI, la capacidad de escuchar, la capacidad de comprender el punto de vista de todos los miembros, y el respeto y la tolerancia a la diversidad pol¨ªtica y la diversidad cultural son muy importantes. Quiero decir que es frecuente que se les quite importancia porque muchos dicen que hace falta ser muy buen economista. Es posible. Pero entonces yo no estar¨ªa cualificada para estar aqu¨ª. No soy una gran economista; puedo entender de lo que hablan, tengo suficiente sentido com¨²n para ello, y he estudiado algo de econom¨ªa, pero no soy una economista de primera categor¨ªa. Pero s¨ª, esa forma de tener en cuenta los intereses de la otra parte en la mesa de negociaciones, el sentido del inter¨¦s colectivo y c¨®mo puede trascender los intereses individuales de los miembros son cosas importantes¡±.No las reivindica como virtudes femeninas, pero reconoce: ¡°He criticado a muchas mujeres que se esfuerzan tanto para parecer hombres que destruyen la mitad de su sensatez y su humanidad¡±. ?Con qu¨¦ frecuencia se siente juzgada como mujer en el FMI? ¡°Oh, muchas veces. No me dir¨¢ que le sorprende, vamos¡±.
Cuando, el oto?o pasado, tuvo la temeridad de subrayar la obviedad de que los bancos de Europa estaban infracapitalizados, ¡°esa fue una ocasi¨®n en la que creo que algunos comentarios los hicieron porque soy mujer". Baja la voz para imitar un susurro malicioso: ¡°No sabe de lo que habla, qu¨¦ mujer tan tonta, deben de haberla aconsejado mal¡±.?Y qu¨¦ hace al respecto? ¡°Creo que puedes escoger entre dos opciones. O volverte resentida, quejarte todo el tiempo de ello y alegar que la gente te critica o te desautoriza porque eres mujer, o sacar ventaja de ello. No hablo de exagerar el lado femenino de las cosas, volverse seductora, desempe?ar el papel de la mujer atractiva con tacones; nunca lo he hecho y creo que mi madre se habr¨ªa horrorizado si lo hiciera, y no quiero que pase eso porque la quer¨ªa much¨ªsimo. Pero...¡±. Se calla. ?Pero qu¨¦? ¡°Los hombres no te insultan ni les es f¨¢cil decirte no cuando les explicas que necesitas m¨¢s dinero para reforzar la instituci¨®n y garantizar que pueda hacer su trabajo¡±. ?Eso significa que le resulta m¨¢s f¨¢cil pedir dinero como mujer? ¡°S¨ª¡±, responde de inmediato. ¡°S¨ª, s¨ª, sin ninguna duda¡±. ?Porque el ego masculino reacciona ante una mujer que dice que necesita m¨¢s dinero? ¡°S¨ª¡±, asiente, sonriendo. ¡°Alguna gente me dice: ¡®?C¨®mo te voy a decir que no?¡±.?Se equivocaron en Grecia y Francia al elegir a pol¨ªticos que est¨¢n en contra de la austeridad? ¡°Cuando una persona vota no se equivoca jam¨¢s, porque vota de acuerdo con su conciencia y sus convicciones y ejerce su derecho democr¨¢tico, que es, como bien sabe, perfectamente leg¨ªtimo en nuestras democracias¡±.Pero los alemanes eligieron a Hitler en 1933 y no pensamos que hicieran bien, ?no?¡°Alguien dijo en una ocasi¨®n que si la gente no est¨¢ satisfecha con su Gobierno, hay que cambiar a la gente¡±. Se r¨ªe mientras elude con habilidad la pregunta. ¡°Lo verdaderamente interesante¡±, dice en tono m¨¢s serio, ¡°es que cuando se ve un cambio de Gobierno, por ejemplo en Espa?a, ?se ven grandes cambios respecto a las pol¨ªticas econ¨®micas y financieras que llevaban a cabo sus predecesores? No¡±.
La serenidad imperturbable de Lagarde parece venirle de natural. Naci¨® en Par¨ªs en 1956, hija mayor de un profesor de universidad y una maestra. Su padre padec¨ªa una enfermedad neurol¨®gica motora y muri¨® cuando ella ten¨ªa 17 a?os. Despu¨¦s de suspender dos veces el examen de entrada en la prestigiosa Escuela Nacional de la Administraci¨®n, el selecto semillero de funcionarios franceses, se incorpor¨® al bufete estadounidense de abogados Baker & McKenzie, donde acab¨® siendo la primera mujer en presidirlo. A los treinta y pocos a?os tuvo dos hijos con su primer marido, pero despu¨¦s de eso los detalles biogr¨¢ficos son un poco vagos; volvi¨® a casarse cuando estaba en Chicago con un hombre de negocios brit¨¢nico, pero hoy vive con un hombre nacido en C¨®rcega al que conoci¨® cuando era estudiante en la Facultad de Derecho. Como suele ocurrir en Francia, eso es todo lo que conocemos de su vida privada, aparte de que es abstemia, vegetariana y una fan¨¢tica de la nataci¨®n, que solo se aloja en hoteles que tienen piscina. ¡°Es una persona desbordante¡±, dijo una vez una persona de su entorno. ¡°Yo creo que es por todo lo que nada¡±.
? Guardian News & Media 2012Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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