Las restricciones a la compra de d¨®lares elevan las protestas en Argentina
La cacerolada en Buenos Aires, los anuncios de paros de los camiones y la huelga en el sector rural desgastan al Gobierno de Cristina Fern¨¢ndez
El ruido de las cacerolas ha vuelto a o¨ªrse en Argentina, cosa que no ocurr¨ªa desde la crisis del campo en 2008. La protesta no es tan clamorosa ni multitudinaria como la de entonces, pero est¨¢ empezando a socavar la credibilidad del Gobierno en materia econ¨®mica. El detonante fueron las restricciones a la compra de d¨®lares y su salida al exterior. Mientras el Gobierno anima a confiar en el valor de la moneda nacional y a no comprar d¨®lares, en diversos medios preguntan por qu¨¦ algunos ministros, parlamentarios y hasta la propia presidenta, Cristina Fern¨¢ndez, siguen ahorrando con d¨®lares. La semana pasada, durante dos noches se produjeron caceroladas en algunos de los barrios m¨¢s adinerados de Buenos Aires. Y el jueves, unas cuatro mil personas se manifestaron con cacerolas en la plaza de Mayo a pesar de que la temperatura rondaba los cero grados cent¨ªgrados.
Algunos partidarios del Gobiernos han tachado las protestas de elitistas e insolidarias. El senador oficialista An¨ªbal Fern¨¢ndez anim¨® p¨²blicamente a los argentinos a cambiar de mentalidad y a pensar en pesos. Pero cuando le preguntaron en Radio Continental por qu¨¦ no vend¨ªa los 25.000 d¨®lares que ten¨ªa ahorrados, contest¨® que ¨¦l hac¨ªa con su dinero lo que se le antojaba y estaba en su derecho. Las protestas llevaron a la presidenta a anunciar el pasado martes su intenci¨®n de convertir en pesos los d¨®lares [estimados en tres millones] que mantiene depositados a plazo fijo desde hace a?os. Pero eso no consigui¨® aplacar el ruido de las cacerolas.
En el v¨ªdeo que circulaba por las redes llamando a la cacerolada del pasado jueves se afirmaba: ¡°Cristina: Es por los d¨®lares, pero tambi¨¦n por la inflaci¨®n, que caprichosamente no reconocen... Es por la inseguridad [primera preocupaci¨®n de los argentinos, seg¨²n diversas encuestas]¡ Es por la tragedia de Once [accidente ferroviario donde murieron 51 personas] y por el estado de los trenes. .. (¡) Es por [el vicepresidente Amado] Boudou¡ (¡) Es por una justicia independiente¡ ¡±.
En el apartado de la justicia los manifestantes se cobraron la primera victoria de sus movilizaciones. Minutos despu¨¦s de que concluyera la cerolada, el candidato del Gobierno para fiscal general, Daniel Reposo, retiraba su candidatura. La oposici¨®n lo acusaba de estar estrechamente vinculado al vicepresidente Boudou, acusado de enriquecimiento il¨ªcito y tr¨¢fico de influencias, de ineptitud para el cargo y de mentir en su curr¨ªculo. En realidad, Reposo declin¨® su postulaci¨®n porque despu¨¦s de haberse presentado el pasado martes al Senado para defender su candidatura, sus respuestas fueron tan poco convincentes que muchos senadores estaban dispuestos a votar en contra. Con su renuncia, Reposo evit¨® al Gobierno de Cristina Fern¨¢ndez su primera derrota parlamentaria.
Pero ¨¦se no es el ¨²nico mal trago que atraviesa el Gobierno estos d¨ªas. El l¨ªder sindical peronista Hugo Moyano, que lleva meses distanciado de Cristina Fern¨¢ndez, reclama un 30% de subida en los salarios y ha anunciado paros sorpresivos para la pr¨®xima semana. En teor¨ªa, no tienen nada que ver los intereses de los camioneros y los de quienes reclaman que les dejen comprar d¨®lares. Pero hay algo que les une. Y es que ninguno de ellos cree al Gobierno cuando afirma que la inflaci¨®n es inferior al 10%. Los camioneros la estiman por encima del 25%. Y muchos de los que invierten en d¨®lares piensan que el peso est¨¢ muy por encima de su valor real, que tarde o temprano se devaluar¨¢ y la ¨²nica forma de evitar el descalabro es comprar d¨®lares.
A todo lo anterior se sum¨® el pasado martes un paro nacional de una semana convocado en el sector del campo por la Mesa de Enlace Agropecuaria, a ra¨ªz de una subida de impuestos decretada en la provincia de Buenos Aires. Ni esta huelga en el campo, ni las caceroladas en los barrios acomodados de Buenos Aires, ni las amenazas de paro del sindicalista Hugo Moyano pueden equipararse, de momento, a la crisis del campo que se vivi¨® en Argentina en 2008. Pero son las mayores protestas que afronta Cristina Fern¨¢ndez desde que gan¨® las presidenciales hace ocho meses con un hist¨®rico 54% de los votos. Y no llevan visos de amainar.
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