¡°El fondo de rescate debe comprar bonos¡±
El primer ministro italiano concede una entrevista con los corresponsales en Roma de Le Monde, The Guardian, S¨¹ddeutsche Zeitung, Gazeta Wyborcza y EL PA?S
Dec¨ªa el escritor mexicano Carlos Monsiv¨¢is que para las siete de la ma?ana ya hay que tener le¨ªdos los peri¨®dicos y la poes¨ªa. Mario Monti (Varese, 1943) tambi¨¦n es del club de los madrugadores. A las ocho de la ma?ana del jueves ¡ªsolo unas horas despu¨¦s de volver de la reuni¨®n del G-20 celebrada en Los Cabos¡ª, el primer ministro italiano ordena las decenas de carpetas que se amontonan en su despacho del Palacio Chigi. Se enfrenta a la entrevista con recortes de la prensa del d¨ªa y fotocopias de unos datos econ¨®micos que, pese a los duros ajustes, siguen sin rimar. Monti es enemigo de las declaraciones altisonantes ¡ªsu antecesor ten¨ªa el monopolio¡ª, pero a pesar de su tono pausado, salpicado de iron¨ªa, suelta de vez en cuando cargas de profundidad, como su mensaje a un hipot¨¦tico jubilado alem¨¢n: ¡°Querido se?or M¨¹ller, antes de todo, rel¨¢jate, te han convencido de que t¨² est¨¢s manteniendo el excesivo nivel de vida de los italianos. Mira, no es as¨ª¡¡±. El profesor sigue empe?ado en que, si a¨²n hay salvaci¨®n, se llama Europa, m¨¢s Europa. Lo que viene a continuaci¨®n es un extracto de la conversaci¨®n mantenida con los corresponsales en Roma de Le Monde, The Guardian, S¨¹ddeutsche Zeitung, Gazeta Wyborcza y EL PA?S. Hace de introductor Mario Calabresi, director de La Stampa.
P. ?Qu¨¦ espera usted de la cumbre a cuatro? ?Es una etapa hacia una creciente integraci¨®n de toda la uni¨®n o m¨¢s bien un intento de formar un n¨²cleo duro, coordinar una pol¨ªtica com¨²n por parte de los gobiernos de las cuatro econom¨ªas m¨¢s grandes de la zona euro?
R. ?rase una vez, como se dir¨ªa en un cuento, Francia y Alemania¡ El acuerdo entre ellos es una condici¨®n necesaria para los progresos de la UE y, sin embargo, cada vez es menos una condici¨®n suficiente. Italia, desde hace tiempo, habr¨ªa tenido que ser considerada, tanto por Francia como por Alemania, tan relevante como ellos. Digo casi porque la armon¨ªa de esta pareja es un inter¨¦s vital para toda Europa, como la historia nos ha ense?ado. En los ¨²ltimos a?os, Italia no era convocada a co-influir en el proceso, como los otros dos. Sin embargo, la Francia del presidente Sarkozy y la Alemania de la canciller Merkel se abrieron al actual gobierno italiano, de ah¨ª que se eligiera a Roma como la sede de una cumbre a tres. M¨¢s tarde ¡ªvisto el inter¨¦s del Gobierno espa?ol en participar¡ª acogimos de buena gana la petici¨®n. Hubo otros pa¨ªses interesados en participar, pero pensamos que extender m¨¢s el c¨ªrculo generar¨ªa equ¨ªvocos.
P. Seg¨²n usted, cu¨¢l podr¨ªa ser considerado el objetivo m¨ªnimo e irrenunciable para la cumbre de Bruselas.
R. De forma indispensable, hacen falta dos cosas. En primer lugar, una perspectiva a medio plazo para reforzar la integraci¨®n, de modo que todos los europeos sepan hacia d¨®nde van y que los mercados puedan convencerse de la voluntad ¡ªapoyada en medidas concretas¡ª de hacer de la moneda ¨²nica algo indisoluble e irrevocable. Pero no bastar¨¢. La otra cosa necesaria es un conjunto de medidas realizables en la situaci¨®n actual de los tratados y de las instituciones. Medidas m¨¢s eficaces para dar estabilidad financiera a la eurozona. Y esto pasa por una uni¨®n bancaria m¨¢s plena, con avances en la vigilancia, en la supervisi¨®n integrada y, si es posible, unitaria. Pasa por la garant¨ªa sobre los dep¨®sitos. Pasa por nuevos mecanismos que pueden ayudar a los pa¨ªses que asumieron en serio los compromisos, que los realizaron y que, pese a ello, siguen sufriendo a¨²n una cierta inercia y recelo. Est¨¢n tardando mucho tiempo en obtener de los mercados un reconocimiento adecuado. Y, naturalmente, hay que tener muy en cuenta a los mercados, aunque no son un modelo de perfecci¨®n: hemos visto que durmieron durante ocho o nueve a?os despu¨¦s de la entrada en el euro y que sus tasas de inter¨¦s permitieron dormir a los gobernantes. Ahora, en cambio, estamos en una situaci¨®n de vela aguda, de insomnio, de convulsi¨®n y, as¨ª como entonces el mercado obstaculizaba la adopci¨®n de medidas buenas porque daba la impresi¨®n de que no eran necesarias, hoy de nuevo el mercado acaba por desarmar las buenas decisiones. A distintos pa¨ªses les cuesta cada vez m¨¢s explicar a la opini¨®n p¨²blica las pol¨ªticas justas que tienen que seguir desarrollando. Por tanto, podr¨ªa ser oportuno encontrar un instrumento, un pasaje, un tobog¨¢n hacia un mercado m¨¢s ordenado y sostenible en t¨¦rminos de tasas de inter¨¦s.
P. ?Cu¨¢l es su posici¨®n sobre el rescate a la banca espa?ola? ?Es usted partidario de que el fondo de rescate pueda comprar directamente deuda?
R. Estoy muy de acuerdo con esta medida. Los problemas del sistema bancario en muchos pa¨ªses est¨¢n inextricablemente vinculados a los de la deuda soberana. El apoyo que Europa puede proporcionar a estos sistemas bancarios se ha hecho a trav¨¦s del cuerpo del Estado ¡ªquiere sostener a los bancos pero de paso complica la posici¨®n del Estado¡ª porque a menudo los bancos tienen muchos t¨ªtulos de Estado y esta es una espiral no agradable¡ El instrumento actual hace que, disparando, se maten dos palomas, mientras solo se quer¨ªa matar a una. Tanto m¨¢s que los dos p¨¢jaros est¨¢n vinculados por una estrecha simpat¨ªa y por afinidades y v¨ªnculos financieros y contables y por tanto har¨ªa falta que uno de los dos se quedara en pie para ayudar a sostener al otro. No que cayeran los dos.
P. ?Por qu¨¦ est¨¢ usted tan convencido de que Italia no necesita ayuda como Espa?a?
R. Hay pa¨ªses y pueblos en Europa que por alguna raz¨®n est¨¢n convencidos de ser siempre los que pagan al resto de Europa. Italia estuvo entre los pa¨ªses que lucharon para que los cortafuegos estuvieran bien equipados y capaces de actuar en caso de necesidad: esto a lo mejor fue interpretado por un deseo italiano de ser financiados. Nosotros siempre hemos precisado que no es as¨ª. En Cannes mi predecesor, el presidente Berlusconi, fue presionado para que aceptase un programa de protecci¨®n. As¨ª como a m¨ª me hab¨ªan llegado recomendaciones al m¨¢s alto nivel de no arriesgar demasiado y poner a Italia bajo tutela. Miremos el fondo salva estado, el EFSF: si alguien en el norte de Europa piensa que Italia ha recibido apoyos, no es as¨ª en absoluto. Porcentualmente, Alemania cubre el 29,1%, Francia el 21,8%, Italia, el 19,2% y Espa?a el 12,7%. Italia hasta ahora no ha pedido pr¨¦stamos, concedi¨® muchos y cada d¨ªa que pasa, de hecho, est¨¢ apoyando a otros con las altas tasas de inter¨¦s que paga en el mercado. En el futuro Italia no va a necesitar ayudas y si tuviera que hacerlo significa que hay algo equivocado en el sistema. No va a pedirlo porque este a?o, seg¨²n las previsiones de primavera de la comisi¨®n europea, Italia tuvo un d¨¦ficit p¨²blico que es el 2% del PIB, mientras el conjunto de la Uni¨®n tuvo el 3,6%, la zona euro el 3,2%, Holanda el 4,4%, Francia el 4,5% y Alemania solo el 0,9%. Y adem¨¢s Italia tendr¨¢ en 2013 un super¨¢vit en t¨¦rminos estructurales del 0,6% y ser¨¢ uno de los primeros pa¨ªses en tenerlo. Hay algo imperfecto en la zona euro si un pa¨ªs que est¨¢ haciendo esfuerzos enormes tiene todav¨ªa las tasas de inter¨¦s tan altas.
P. Si tuviera 10 minutos para convencer a un hipot¨¦tico se?or M¨¹ller en Alemania de la sinceridad de los esfuerzos de Italia, ?qu¨¦ le dir¨ªa?
Hay pa¨ªses y pueblos en Europa
R. Le dir¨ªa, querido se?or M¨¹ller, antes de todo, rel¨¢jate, porque te has convencido o te han convencido de que t¨² est¨¢s manteniendo el excesivo nivel de vida de los italianos. Mira, no es as¨ª porque no hubo financiaci¨®n a Italia y adem¨¢s los alemanes est¨¢is sacando ventajas por el hecho de que Alemania consigue financiarse con tasas muy bajas como resultado de las altas tasas que est¨¢n pagando los dem¨¢s. Y le dir¨ªa: querido se?or Muller, conv¨¦ncete de lo que desde hace alg¨²n tiempo est¨¢ diciendo la canciller de tu pa¨ªs: Alemania saca grandes ventajas ¡ªcomo todos los pa¨ªses¡ª de la integraci¨®n europea. Es verdad que siendo la econom¨ªa m¨¢s grande paga un poco m¨¢s que los otros en t¨¦rminos de presupuesto de la Uni¨®n Europea, que de todos modos es el 1% de toda la econom¨ªa europea. Pero f¨ªjate que el gran ¨¦xito de la econom¨ªa de Alemania ¡ªque de por s¨ª funcionan tan bien porque vosotros los alemanes sois muy buenos como trabajadores y ahorradores y adem¨¢s sol¨¦is estar bien gobernados¡ª tiene que ver con haber estado en los ¨²ltimos 50 a?os en el coraz¨®n de un gran mercado ¨²nico. Y con otra ventaja a?adida: desde hace 10 o 12 a?os est¨¢ en el centro de una zona de estabilidad monetaria, mientras antes ten¨ªas las devaluaciones competitivas que os penalizaban. Tambi¨¦n los italianos hemos tenido muchas ventajas de estar asociados con ustedes; porque paso a paso hemos asumido vuestra cultura de la estabilidad.
P. ?Qu¨¦ cambia en Europa con la entrada en escena del presidente franc¨¦s Fran?ois Hollande? ?Cree que su plan de crecimiento de 120.000 millones ser¨¢ suficiente para cambiar de p¨¢gina?
R. Me anima mucho ver al presidente Hollande entrando como protagonista en la escena europea. Comparto la presi¨®n que est¨¢ haciendo para que Europa adopte medidas m¨¢s eficaces para el crecimiento, me anima el hecho de que, respecto a las posiciones mantenidas en la campa?a electoral, no tenga intenci¨®n de?se passer de la disciplina en el presupuesto. Y me anima tambi¨¦n el hecho de que veo en ¨¦l, espero no equivocarme, una Francia m¨¢s dispuesta que en el pasado a aceptar ciertos avances en la integraci¨®n europea. Y si hubiera, pero creo que no habr¨¢, algunas dificultades de entendimiento entre el presidente Hollande y la canciller Merkel las posiciones del Gobierno italiano pueden ayudar a la plena armon¨ªa entre estos dos motores que por s¨ª solo no bastan, pero que, si uno de los dos se traba o no se sincronizan, Europa tiene grandes problemas.
P. Las pol¨ªticas de rigor, en los distintos pa¨ªses, tienen un fuerte impacto social. ?Como es posible llevarlas adelante y al mismo tiempo evitar actitudes antieuropeas, radicales¡?
R. Efectivamente, existe una gran incomodidad social en todos los pa¨ªses y esto de por s¨ª es un hecho negativo. Los pueblos tienden a atribuir a la integraci¨®n europea mucha parte de este malhumor. Tambi¨¦n porque muchos gobernantes no encuentran nada mejor que decir: s¨ª s¨ª, es culpa de Bruselas o del euro¡.
P. Usted dijo que hay 10 d¨ªas para salvar el euro. ?En qu¨¦ sentido? Si la cumbre de Bruselas no diese resultados, ?que podr¨ªa suceder exactamente? ?Cual ser¨ªa el escenario de sus pesadillas?
R. No s¨¦ exactamente c¨®mo va a desarrollarse la situaci¨®n. No lo sabe nadie en el mundo, aunque muchos digan saberlo. Pero se producir¨ªan ataques especulativos cada vez m¨¢s grandes en contra de cada pa¨ªs, encarniz¨¢ndose contra los m¨¢s d¨¦biles ¡ªlos que no se encuentren todav¨ªa en l¨ªnea con los par¨¢metros europeos¡ª, pero tambi¨¦n contra los pa¨ªses ya no tan d¨¦biles: los que estando ya en l¨ªnea con los par¨¢metros arrastren una gran deuda del pasado, como es el caso de Italia. Gran parte de Europa se ver¨ªa obligada a seguir soportando tasas de inter¨¦s muy altas que pesar¨ªan indirectamente sobre las empresas¡ Todo esto es justo lo contrario de lo que se necesita para el crecimiento. La frustraci¨®n de los ciudadanos hacia Europa aumentar¨ªa y se agrandar¨ªa la paradoja siguiente: para salir de bien de la crisis de la zona euro y de la econom¨ªa europea hay cada vez m¨¢s necesidad de integraci¨®n, pero si el consejo europeo no ayuda r¨¢pido los problemas de la eurozona, la voluntad de la opini¨®n p¨²blica, de los gobiernos y de los parlamentos se volver¨ªa en contra de aquella mayor integraci¨®n que, en cambio, es necesaria. Un riesgo que veo incluso en el parlamento italiano, que tradicionalmente siempre fue europe¨ªsta y ya no lo es. Esta es la raz¨®n por la cual, desde un punto financiero, econ¨®mico y pol¨ªtico se trata de decisiones muy muy importantes. Pero a veces Europa parece inspirar sus acciones en un principio que podr¨ªamos definir como ¡°elogio de la lentitud¡±, un principio que deber¨ªamos arrinconar.
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