Cr¨ªmenes masivos, justicia imposible
En pa¨ªses donde los cr¨ªmenes son masivos ¡ªBosnia, Guatemala, Irak, Argentina, Espa?a (con m¨¢s de 100.000 desaparecidos)¡ª es imposible alcanzar la justicia universal
El testimonio de Elvedin Pasic sigue fresco 20 a?os despu¨¦s de la matanza de Grabovica, al norte de Bosnia, ocurrida en noviembre de 1992. Cada palabra sigue pre?ada de emoci¨®n y duelo. Fueron pronunciadas ante el impasible general serbobosnio Ratko Mladic, a quien se atribuyen cr¨ªmenes de guerra, cr¨ªmenes contra la humanidad y genocidio entre 1992 y finales de 1995. Pasic narr¨® en el Tribunal Penal para la antigua Yugoslavia (TPIY), con sede en La Haya, la limpieza ¨¦tnica de su aldea; c¨®mo soldados al mando de Mladic expulsaron a los musulmanes de sus casas, les obligaron a caminar por campos minados y los mataron. Solo en esa zona hubo 150 muertos.
En el este de Bosnia, en Srebrenica, un nombre asociado a la muerte de cerca de 8.000 varones musulmanes en la segunda semana de julio de 1995, se conmemora estos d¨ªas el aniversario con el enterramiento de los nuevos cuerpos identificados. Han pasado 17 a?os. Quedan miles de restos en espera de nombre y apellido guardados en bolsas de pl¨¢stico en Visoko. Un muerto no enterrado es un desaparecido, un muerto sin duelo, una esperanza para sus familiares que a¨²n le imaginan vivo.
En pa¨ªses donde los cr¨ªmenes son masivos ¡ªBosnia, Guatemala, Irak, Argentina, Espa?a (con m¨¢s de 100.000 desaparecidos)¡ª es imposible alcanzar la justicia universal. No pueden dictarse sentencias para cada asesino, cada violador.
El juez espa?ol Jos¨¦ Ricardo de Prada, que fue magistrado en el Tribunal de Derechos Humanos de Sarajevo, calcul¨® en 10.000 los criminales de guerra en Bosnia. ¡°Es necesario lograr una cantidad suficiente de justicia para que las v¨ªctimas, el conjunto de la sociedad, tenga la sensaci¨®n de que se ha hecho justicia¡±. Esto se logra al sentar a los principales cabecillas en el banquillo, a los que parec¨ªan impunes e inmunes. Por eso son tan importantes Mladic y su jefe pol¨ªtico, Radovan Karadzic.
El colombiano Carlos Valenzuela, experto de Naciones Unidas en celebrar elecciones en pa¨ªses que salen de una guerra civil ¡ªCamboya, Timor Leste, Irak, Sierra Leona¡ª, no es jurista. Pero su trabajo es similar al de los jueces del TPIY: la credibilidad en el sistema; organizar unas elecciones suficientemente limpias para que el resultado resulte cre¨ªble, aceptable, m¨¢s o menos justo, que represente la mayor cantidad posible de la voluntad del pueblo. Un coronel del Ej¨¦rcito de EE UU con mando en la entones (2008) vol¨¢til regi¨®n de Diyala (Irak) asegur¨® a este periodista: ¡°En la guerra moderna son m¨¢s importantes las percepciones que las armas. Si la gente percibe que hay m¨¢s seguridad se genera m¨¢s seguridad autom¨¢ticamente¡±.
Esa misma guerra de percepciones que se pierde en Afganist¨¢n se est¨¢ ganando en La Haya. El problema de Bosnia no es solo de justicia, que lo sigue siendo en cada caso individual olvidado, sino de estructura pol¨ªtica, de futuro. Los mismos pa¨ªses que animan el tribunal que juzga a Mladic pactaron con los jefes pol¨ªticos de los asesinos ¡ªSlobodan Milosevic y el croata Franjo Tudjman¡ª un pa¨ªs Frankenstein, dejado en manos de los nacionalistas que fabricaron la guerra, preso de unos Acuerdos de Dayton que entregaron Srebrenica a los asesinos y Foca a los violadores. El pecado original est¨¢ en Occidente. En t¨¦rminos jur¨ªdicos se llama complicidad.
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