Arte Nacional
?Hay un arte nacional catal¨¢n? Es una pregunta que mucha gente, catalanes incluidos, jam¨¢s se habr¨¢ planteado ni le importa. Yo no lo s¨¦. S¨ª s¨¦ que el arte hecho por catalanes que m¨¢s me interesa es sobre todo, si no exclusivamente, internacional. Nacional y arte son t¨¦rminos que casan en determinados per¨ªodos de la historia y en concretos territorios, aunque usualmente no suelen hacerlo por muy buenas razones. Pero tanto da, puesto que si nos entretenemos en descifrar el nombre cr¨ªptico e impronunciable de uno de los mejores y m¨¢s recomendables museos de Barcelona, deberemos concluir que s¨ª existe el arte nacional catal¨¢n.
En efecto, en la falda de la monta?a de Montju?c, instalado dentro de una horrenda construcci¨®n que responde al nombre de Palacio Nacional, se encuentra el MNAC, que alberga, entre muchas cosas interesantes, una colecci¨®n maravillosa y ¨²nica, que justifica por s¨ª sola una visita al museo y a la ciudad, como son los frescos del rom¨¢nico del Pirineo, catal¨¢n por supuesto. Las siglas responden al largo y trabajoso nombre de Museu Nacional d?Art de Catalunya.
Los dos motores de este invento fueron el ayuntamiento socialista barcelon¨¦s y la Generalitat convergente, que se asociaron desde el primer d¨ªa en una sociovergencia hecha de tensiones y acuerdos: el fallecido y ahora santificado Antoni T¨¤pies ide¨® un calcet¨ªn gigante y agujereado que deb¨ªa colgar de la sala monumental del museo pero fue vetado por los instintos conservadores y antisocialistas predominantes en las filas nacionalistas. Pero entre los acuerdos figura el nombre: Nacional. A nadie le molesta, y al contrario, a todo el mundo le parece bien. Incluso a los esc¨¦pticos en materia de arte nacional catal¨¢n.
Un poeta e intelectual convergente, Carles Duarte, que preside el CONCA, otra sigla inextricable, con su correspondiente N, que quiere decir Consell Nacional de la Cultura i de les Arts, ha contado las razones de peso para tanta N: "Las tendencias (sic, ?quer¨ªa decir sentencias?) del Tribunal Constitucional -ha dicho al diari Ara- invitan a poner (nacional), porque lo cuestionan y te despiertan las ganas de decirlo alto y fuerte".
Todo esto viene a cuento de que el director del MNAC, Pepe Serra, quiz¨¢s olvidando toda esta extra?a peripecia sem¨¢ntica, ha tenido la ocurrencia de plantearse en voz alta si este museo maravilloso no deber¨ªa acogerse al prestigio de la marca Barcelona y a la venta de su mejor producto, los frescos rom¨¢nicos, para conseguir mayor impacto internacional y mayor atenci¨®n del p¨²blico. Sin darse cuenta de que el arte rom¨¢nico compite y en cierta forma interroga a la N de nacional y Barcelona hace lo propio con la C de Catalu?a.
Eso sucede, adem¨¢s, en un momento en que nuestras marcas internacionales sufren por efecto de la crisis, la insolvencia, la degradaci¨®n de la deuda y los rescates europeos, con una ¨²nica y especial salvedad consoladora: Barcelona. La capital catalana es una excepci¨®n en el paisaje de sufrimiento que vivimos: prestigio internacional, ¨¦xito tur¨ªstico, niveles bajos de endeudamiento, buena solvencia e incluso inyecciones de liquidez municipal a las arcas del gobierno catal¨¢n. Catalu?a y Espa?a son marcas a la baja, mientras Barcelona sigue subiendo y triunfando.
No importa. La pol¨¦mica ha quedado r¨¢pidamente zanjada desde el gobierno catal¨¢n: nadie tocar¨¢ esas siglas. Desde el CONCA se ha procurado, sin embargo, no desautorizar al director del MNAC: Duarte considera que aporta ¡°dinamismo, capacidad y experiencia¡± y que su propuesta no debe ser banalizada. Algo se deduce de esta tormenta en el vaso de agua, o en el tarro de las esencias. Pepe Serra ha hecho una muy oportuna observaci¨®n sobre la realidad catalana y barcelonesa desde la dimensi¨®n global y compleja del mundo en que vivimos, un lugar donde el anciano y casposo matrimonio entre el arte y las naciones est¨¢ m¨¢s bien de capa ca¨ªda. Quiz¨¢s su idea no avance ahora, pero ha puesto el dedo en la llaga. Ya avanzar¨¢ alg¨²n d¨ªa. Barcelona es un valor s¨®lido y en alza, y el resto, en cambio, no es m¨¢s que ideolog¨ªa.
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