El modelo yemen¨ª no sirve en Siria
Yem¨¦n est¨¢ m¨¢s cerca de un Estado fallido que de uno democr¨¢tico La oposici¨®n siria est¨¢ todav¨ªa hoy marcada por la fragmentaci¨®n
Dieciocho meses despu¨¦s del estallido sirio parece imponerse un comportamiento generalizado que se limita, por un lado, a contabilizar los muertos en un frente de batalla que se ampl¨ªa progresivamente hacia L¨ªbano e Irak y, por otro, a testificar la falta de voluntad de la comunidad internacional para actuar m¨¢s contundentemente y la incapacidad de la oposici¨®n para imponerse a un r¨¦gimen empe?ado en resistir a toda costa. Mientras tanto, son muchos los que prefieren autosugestionarse con la idea de que Bachar el Asad tiene sus d¨ªas contados a la espera de un colapso interno que no llega.
Ante la falta de opciones m¨¢s claras, y al margen de las necesidades y expectativas de la poblaci¨®n siria levantada contra el dictador, en algunos c¨ªrculos diplom¨¢ticos (incluyendo a Washington) comienza a abrirse paso la idea de que la salida del t¨²nel pasa por la aplicaci¨®n del modelo yemen¨ª. De partida, ese planteamiento presupone que el ejemplo de Yemen es exitoso y que existen similitudes suficientes entre ambos pa¨ªses que hacen factible el ensayo. Pero la realidad nos muestra de inmediato que ninguna de las dos hip¨®tesis se sostiene. Para empezar, Yemen est¨¢ hoy m¨¢s cerca de convertirse en un Estado fallido que en uno democr¨¢tico. Bajo el liderazgo formal de Mansour Hadi, estrecho colaborador del depuesto Ali Abdal¨¢ Saleh, el pa¨ªs no ha logrado mejorar su seguridad con focos de conflicto alimentados por los secesionistas del Sur, los rebeldes hut¨ªs del Norte y la franquicia local de Al Qaeda. Tampoco el nuevo r¨¦gimen ha conseguido mejorar el bienestar de sus 24 millones de habitantes. ?Aceptar¨¢n los opositores a El Asad la designaci¨®n de un hombre del r¨¦gimen para sucederle transitoriamente ¡ªel general Manaf Tlass, por ejemplo¡ª mientras se le garantiza la inmunidad absoluta?
Tras la fachada de Hadi, Saleh conserva una enorme influencia en la escena pol¨ªtica y econ¨®mica yemen¨ª. No solo dispone de un despacho en la capital y retiene la presidencia del principal partido gubernamental, el Consejo General Popular, sino que los jefes de las m¨¢s importantes instancias de poder nacional siguen hoy en manos de sus familiares. ?Es imaginable o deseable lo mismo para El Asad? Es decir, que ?al igual que el hijo de Saleh ostenta la jefatura de la Guardia Republicana en San¨¢, el belicista Maher el Asad haga lo mismo en Siria?
En el caso yemen¨ª se pudo firmar el acuerdo perge?ado por Arabia Saud¨ª, con aprobaci¨®n estadounidense, porque hab¨ªa un claro representante del bando opositor, el general Ali Mohsen. Pero ese no es el caso en el seno de una oposici¨®n siria que se caracteriza todav¨ªa hoy por la fragmentaci¨®n y el creciente peso de unos Hermanos Musulmanes que no acaban de contar con la confianza internacional. Si a eso se suma el hecho de que el resto de las minor¨ªas del pa¨ªs a¨²n no ha tomado abiertamente partido contra un r¨¦gimen que ven como un mal menor frente a la posible dominaci¨®n sun¨ª, podemos entender que no resultar¨¢ nada f¨¢cil conjugar los diversos intereses de tantos actores (no solo dos, como las confederaciones tribales Hashid y Bakil que dominan la vida yemen¨ª).
En Yemen se suceden hoy las manifestaciones, protagonizadas por una juventud que sigue oponi¨¦ndose al acuerdo alcanzado en noviembre pasado; as¨ª como los episodios violentos entre aspirantes al poder, como el vivido este mismo mes tras el intento fallido de Hadi de defenestrar a los principales mandos militares afines a Saleh. Las reglas del juego pol¨ªtico discriminan en ambos pa¨ªses a los d¨¦biles sectores prodemocr¨¢ticos y es f¨¢cil suponer que en Siria tambi¨¦n estos quedar¨ªan excluidos de un posible di¨¢logo nacional, am¨¦n de que ellos mismos pudieran decidir no sumarse a una farsa que imaginar¨ªan fiel a los m¨¢s rancios postulados lampedusianos.
Insistir en la idea de la r¨¦plica yemen¨ª para Siria solo se explica en clave de la m¨¢s cruda realpolitik. Quienes la defienden no est¨¢n pensando en promover el surgimiento de un Estado de derecho que atienda al bienestar y seguridad de la ciudadan¨ªa. Por el contrario, en cumplimiento de los dictados de un proceso de securitizaci¨®n de las relaciones internacionales que nos retrotrae a la guerra fr¨ªa, lo que alienta su empe?o es lograr la estabilidad, tambi¨¦n a toda costa, para poder contar con un interlocutor m¨¢s presentable, que asegure el control de los arsenales qu¨ªmicos y biol¨®gicos y evitar un efecto domin¨® que exporte violencia e inseguridad a la regi¨®n (con Israel como principal interesado).
Si este enfoque termina por aplicarse, la democracia, los derechos humanos y tantas otras demandas tendr¨¢n que quedar, como en Yemen, aparcadas sine die.
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Jes¨²s A. N¨²?ez Villaverde es codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acci¨®n Humanitaria (IECAH).
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