El motor de EE UU remonta el vuelo
Detroit representa la recuperaci¨®n de la econom¨ªa en un Estado, Michigan, clave para los comicios de noviembre
El lema oficial de Detroit, speramus meliora; resurget cineribus (¡°esperamos mejoras; renacer¨¢ de sus cenizas¡±), por fin se cumple. Esta ciudad, que ha encarnado como ninguna el declive de la industria del autom¨®vil de Estados Unidos, vive ahora el inicio de una primavera. Antes, hab¨ªa fondo. El paro real lleg¨® al 50% en 2009. En los ¨²ltimos 20 a?os perdi¨® 310.000 habitantes, y se qued¨® con solo 700.000. Ahora, sin embargo, se ven nuevas v¨ªas de regreso a la ciudad, que algunos pioneros recorren para revitalizarla del mismo modo que se revitaliza la econom¨ªa del pa¨ªs.
Detroit representa, de una forma extrema, la recuperaci¨®n de la econom¨ªa nacional. El Gobierno revel¨® el viernes que el desempleo ha descendido al 7,8%, el mismo nivel que en enero de 2009, cuando Barack Obama tom¨® posesi¨®n de su cargo. Pocos meses despu¨¦s, en septiembre de 2009, este Estado, Michigan, alcanz¨® un m¨¢ximo hist¨®rico: el 14,2%. Ahora esa cifra se ha reducido notablemente, hasta el 9,4%. En eso mucho ha tenido que ver el plan de est¨ªmulo econ¨®mico del presidente, y el rescate de las automotrices con sede en la ciudad, un plan que previsiblemente ayudar¨¢ a Obama a cosechar votos en las elecciones del 6 de noviembre en este Estado que suele ser decisivo en el recuento electoral.
Finalmente, Detroit ha logrado convertir lo que parec¨ªa un ¨²ltimo aliento en una bocanada de aire fresco. Hoy es una ciudad de pioneros y magnates. Los magnates se quedaron, para comprar los edificios que nadie quer¨ªa, aguardando un renacimiento urbano. Los pioneros llegan ahora, j¨®venes idealistas que hacen historia y traen consigo un nuevo e incipiente mercado de trabajo.
En 2010 el multimillonario Dan Gilbert traslad¨® a los 1.700 empleados de su compa?¨ªa, la hipotecaria Quicken Loans, de las ciudades de las afueras al depauperado centro. Luego adquiri¨® edificios, que renov¨® integralmente. Invirti¨® 12 millones de d¨®lares en el teatro Madison, de 1917, que estuvo abandonado durante 17 a?os. Ahora est¨¢ ocupado al 100% y aspira ser la sede de una revoluci¨®n tecnol¨®gica.
¡°En los dos ¨²ltimos a?os ha habido un movimiento laboral de otras localidades a Detroit¡±, explica Jake Cohen, de 30 a?os, vicepresidente de la empresa de inversiones en Internet Detroit Venture Partners, radicada en ese edificio. ¡°La raz¨®n es muy simple. La gente joven quiere vivir en la ciudad. Y eso a esta generaci¨®n le da la oportunidad de participar en la reconstrucci¨®n de Detroit. Todo, ahora mismo, en Detroit, se siente como un nuevo inicio, lleno de gente de esp¨ªritu emprendedor¡±.
Ese mismo esp¨ªritu ha llevado a algunas entidades sin ¨¢nimo de lucro a comprar edificios y remodelarlos para ofrecer vivienda asequible. La compa?¨ªa Southwest Solutions ha rehecho 22 edificios y ha puesto en el mercado 400 viviendas con un alquiler medio de 450 d¨®lares en el suroeste de la ciudad. Recientemente, ha convertido un antiguo cuartel de polic¨ªa en un espacio para los artistas de un colectivo llamado 555.
¡°Como artista siempre me atrajo la descomposici¨®n, y cuando llegu¨¦ a Detroit vi mucho de eso¡±, explica Jacobo Montelongo Mart¨ªnez, de 49 a?os, uno de esos creadores. ¡°Pero uno se queda por otros motivos, entre ellos lo barato que es el nivel de vida¡±. A Montelongo Mart¨ªnez le vendieron su casa por un d¨®lar, una familia que se march¨®. Hubo un incendio en el s¨®tano. La zona no era de las m¨¢s seguras. Y se fueron.
El problema, la mancha en esta incipiente recuperaci¨®n, es la inseguridad ciudadana. ¡°Sin duda, la capacidad de recursos de las autoridades locales es el principal problema en la recuperaci¨®n urbana de la ciudad¡±, explica Timothy Thorland, de 45 a?os y director ejecutivo de Southwest Solutions. ¡°Es un problema de gesti¨®n municipal. La raz¨®n es que no hay suficientes recursos en la administraci¨®n local para garantizar la seguridad de los ciudadanos¡±. Aun as¨ª, ha habido cambios, impulsados por los ciudadanos.
En el ¨¢rea hispana conocida como Mexicantown un barcelon¨¦s se ha encargado de cambiarle la cara a una esquina. ¡°Y era probablemente la peor esquina del barrio¡±, explica Jordi Carbonell, de 36 a?os, en su establecimiento, Caf¨¦ con leche. Este local podr¨ªa hallarse en cualquier calle neoyorquina. ¡°Estamos revitalizando esta zona, y a trav¨¦s de ella, la ciudad. Se va recuperando casa a casa, edificio a edificio. Desde que abrimos aqu¨ª en 2008 he visto un gran cambio¡±, explica.
Un cambio, y grande, ha vivido tambi¨¦n la zona conocida como Midtown, al norte del centro empresarial. Es un nuevo oasis. En 2009 el departamento de polic¨ªa de la Universidad Estatal Wayne recibi¨® permiso para operar m¨¢s all¨¢ del per¨ªmetro estricto de su campus, lo que redujo notablemente la criminalidad. Hoy es la zona que lidera el regreso de residentes de las afueras a la ciudad.
¡°Hemos visto un incremento de tiendas y servicios que aumentan la oferta en la zona, con nuevas galer¨ªas de arte, tiendas de bicicletas, un hotel para perros, establecimientos de muebles, cafeter¨ªas y otros negocios¡±, explica Susan Mosey, presidenta de la organizaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro Midtown Detroit, Inc. ¡°Y no solo eso. A Midtown llegar¨¢ dentro de poco un supermercado Whole Foods, una selecta cadena que ofrece productos org¨¢nicos¡±. La apertura de un supermercado no parece una gran gesta. Pero lo es. Durante d¨¦cadas no ha habido ni uno solo en los l¨ªmites de una ciudad de 370 kil¨®metros cuadrados.
En esta ciudad empe?ada en luchar se halla a¨²n vac¨ªa la armaz¨®n de la Estaci¨®n Central de Michigan, erigida en 1912. Ha sido durante muchos a?os el s¨ªmbolo del Detroit decr¨¦pito, cubierta de pintadas, sus ventanas como tumbas, el trasfondo de una pel¨ªcula de terror. Este mes se ha vuelto a iluminar. A su alrededor, los terrenos han sido remozados. Pronto se cambiar¨¢ el techo. Falta mucho trabajo, pero el edificio, adquirido en 1996 por el magnate Manuel Moroun, ya tiene focos que funcionan. Son una t¨ªmida luz al fondo de un t¨²nel de miseria.
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