Un Nobel para impulsar la UE en crisis
La Uni¨®n Europea recibe el galard¨®n del Comit¨¦ del Nobel como garante de la paz en el continente Tambi¨¦n reconoce la contribuci¨®n al establecimiento de "la democracia y los derechos humanos"
Desde la ventana del tren de Bruselas a Berl¨ªn, y m¨¢s all¨¢, hasta despu¨¦s de la frontera polaca, hay varias docenas de ciudades industriosas, con sus gentes que vienen y van, con ese paisaje id¨ªlico entre estaci¨®n y estaci¨®n, salpicado de granjas, casas y deliciosos bosquecillos. Pinos, hayas, de todo un poco. Buena parte de esos ¨¢rboles hunde sus ra¨ªces en un f¨¦rtil manto de cad¨¢veres: durante siglos, Europa fue escenario de guerras. Sesenta a?os despu¨¦s del ¨²ltimo cataclismo, la II Guerra Mundial, la b¨²squeda del sue?o europeo que es la Uni¨®n, esa revoluci¨®n silenciosa y pac¨ªfica que hoy m¨¢s que nunca sabe que dif¨ªcilmente llegar¨¢ a la tierra prometida pero aun as¨ª no renuncia a caminar hacia ella, recibi¨® ayer un inesperado premio Nobel de la Paz. ¡°El avance hacia la reconciliaci¨®n¡± de las seis ¨²ltimas d¨¦cadas, ¡°los valores basados en la democracias y los derechos humanos¡± fueron los logros valorados por el comit¨¦ que entrega el Nobel. Ese gigantesco esfuerzo colectivo recibe el galard¨®n a pesar (o tal vez a causa) de las enormes contradicciones, par¨¢lisis y dudas que el proyecto europeo, con sus luces y sombras, est¨¢ ahora experimentando y sufriendo.
?En medio de una crisis cicl¨®pea ¡ªecon¨®mica y financiera, pero tambi¨¦n social y cada vez m¨¢s pol¨ªtica e institucional¡ª, el comit¨¦ del Nobel destac¨® el esfuerzo de este club de 27 socios (que ser¨¢n 28 el a?o pr¨®ximo con Croacia) por reconstruir Europa. Y el hecho de haber expandido la democracia y la estabilidad a los pa¨ªses del Este tras la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn en 1989. Junto con la UE, el activista proderechos humanos bielorruso Ales Beliatski y la rusa Liumila Alexeeva, junto con el obispo mexicano Ra¨²l Vera L¨®pez, figuraban en las quinielas para el Nobel.
Europa es la primera potencia econ¨®mica, el segundo bloque comercial del mundo, el primer donante de ayuda humanitaria y, aunque a menudo se olvide, una gran potencia militar. Y sin embargo la paradoja ¡ªen un continente pre?ado de incongruencias: Noruega, el pa¨ªs que concede este Nobel, se ha negado repetidamente a unirse a la UE¡ª es que el pesimismo sobre el papel de Europa en el mundo est¨¢ hoy s¨®lidamente incrustado en la conciencia colectiva. La crisis hace estragos. Los problemas econ¨®micos son un estupendo recordatorio de algunos de los viejos fantasmas europeos: se queman banderas nazis en Atenas; se duda de la solidaridad europea en Berl¨ªn, Helsinki y ?msterdam; se grita contra Bruselas en plazas de Dubl¨ªn, Lisboa y Madrid; resurgen aqu¨ª y all¨¢ peligrosos fanatismos que parec¨ªan olvidados. ¡°Hay enormes peligros al acecho¡±, dijo tras los elogios el portavoz del comit¨¦ que ha fallado el Nobel, el exprimer ministro noruego Thorbjorn Jagland. ¡°Se est¨¢ produciendo un aumento de las actitudes extremistas y nacionalistas. Existe el riesgo real de que Europa empiece a desintegrarse. Por eso deber¨ªamos fijarnos una vez m¨¢s en los principios fundacionales de la Uni¨®n¡±, dijo. A veces los viejos argumentos siguen siendo los mejores: una Europa sin memoria no seguir¨¢ siendo Europa por mucho tiempo, viene a decir el comit¨¦ del Nobel. Ayer no era d¨ªa de claroscuros, sino de celebraciones. ¡°El rating [la calificaci¨®n] de Europa no siempre es positivo. Pero este es el tipo de calificaci¨®n que merece la pena: el reconocimiento de la labor de la UE por la paz y unos determinados valores, el aplauso a la perspectiva hist¨®rica que da la integraci¨®n en contraste con el pesimismo que se ha incrustado en todo lo que suena a Europa¡±, dijo el presidente de la Comisi¨®n, Jos¨¦ Manuel Barroso.
La UE recibi¨® miles de justificadas felicitaciones, pero el galard¨®n no est¨¢ a salvo de la pol¨¦mica. El eurodesencanto crece incluso en Bruselas: un centenar de manifestantes fueron arrestados apenas unas horas antes de la concesi¨®n del Nobel por protestar contra la pol¨ªticas de austeridad en una cena-coloquio del primer ministro italiano, Mario Monti, con un sugerente t¨ªtulo, El estado de Europa: escapando de la melancol¨ªa. Anoche ni siquiera estaba claro si el Nobel iba a recogerlo Barroso, el presidente del Consejo, Herman Van Rompuy, o el del Parlamento, Martin Schultz. En fin, cosas de Bruselas. Y aun as¨ª no hay que olvidar que los europeos han pasado de sufrir una guerra cada 20 a?os, con decenas de millones de v¨ªctimas, a discutir sus problemas ¡ªinmensos, profundos, a veces de definici¨®n y muchas otras de desarrollo¡ª encima de una mesa. ¡°Ahora se negocia, no se declara la guerra. Solo eso ya lo justificar¨ªa todo, pero hay mucho m¨¢s¡±, dijo ayer a este corresponsal una alta fuente.
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